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Luis Alberto Gallegos

Lo que la participación ciudadana está enseñando a la clase política

Santiago, lunes 15 de abril de 2013, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.- La gigantesca marcha ciudadana nacional del 11 de abril no debiera asustar ni preocupar a nadie, menos a quienes pertenecen a la centroizquierda. Es solo la prístina expresión de la gente, de quienes hoy empiezan a ser reconocidos a carta cabal como la sociedad civil.

 

Lo que ocurre es que luego de tantos años de una dictadura militar represiva en lo social y de la acción de algunos integrantes de la Concertación que mitigaron o le pusieron sordina a la iniciativa ciudadana, podemos apreciar que en casi 50 años, al decir de Gramsci, las clases subordinadas de Chile retoman su rol histórico. Y este papel es un catalizador potente que no solo está destinado a remecer sensibilidades, conciencias, programas y políticas públicas, sino sobre todo está remeciendo una manera de hacer política, una manera de desarrollar praxis política, y una manera de construir institucionalidad política, como lo ha sido hasta ahora mediante los partidos.

 

La clase política, en particular los actores con mayor empatía ciudadana, debiera sentirse interpelada, atenta y agradecida que hoy los estudiantes –como siempre lo han sido en las grandes crisis y nuevas opciones políticas globales- sean quienes los saquen al pizarrón y les den lecciones de cómo hacer las cosas en políticas públicas. En particular en cuando a educación se refiere.

 

Solo la imberbe arrogancia de quienes desean seguir apernados al poder podría enceguecerlos como para pretender desacreditar este movimiento, buscar excluirlo, subordinarlo o, peor aún, criminalizarlo.

 

Este movimiento es lo más sano, hermoso e innovador que Chile ha podido producir en materia de participación ciudadana en las últimas décadas. Aprender del mismo, apoyarlo, incentivarlo a seguir siendo propositivo, comprometido, creativo y audaz, es lo mejor que podría hacer la clase política progresista y de izquierda.

 

Es más, este movimiento le plantea a los partidos una tarea en su calidad de intelectuales orgánicos, al decir, nuevamente de nuestro Gramsci. En tal calidad, a los partidos les corresponde estudiar, sistematizar y extraer las mejores lecciones político-sociales que les pueda ofrecer este movimiento social. La tarea de hoy de reflexionar es de los partidos y sus conducciones políticas, no solo de algunos politólogos, expertos y opinólogos, que a veces suelen aparecer cual general después de la batalla dando lecciones de lo que debió o no hacerse.

 

A pesar que la opinión pública y las encuestas tienen a los partidos y a la institucionalidad política muy abajo en sus preferencias y credibilidad, hoy es el momento oportuno para producir un viraje y humildemente empezar a aprender la lección y tratar de volver a hacer las cosas de otro modo.

 

No se trata de ser autoflagelante, sino simplemente político, con mayúsculas: aprender de la gente y no ufanarse de que la clase política se las sabe todas. La verdad no es patrimonio de la clase política ni de ninguna persona en particular. La verdad está repartida, como conocimiento, en el conjunto del mundo colectivo, de ese colectivo social que hoy en Chile se llama ciudadanía y que se ha puesto de pie, nuevamente. La verdad, sea científica, humanista o política, siempre y en última instancia, es colectiva.

 

Y la verdad colectiva nos induce a corregir lo que haya que corregir y fortalecer lo que haya que fortalecer. Y si hay que pedir perdón, pidamos perdón. Eso es a lo que la historia llama a los partidos. Y es lo que la gente espera de sus líderes.

 

Por lo demás, en la ciencia política los partidos saben que los grandes maestros, como Sun Tzu, enseñan que la mejor estrategia es la que permite el desarrollo de nuevas ideas y la innovación; y que las crisis y las amenazas hay que convertirlas en oportunidades.

 

La historia de Chile le vuelve a dar una nueva oportunidad a los partidos políticos. Y así y solo así podremos abrir un nuevo ciclo o período en la historia del siglo XXI en nuestro país.

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