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Luis Alberto Gallegos

Lo que deja viaje Papal: Fe, Dolor y Rebeldía

Lo que deja viaje Papal: Fe, Dolor y Rebeldía

 

Santiago, Chile, viernes 19 de enero de 2018, por Luis Alberto Gallegos, Boletín GAL.-  El Papa Francisco dejó Chile luego de una visita que estuvo marcada por el sello de diversos, complejos y hasta contradictorios componentes. No hay una lectura unívoca en el intento de hacer un balance de este periplo a tres ciudades del país. Dependiendo de la atalaya desde donde nos ubiquemos y observemos, podemos encontrar sentimientos encontrados e interpretaciones contrapuestas, a la hora de pretender extraer y explicitar los resultados de esta visita.

 

Fe e Iglesia

 

Una primera percepción que nos asombra es haber vivido una conmovedora experiencia de renovación de la Fe del pueblo chileno. Nuestra gente fue tocada por el Amor de nuestro Señor y vivió momentos de intensa y profunda espiritualidad personal y colectiva. Espiritualidad que muy probablemente se ha manifestado de miles de formas y testimonios, particularmente en torno a realidades tan sensibles como la situación de los pueblos originarios, los inmigrantes, las víctimas de la dictadura y los pobres del sistema.

 

Espiritualidad que amerita ser meditada, reflexionada y convertida en acción. Palabra que necesita interpelar al gesto, Fe que requiere materializarse en una praxis eficaz y liberadora. Proceso dialéctico donde ambos, uno y otro, se interpelan mutua y permanentemente, enriqueciendo nuestras vidas y nuestras opciones preferenciales por los pobres.

 

Espiritualidad que nos sitúa en un nuevo momento de construcción de Iglesia. Una comunidad eclesial que –más allá de los números de asistencia- fue convocada y supo responder a un llamado de Dios en medio de una realidad cultural y material impregnada de individualismo y utilitarismo. Una Iglesia cuya misión de universalidad tiene sus procesos y momentos complejos, pero mantiene su esencia de fidelidad al Creador. Una Iglesia que -más allá de sufrir el maltrato de su rígida estructura y la ceguera de algunos de sus pastores-, sabe ser testimonio vivo de Cristo cuando las circunstancias lo ameritan. Una Iglesia que, en definitiva, no la definen ni sus estructuras ni sus pastores, sino la Fe de la comunidad viviente y doliente de los Hijos de Dios.

 

Dolor

 

En la perspectiva cristiana, el dolor no es vano ni inútil, sino que tiene una razón de ser: invitarnos a un acercamiento, una conversión o un renacimiento hacia Dios. Los pueblos originarios, los inmigrantes, las víctimas de la dictadura y los pobres del sistema lo han padecido y padecen en carne propia. Sus testimonios de vida, igual que los de Job, son huellas indelebles de los desafíos que el Señor nos coloca para llegar a Él.

 

Chile es una comunidad doliente con muchas y diversas heridas a las que nos han sometido los poderosos. Hoy se nos agrega una más: la impunidad de los obispos y pastores corruptos, pedófilos y despreciables, tanto en la justicia civil, penal como en la canónica.

 

La defensa ejercida del Papa Francisco a estos individuos rubrica una situación de grave injusticia hacia las víctimas y hacia el pueblo creyente. Y allí donde haya injusticia, no hay Paz. Allí donde haya violencia, no hay Paz. Aún es tiempo de corregir lo realizado. Aún es tiempo de sancionar severamente a los pecadores. Aún estamos a tiempo de sanar una de nuestras heridas y calmar el dolor más reciente.

 

Rebeldía

 

Pero la comunidad creyente sabe que Dios actúa a través de nosotros mismos y mediante nuestra praxis liberadora, que enfrente y transforme la realidad adversa a los designios del Creador. En este sentido, los pueblos originarios, los inmigrantes, las familias de las víctimas de la dictadura, los pobres del sistema y ahora las víctimas de los obispos y pastores corruptos, tienen en sus manos, en su inteligencia y en su acción práctica, las herramientas para hacer lo que corresponde en honor a la Justicia y la Paz.

 

Y en esta gesta nadie queda excluido. Por el contrario, Dios nos convoca a todos a hacer gesto de la palabra, a cumplir con la promesa empeñada, a ser una comunidad creyente y solidaria. Parafraseando uno de los mensajes del Papa Francisco: llegó la hora de la interpelación y de la rebeldía. (FIN)

 

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