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Luis Alberto Gallegos

EDITORIAL: Crisis política y el movimiento ambientalista

 EDITORIAL: Crisis política y el movimiento ambientalista

 

Santiago, Chile, lunes 8 de enero de 2018, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.- Son cada vez mayores las coincidencias entre los partidos de la Nueva Mayoría, a la hora de hacer sus “reflexiones”, en admitir que las causas más relevantes de la derrota electoral se debe a privilegiar lo propio antes que las causas y compromisos comunes; a la falta de unidad real y cooperativa entre los partidos y sus líderes; en haber descuidado a la ciudadanía en aras de la administración del gobierno y el Estado; y, en definitiva, no haber percibido que el Chile contemporáneo ha cambiado, y no es el mismo de hace cinco, diez o veinte años.

 

También hay otras causas

 

Probablemente hay otras causas que también han gatillado estos resultados. Uno de ellos se refiere al sistema político. Si bien es motivo de satisfacción que la institucionalidad democrática funcione y no hayan evidencias de mal uso de los mecanismos electorales, la ciudadanía votante no confía plenamente en ella. Prueba de ello es la alta abstención y, en particular, la percepción de que el sistema político y partidario está distorsionado, existen indicios de corrupción y de la utilización funcional y pragmática del voto ciudadano. Para el ciudadano común, el sistema político partidario no lo representa, no le brinda credibilidad y no le permite participar a cabalidad.

 

Otra causa importante se refiere al tema cultural. En estos años y décadas recientes en Chile hemos asistido a un complejo proceso de reconfiguración de los componentes culturales de la ciudadanía. Debido a la globalización y al neoliberalismo estamos transitando desde identidades culturales del Estado nacional-popular donde el sentido de comunidad, clase y pertenencia colectiva tenían un rol y peso específico, hasta la construcción de nuevas identificaciones en donde los valores, creencias y conductas presentes en la ciudadanía pierden rigidez y se desarman, dando lugar a nuevos sujetos e incluso a una nueva forma de ciudadanía. Es, por cierto, un proceso complejo, contradictorio e impredecible. Hay que admitir, que los partidos políticos no han estado preparados ni intelectual, ni programática, ni orgánicamente para entender estos procesos y menos para integrarlos.

 

Movimiento del medio ambiente

 

Por cierto, son los partidos líderes, grandes y tradicionales los que cargan con las mayores responsabilidades en estas circunstancias. Pero hay orgánicas que, no por ser pequeñas, dejan de asumir parte de las mismas. Nos referimos al movimiento del medio ambiente.

 

El 52,8% de consultados en la Tercera Encuesta Nacional del Medio Ambiente se manifiestan dispuestos a participar en mesas de trabajo para decidir sobre temas ambientales en sus comunas. Se movilizan decenas de miles de ciudadanos y activistas contra proyectos hidroeléctricos, termoeléctricos, gasíferos, mineros y de otras áreas que afectan el medio ambiente. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en Chile se han desplegado hasta más de 100 conflictos socio ambientales en estos últimos años. Se han creado cinco Zonas de Sacrificio Ambiental en Tocopilla-Mejillones (Región de Antofagasta), Huasco (Región de Atacama), Puchuncaví-Quintero (Región de Valparaíso), Coronel (Región del Bío Bío) y Til Til (Región Metropolitana).

 

Es decir, estamos ante un movimiento socio ambiental sensible, consciente, amplio, extendido, masivo y de carácter nacional.

 

Las inquietudes e interrogantes

 

Pero, inevitablemente, surgen interrogantes:

 

1. ¿Qué han hecho los líderes, las orgánicas políticas y los organismos no gubernamentales ambientalistas ante estas favorables e inmejorables condiciones objetivas brindadas por el movimiento socio ambiental?

2. ¿Se ha generado formas de articulación efectivas y sólidas con la ciudadanía socio ambiental de las Zonas de Sacrificio y/o con las comunas en donde se han instalado los más de 100 conflictos, según el INDH?

3. ¿Han desarrollado programas de educación y habilitación de capacidades técnico políticas que fortalezcan la gestión del conocimiento y la cultura ambiental, más allá de eventos puntuales de algunas horas?

4. ¿Le han dotado de un programa político que integre las demandas locales, inmediatas y más sentidas con las estrategias y planes de un desarrollo sustentable y Buen Vivir?

5. ¿Se han creado vínculos de cooperación sólidos en materia técnico política entre las distintas instituciones y organizaciones socio ambientales que ejercen roles de liderazgo en este sector?

 

¿Cómo quisieran los ambientalistas de Europa disponer de estas inconmensurables y objetivas condiciones sociales y políticas para desarrollar exponencialmente su movimiento? Aun así, sin disponer de tales condiciones favorables, Islandia es una lección de país donde recientemente ha resultado electa una Primera Ministra ecologista y feminista que promete grandes cambios en materia ambiental y en igualdad social. En tanto que en Alemania, los ambientalistas han conquistado en 2017 el 9% de la intención de voto; tienen 11 eurodiputados y 63 escaños en el parlamento federal; y se han establecido como la tercera fuerza en el país.

 

Nuevas oportunidades

 

Este 2018 y los siguientes años se presentan como una nueva oportunidad para corregir aquello que ha estado débil, se ha omitido o simplemente se ha hecho mal por parte de los componentes del sistema socio ambiental de Chile. Hay varios temas de agenda que pueden convertirse en ejes de las acciones colectivas. La Ley de Cambio Climático, entre otros, es uno de ellos.

 

En este contexto, se valora los logros del Frente Amplio y en particular del Partido Ecologista Verde, que pueden constituirse en señales de este promisorio proceso estratégico. Simultáneamente a la reflexión de las orgánicas partidarias de la Nueva Mayoría y del centro político, bien estaría hacer lo propio al interior de las estructuras de recambio político generacional, y de los nuevos roles y desafíos que se avizoran y que hay que asumir y enfrentar. (FIN)

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