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Luis Alberto Gallegos

Las lecciones de la encuesta CEP

Santiago, viernes 30 de agosto de 2013, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.- Las encuestas siempre son relativas, sobre todo cuando se trata de una como la del Centro de Estudios Públicos, CEP, cuya propiedad y conducción responden a intereses de Luksic, Matte, Paulmann y Harald Beyer. No obstante, aún así sería un grave error menospreciarla. Incluso en tales condiciones, es un instrumento útil y referencial.

 

Nadie sabe para quien trabaja

 

El senador Juan Antonio Coloma (UDI) tiene razón cuando destaca el resultado referido a la candidatura de la Nueva Mayoría, que alcanzó 44% en la pregunta abierta sobre quien le gustaría que fuera el próximo mandatario: “A pesar del esfuerzo que el comando de (Michelle) Bachelet hacía para que tuviera más del 50% claramente no es la mayoría del país”. Y tiene razón porque, en efecto, tales resultados son un campanazo no para el triunfalismo, sino para el compromiso con humildad y responsabilidad, tal como lo ha indicado el comando de Bachelet.

 

La gran diferencia, es que a Michelle Bachelet le hace falta 7 puntos para ser mayoría en el país y ganar en primera vuelta, mientras que a la candidata de la UDI y RN, Evelyn Matthei, le hace falta 32,06% para siquiera acercarse al resultado que su bloque obtuvo en el 2009. Esto ya no es un campanazo, es simplemente un batacazo.

 

Lo ambiental en la CEP

 

Ante la pregunta de los tres problemas más relevantes que atender por parte de la autoridad, los encuestados respondieron en la encuesta CEP con un 47% seguridad ciudadana, 47% salud y 44% educación. El tema ambiental quedó relegado a un 8%, apenas un punto superior a la medición de nov.-dic. 2012, que fue de 7%.

 

Podríamos inferir, por tanto, que a los encuestados por CEP lo medio ambiental les tiene casi sin cuidado, en comparación a los tres primeros problemas. Tales resultados, sin embargo, no concuerdan con otras mediciones.

 

Por ejemplo, IV Encuesta sobre Percepción y Actitudes hacia el Medioambiente, elaborada por el Centro de Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello y Estudios Cuantitativos UNAB, que incluyó a más de 1.075 personas de las Regiones de Valparaíso, Metropolitana y Biobío y se realizó en abril de 2013, arrojó que el 34% de los chilenos declara reciclar versus el 16,9% de los hogares que señalaron separar basura en el último Censo 2012.

 

Asimismo, la encuesta Ipsos y WWF, realizaron una medición entre el 8 y el 19 de Marzo de 2013, a una población de chilenos y chilenas, usuarios de internet, mayores de 18 años y residentes de Santiago y regiones, la que reflejó que el 49% de ellos conoce campañas ambientales como la Hora del Planeta, y un 26%, lo que equivale a un millón 600 mil personas, realizó alguna actividad medioambiental en torno a ella.

 

En ambos casos, estos instrumentos expresan una preocupación real  de la población acerca del tema ambiental y, además, una actitud y respuesta ante tales problemas. En este sentido, es probable que la medición del CEP haya estado mal direccionada.

 

También hay que anotar que es posible que el tema ambiental haya estado subsumido en otros temas con mayor representatividad cuantitativa como, por ejemplo, la salud, pobreza e incluso derechos humanos. Vale señalar que entre los temas consultados por el CEP no figura, como tales, la ciudadanía y los problemas socio-ambientales de las regiones. De haber estado formulado en estos términos es muy probable que los resultados del ítem ambiental no sean de un 8% sino de mucho más. Lo medioambiental se ha convertido hoy en Chile en un asunto, tema, problema o conflicto transversal y más amplio que el que la encuesta arroja.

 

 

Sistema de alianzas

 

En la ciencia y la praxis política la clave de toda estrategia es el sistema de alianzas. Saber construirla de modo coherente, sólida y eficaz, es la llave que abre las puertas a éxitos en el avance de un programa político estratégico.

 

Hoy en Chile, estamos asistiendo a una reedición ampliada y corregida de una política de alianzas como la que llevó a Salvador Allende al poder con los socialistas, comunistas y radicales en 1970. Incluso, la actual es más amplia, donde encontramos al Partido Socialista (PS), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido por la Democracia (PPD), Partido Radial Socialdemócrata (PR), el Partido Comunista (PC), la Izquierda Cristiana (IC), el Movimiento Amplio Socialista (MAS) e independiente de centroizquierda.

 

Hoy, esta alianza es la más sólida, diversa y representativa del abanico político de centroizquierda que podamos registrar en la historia republicana de Chile. Jamás se ha tenido un sistema como el que la Nueva Mayoría expresa. Es un logro de la oposición en su conjunto, pero sobre todo es el artificio político de un personaje fundamental: Michelle Bachelet.

 

Este solo hecho de por sí ya bastaría para considerar a esta alianza política de centroizquierda como uno de los éxitos más grandes en América Latina, en materia de acuerdos políticos. Que sepamos, no existe un sistema de alianzas de centroizquierda que se le asemeje en nuestro continente, con una articulación de organizaciones con diversas ideologías, misiones y visiones, como la que Nueva Mayoría representa. Ello, será materia de estudio de las ciencias políticas futuras.

 

Orígenes

 

Es de Perogrullo admitir que los orígenes del surgimiento de este nuevo sistema de alianzas políticas de centroizquierda hoy en Chile, tiene nombre y apellido.

 

Es de lamentar que no haya sido producto de un proceso de balance, sistematización y reelaboración estratégica de los propios partidos involucrados. Pero, en política, hay siempre actores impredecibles o subterráneos que, en su momento, surgen a la luz, cual topo de la historia.

 

En este caso, los protagonistas no son componentes necesariamente partidarizados, sino la sociedad civil, la ciudadanía. Ha sido la gente de los movimientos estudiantiles, regionales y socio-ambientales, quienes se han convertido en el gran actor y decidor que este proceso político hoy en Chile se esté dando como se está desarrollando. De ellos es el mérito.

 

Las percepciones y decisiones que la alianza Nueva Mayoría extrae de este proceso político-social resultan cruciales y representativas de este movimiento social. Incluyendo sus conflictos internos y diferencias naturales, los líderes de esta alianza han sido notoriamente perspicaces, intuitivos y asertivos. Falta convertirlo en programa de gobierno.

 

Bloque histórico

 

En realidad, hoy estamos asistiendo en Chile al diseño y construcción de un nuevo bloque histórico. Un conglomerado muy diverso de intereses sociales, económicos, culturales y políticos que podrían transformar este país en uno totalmente distinto.

 

Y cuando hablamos de un bloque histórico no lo hacemos tan solo de los partidos políticos de la alianza Nueva Mayoría. Hablamos del peso específico de los componentes de la sociedad civil que la hizo posible. En definitiva, son los actores ciudadanos los que incidieron en forma determinante en el diseño y construcción de esta nueva sinergia, y porque sus demandas y exigencias son las que podrían o deberían marcar a fuego el programa de gobierno que los represente.

 

En otras palabras, cuando hablamos de un nuevo bloque histórico en el Chile del siglo XXI, hablamos de la hegemonía social, política y cultural de los diversos estamentos ciudadanos, hombres y mujeres, que han gatillado la conformación de la Nueva Mayoría, que le dan sustento ideológico y le brindan un soporte estructural en la sociedad.

 

De preservar este soporte social como el gran capital de la alianza Nueva Mayoría, respondiendo y proyectando sus demandas hacia el futuro, entonces podríamos decir que la nueva hegemonía socio-política de centroizquierda de Chile se instalaría en el poder y se consolidaría como gobierno y, probablemente, como Estado.

 

Estrategia inclusiva

 

De obtener esta alianza Nueva Mayoría un triunfo electoral, ello representaría el primer paso hacia transformaciones sustantivas en el país, tanto en lo económico, social, político y cultural. Aunque, hay que reconocer, que cuatro años es un período muy reducido para ejecutar un programa de gobierno de alcance e incidencia estratégica.

 

Este hecho obliga a ampliar el sistema de alianzas para asegurar el diseño y ejecución de una estrategia de transformación de largo plazo.

 

Este cerrojo estratégico solo se logra mediante la inclusión de nuevos sectores sociales, ambientales, étnicos, políticos y económicos.

 

Y, naturalmente, ello equivale a atraer a fuerzas políticas tanto de centro como de la izquierda.

 

Significa disputarle a la derecha significativos sectores de centro. Este proceso, no exento de agudos procesos de conflictos políticos, podría implicar considerar demandas del centro socio-político. Asimismo, también podría significar incluir a las fuerzas políticas extra-sistema o de izquierda dura, con exigencias que pudieran considerarse en un programa de gobierno.

 

Ambientalistas

 

En este contexto, en el marco de una política inclusiva del nuevo bloque histórico en Chile, los sectores ambientalistas tienen un rol relevante. Y ello se debería a que los problemas y conflictos socio-ambientales podrían tener la tendencia a mantenerse -e incluso incrementarse- simultáneamente a una eventual no ejecución pronta de una política de desarrollo sustentable, limpia, no contaminante y reductor de la huella de carbono.

 

En este caso, no solo estamos hablando de las organizaciones políticas ambientalistas, ecologistas o verdes que existen o que pudieran crearse en el futuro cercano –al compás de la agudización del cambio climático y la carbonización del Producto Interno Bruto (PIB)-, sino que hablamos sobre todo de los movimientos socio-ambientales que se han multiplicado en las regiones del país.

 

De no generarse políticas públicas que superen la tendencia hasta ahora vigente de una economía acoplada al consumo energético, de un modelo de desarrollo no sustentable y depredador y una institucionalidad ambiental subordinada y sin empoderamiento en sus decisiones, entonces se debilitarían las opciones de una alianza sólida con las organizaciones ambientales y socio-ambientales de regiones.

 

La Nueva Mayoría tiene la opción y posibilidad de incluir a estas organizaciones socio-ambientales en su sistema de alianzas, considerándolas como sus aliados naturales. Porque, en verdad, los ambientalistas y movimientos regionales y locales debieran, por derecho propio y de forma natural, ser parte de esta alianza. Por ejemplo, en el abanico integrante de la Nueva Mayoría podría estar presente perfectamente el Partido Ecologista y otros movimientos ambientalistas. Pero, las desconfianzas persisten por un efecto político de inercia. Quizá en el proceso de gobernabilidad ambiental próximo, podría ser posible revertir esta tendencia.

 

No solo de los partidos o grupos ambientalistas estamos hablando. Hablamos de las organizaciones y movimientos ciudadanos de las casi tres decenas de conflictos socio-ambientales regionales que hoy operan o están latentes en el país. Hablamos de las más de un centenar de comunas en emergencia hídrica, casi la tercera parte de las comunas de Chile. En todos o casi todos estos casos, las demandas ciudadanas están vinculadas a asuntos no resueltos satisfactoriamente de contaminación del aire, impactos de la minería en suelos y napas, deforestación de empresas forestales, contaminación de aguas, sequía, desertificación, destrucción de glaciares, instalación de proyectos hidroeléctricos y termoeléctricos, entre otros.

 

Es decir, curiosamente, estamos hablando de todos los movimientos ciudadanos que han dado origen a este nuevo sistema de alianza política que se denomina Nueva Mayoría.

 

Y volvemos al principio. Si la alianza Nueva Mayoría no es capaz de responder positiva, eficientemente y de asumir la solución de los problemas socio-ambientales de la propia ciudadanía que le dio origen, entonces estamos ante un fenómeno de incoherencia y de renuncia a las fuentes primigenias.

 

De producirse este escenario, entonces, estaríamos asistiendo a los funerales prematuros de esta novedosa alianza. Sería, al decir de García Márquez, la crónica de una muerte anunciada. Esperemos que, ojalá, no sea así.

 

Opciones estratégicas

 

A nuestro juicio, tres consideraciones se desprenden de estos enunciados:

 

1.  La Nueva Mayoría debería ampliar la composición de su directiva incorporando a todas las organizaciones partidarias que la sustentan –superando y ampliando la actual directiva que proviene del antiguo conglomerado Concertación por la Democracia-, con igualdad de derechos y obligaciones. Es preciso brindar una señal de democracia interna en el nuevo soporte de alianzas.

 

2.  Establecer un Consejo Ambiental Nacional, con carácter vinculante, que reemplace al Comité de Ministros por la Sustentabilidad (CMS), conformado por representantes del Ministerio del Medio Ambiente; Comisiones de Medio Ambiente de Diputados y Senadores; Superintendencia del Medio Ambiente, Tribunales Ambientales, organizaciones socio-ambientales, ONG ambientales y la academia.

 

3. Conformar Consejos Ambientales Regionales que expresen la misma representatividad a nivel regional lo que expresa el Consejo Ambiental Nacional. (FIN)

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