Blogia
Luis Alberto Gallegos

Sobre el Día Mundial de la Educación Ambiental

Sobre el Día Mundial de la Educación Ambiental

 

Santiago, Chile, miércoles 27 de enero de 2016, por Luis Alberto Gallegos, editorial de Boletín GAL.- El 26 de enero pasado se celebró el Día Mundial de la Educación Ambiental desde el 1975 que, en Belgrado, Serbia, en un evento de la ONU, 70 países suscribieron la Carta de Belgrado, que lo crea.

 

¿Qué es educación ambiental? Lo primero que nos viene a la mente frente a esta pregunta es, irremediablemente, la definición clásica de que la educación ambiental “es un proceso permanente de carácter interdisciplinario destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio biofísico circundante”.

 

Pero, ¿realmente esta definición refleja realmente y con rigurosidad lo que la ciudadanía y los gestores ambientales entienden por educación ambiental? ¿No será que percibimos que esta expresión nos resulta un tanto teórica o metafísica que no manifiesta exactamente lo que para nuestras comunidades la educación ambiental significa?

 

Para estos efectos, preferimos, en primer lugar, admitir que el concepto de educación ambiental es una definición que se construye con el tiempo y que evoluciona de acuerdo a los períodos y circunstancias de nuestra historia. No podemos aferrarnos a conceptos definitivos y absolutos en esta materia, como tampoco ocurre en otras disciplinas.

 

En esta lectura, nos inclinamos a entender la educación ambiental en el marco que el pedagogo Paulo Freire la sitúa: “La educación como proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de la belleza, capacitación científica y técnica, es práctica indispensable para los seres humanos en la historia como movimiento, como lucha a través de la reflexión…” (Freire, P., 1996. Política y educación. Siglo XXI).

 

Para ser más rigurosos. Nuestra perspectiva sobre la educación ambiental necesariamente reposa en lo que el mismo Freire señala: “Sin la lucha política, que es lucha por el poder, esas condiciones necesarias no se crean. Y sin las condiciones necesarias para la libertad, sin la cual el ser humano se inmoviliza, es privilegio de la minoría dominante lo que debería ser atributo de todos. Forma parte también y necesariamente de la naturaleza humana el que hayamos llegado a ser este cuerpo consciente que estamos siendo. Este cuerpo que en su práctica con otros cuerpos y contra otros cuerpos, en la experiencia social, llegó a hacerse capaz de producir socialmente el lenguaje, de transformar la cualidad de la curiosidad que, nacida con la vida, se perfecciona y se profundiza con la existencia humana. De la curiosidad ingenua que caracterizaba la lectura poco rigurosa del mundo a la curiosidad exigente, metodizada con rigor, que busca descubrir con mayor exactitud”.

 

En resumen, nuestra percepción sobre la educación ambiental en este universo conceptual freiriano –para utilizar expresiones de Louis Althusser- sobre pedagogía ciudadana, nos permite entender nuestras estrategias, planes, proyectos y actividades sobre la educación sobre el medio ambiente con nuestras comunidades y municipios, como un proceso de reapropiación sistémica, cognitiva y sistematizadora de sus propias experiencias empíricas en gestión ambiental local que se convierten en conocimiento científico colaborativo y –y solamente si- se constituyen en factores de generación de poder político ciudadano en la gestión ambiental local y en las políticas públicas sustentables.

 

Finalmente, una educación ambiental que no empodere a la comunidad y no la habilite para incidir, cooperar y/o disputar el poder en las decisiones de gestión ambiental local, regional, nacional o global sobre asuntos medioambientales, no es educación ambiental.

 

Sería tan solo transmisión vertical de información o trasvasije de mensajes ambientales para consensuar o legitimar el poder ambiental, político y social establecido.

 

Para concluir, saludamos fraternalmente a los educadores y educadoras ambientales de nuestro país, de América Latina y el Mundo que tienen en sus manos uno de los desafíos más grandes, estratégicos y trascendentales en el quehacer ambiental: construir colaborativamente y en asociatividad con otros actores una nueva cultura sustentable en nuestro Planeta. Un abrazo fraterno y solidario a todas y todos ellos. (FIN)

0 comentarios