Rol de los Municipios y cambio climático
Santiago, lunes 27 de enero de 2014, por Luis Alberto Gallegos, editorial del Boletín GAL, Texto de la exposición presentada por el autor el viernes 24 de enero de 2014 en la Escuela de Verano 2014 de la Asociación Chilena de Municipalidades (ACHM) en Pucón.- No es necesario reiterar sobre una situación ya dramáticamente conocida en el país: tenemos 102 comunas en emergencia hídrica. No es necesario hablar nuevamente de la tragedia que significa para muchas comunidades el no poder disponer del líquido elemento, vital para la sobrevivencia. Y, asimismo, no es necesario repetir respecto al enorme esfuerzo que significa para los municipios, sus autoridades, funcionarios y recursos, el poder atender los requerimientos de agua de nuestra gente.
Pero, la pregunta que todos se hacen y que, para efectos de esta exposición interesa, es ¿por qué hay sequía? ¿por qué hay sequía en Chile, América Latina, Estados Unidos, Europa y todo el globo terrestre?
El déficit hídrico se debe principalmente a la disminución de precipitaciones, al “estrés hídrico”, a la deforestación, al derretimiento de los glaciares y conos polares como reservas hídricas y a su pérdida en el mar; a los procesos de evaporación del agua por la mayor temperatura planetaria; a la tendencia desertificadora que el cambio climático está extendiendo globalmente; al uso indiscriminado, contaminante y depredador de este recurso por parte de las corporaciones monopólicas, principalmente mineras; y al incremento del consumo humano y a hábitos derrochadores del agua.
Los conflictos a nivel global ya no se visualizan en torno al tema energético y el petróleo, sino alrededor al tema hídrico. De ahí el vaticinio de que EE.UU y los demás países miembros del exclusivo Club del Grupo de los Siete (G-7), no desatarán las guerras en el 2015 por el petróleo, sino por el control del agua potable.
En Chile, los municipios están inmersos en el foco central de este severo y estratégico problema. Las razones son sencillas: nuestras reservas de agua provienen de los glaciares de la Cordillera que se derriten y se pierden en el Océano Pacífico; en nuestras cuencas no disponemos de los embalses suficientes para reservarlas y regular racional y estratégicamente su consumo para uso domiciliario y de riego; la autoridad directa, cercana e inmediata para la población en cuanto a proveer de agua en situaciones de emergencia, son los municipios; la crisis hídrica tiende a acentuarse y potenciar los conflictos socio ambientales locales convirtiéndolos en posibles fuentes de enfrentamientos respecto al acceso al agua y a la vida.
Por tanto, de no asumir y generar mecanismos, herramientas y soluciones estratégicas locales, regionales y nacionales ante este asunto, las municipalidades se verán envueltas en torbellinos de conflictos socio hídricos de impredecibles consecuencias. Los conflictos hídricos ya se han instalado en diversas zonas vulnerables del mundo y de nuestras Regiones del norte-centro del país. Actualmente en Chile ya se identifican 20 importantes conflictos por el agua.
Este impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos tiene su correlato en las eventuales crisis alimentarias de productos agropecuarios. Ya hemos comprobado que las sequías de estos años recientes han incidido en la escasez y en los precios de algunos productos de la dieta alimentaria chilena. Este escenario es probable que se reitere e intensifique en el futuro corto, mediano y largo, generando complicaciones a la estrategia de soberanía alimentaria de Chile.
Por cierto, este segmento de los efectos y desafíos que el cambio climático impone, escapa a las facultades y esferas de incidencia municipal. Este asunto tiene que ver más bien con la estrategia del Plan de adaptación al cambio climático del sector silvoagropecuario de los Ministerios del Medio Ambiente y Agricultura, que significa investigar la producción de semillas de cultivos agrícolas resistentes a altas temperaturas, o la exploración de los conocimientos de los pueblos originarios que, en materia agrícola, puedan disponer de fórmulas de cultivos resistentes al cambio climático.
Sin embargo, sí es posible que los municipios puedan tener un papel activo en la adaptación ante el impacto silvoagropecuario del cambio climático a nivel local. Y ello reside, entre otras iniciativas comunales, en la promoción de huertos familiares que permitan –con técnicas novedosas de adaptación al calentamiento global-, generar los propios productos de consumo familiar, en modalidades de Ecobarrios o embrionarias Ecocomunas.
Temperaturas extremas e incendios
Los 38°C en la zona central de Chile, los 48°C en Buenos Aires, los 50°C en Río de Janeiro que marcaron los termómetros, indicando las altas temperaturas extremas recientes en el hemisferio Sur; junto a los -50°C que congeló a los EEUU y petrificó las cataratas del Niágara en Canadá, en el hemisferio Norte, solo son las puntas del iceberg de las severas alteraciones de temperatura que el cambio climático nos pronostica para los próximos años y décadas.
Los científicos del Panel de Investigadores del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas (ONU), en su reciente 5º Informe han anunciado que, de no haber voluntades políticas y decisiones de políticas públicas de los líderes de los 193 países miembros de la ONU, en el 2100 podemos tener un incremento de la temperatura global de hasta 5°C en Chile.
En nuestro país, ello se agrava con el inadecuado manejo forestal y los deficientes planes de prevención ante siniestros, que hacen de nuestros bosques, comunas y comunidades, territorios altamente vulnerables a los incendios que devoran nuestros recursos naturales, hábitats y nuestras vidas.
Lo realmente preocupante es que las autoridades, organismos técnicos respectivos y los grandes medios de comunicación no expliciten e informen verazmente a la población respecto a la inocultable conexión y fundamento de estas desgracias climáticas y siniestros incendiarios con el calentamiento global. Incluso se tiende a tender un velo desinformativo poniendo el acento en intencionalidades criminales –que tampoco se descartan como posibles en algunos casos puntuales-, que solo conducen a judicializar un fenómeno mucho más complejo.
Desde esta perspectiva, la adopción de planes de contingencia -o mejor dicho, de planes de adaptación ante el cambio climático-, ante situaciones eventualmente más agresivas en este tipo de escenarios, es una tarea de primordial prioridad para los gobiernos locales. Los siniestros ante las temperaturas extremas en el corto, mediano y largo plazo, no tienen ninguna argumentación técnico científica que indique que van a amenguar. Por el contrario, se trata de un fenómeno que se acentuará conforme aumenten los grados de temperatura climática en Chile y el mundo.
En Chile, hoy no tenemos la misma vulnerabilidad que, por ejemplo Europa, ante el incremento o descenso de la temperatura ambiental. París, por ejemplo, cada verano sufre la muerte de personas de tercera edad por afecciones cardio respiratorias, debido a que, entre otras razones, las residencias utilizan planchas de zinc en sus techumbres, las que retienen y acentúan el calor intradomiciliario.
En nuestro país, en el 2014, aún no hemos llegado a tales niveles de efectos climáticos. Pero podrían generarse estos y otros impactos en la salud por el incremento de la temperatura en la zona Norte-Centro que por el momento no se manifiestan a plenitud.
Ello supone que el Ministerio de Salud debiera producir investigaciones y crear programas y modelos del comportamiento y tendencias de la salud en esta materia. Y, al mismo tiempo, informar y generar capacidades en el personal de los consultorios de salud a nivel municipal.
Asimismo, la ONU y Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que, debido al aumento de la temperatura, el agua podría incrementar su contaminación produciendo que el recurso hídrico se constituya en un vector de plagas. Este riesgo ha llevado a la OMS a hablar de las 12 plagas con que el cambio climático amenaza la salud de la población mundial.
¿El Ministerio de Salud y los consultorios de salud municipales de Chile, tienen conocimiento acerca de estos 12 riesgos a la salud de los chilenos debido al cambio climático? De ser así, ¿qué medidas se han adoptado al respecto en los planes de corto, mediano y largo plazo?
Comunas vulnerables y en riesgo
Los municipios, mejor que nadie, conocen cuáles son las vulnerabilidades y los riesgos de sus respectivas comunas en materia ambiental, amenazas socio económicas y seguridad ciudadana, entre otras. No obstante, en donde las municipalidades carecen de información científica actualizada, es respecto a sus vulnerabilidades frente al cambio climático. En Chile, a diferencia de otros países como México, carece aún del diseño de los Índices de Vulnerabilidad Climática (IVC) para Municipios.
Por ejemplo, ¿qué municipios han generado Ordenanzas ante el Cambio Climático, tal como en Argentina, por ejemplo, se han creado? ¿qué Planes Reguladores Comunales de las ciudades costeras en riesgo de inundación por la subida del nivel del mar se han actualizado, incluyendo nuevas consideraciones de construcción y expansión urbana? ¿qué Planes Reguladores de las comunas ubicadas en la precordillera han incluido especificaciones técnicas ante eventuales aludes provocados por el cambio climático?, ¿qué Consejos Comunales de Organizaciones de la Sociedad Civil -como instrumentos que velan por el progreso económico, social, ambiental y cultural de la comuna-, han asumido o generado directrices o recomendaciones acerca de la necesidad de adaptar a la comunidad ante el impacto del cambio climático? ¿qué Pladecos han incluido el cambio climático como uno de sus componentes?
Recordemos que los cinco científicos chilenos que integran el IPCC han concordado que el nivel del mar en la costa chilena subirá -debido al derretimiento del glaciares, nuestras principales reservas hídricas-, hasta 82 cms. para el año 2100. Ya en el Plan de Acción Nacional de Cambio Climático (2008-2012), del Ministerio del Medio Ambiente, se señala a las ciudades de Arica, Valdivia, Puerto Montt, Arauco y las caletas Las Peñas y Tubul, entre otras zonas, en alto riesgo de inundación por la subida del mar.
En los Estados Unidos, Europa, Asia y en América Latina, ya se han identificado las ciudades en alto riesgo de inundación ante la subida del nivel del mar debido al calentamiento global –Nueva York, Miami, París, Londres, Buenos Aires, Daca, Bombay, Manila, Calcuta y Bangkok, entre otras-.
Asimismo, algunos países, islas y Estados Insulares desaparecerían como Maldivas, Tuvalu, Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Singapur, entre otras, debido a que se sumergirían en el mar.
Hasta el momento, percibimos que hay una debilidad en los municipios de Chile en la sensibilización e internalización del tema del cambio climático en su gestión local, hay una carencia de diseño de planes estratégicos respecto a este asunto, hay un vacío en sus políticas públicas y, más aún, hay una ausencia de gestión de alianzas o asociatividades con municipios de otros países que posibiliten un aprendizaje en común y propuestas conjuntas ante los organismos internacionales dedicados al tema.
Asimismo, hay un vacío o debilidad en los contenidos de los instrumentos ambientales de largo plazo, como la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), que promueve el Ministerio del Medio Ambiente, respecto a incluir como uno de sus componentes y variables claves, al cambio climático. Como lo señala la Ley 20.417 en Chile deben someterse a EAE, “Voluntariamente las Políticas y Planes y sus modificaciones sustanciales, sean de carácter normativo general, que tengan impacto en el medio ambiente o la sustentabilidad y que -cumpliendo los criterios anteriores- el Presidente de la República decida, a proposición del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad. Y Obligatoriamente los Planes regionales de ordenamiento territorial, planes reguladores intercomunales, planes reguladores comunales y planes seccionales, planes regionales de desarrollo urbano y zonificaciones del borde costero, del territorio marítimo y el manejo integrado de cuencas o los instrumentos de ordenamiento territorial que los reemplacen o sistematicen”.
Contexto internacional: De lo global a lo local
Los temas, problemas y conflictos socio ambientales tienen una dimensión ambivalente: son locales y, al mismo tiempo, son globales.
Por ejemplo, las comunas con mayor contaminación atmosférica son Tocopilla, La Calera, Cerrillos, Cerro Navia, El Bosque, Pudahuel, Quilicura, Rancagua, Curicó, Coronel y Coyhaique; y, simultáneamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera que las ciudades del mundo más contaminadas son Beijing, México, El Cairo, Yakarta y Los Ángeles. En ambos casos, la causa principal son las emisiones de gases de efecto invernadero (petróleo, gas y carbón), entre otras fuentes.
En el caso del cambio climático, ocurre exactamente lo mismo, aunque de modo más exponencial. Cada comuna, ciudad, país o región tiene su propia cuota de emisiones de gases de efecto invernadero. Es lo que se denomina su huella de carbono. Incluso, cada empresa, organización, familia y cada persona tienen su propia huella de carbono.
En el ranking planetario, la huella de carbono per cápita global es de 4,38 tns. de emisiones de dióxido de carbono CO₂ al año; China emite 4,58 tns.; América Latina tiene una huella por habitante de 2,21 tns. de CO₂ al año; y Chile emite 4,25 tns. de CO₂ al año por habitante.
Ante ello, las soluciones socio ambientales ya dejaron de ser un desafío de los organismos internacionales tan solo de modo genérico y estandarizado. Las propias Naciones Unidas señalan que los problemas y conflictos de este tipo, tienen una dimensión global, pero sobre todo tienen una dimensión local en su enfrentamiento y solución. Lo global se resuelve en la gestión local.
En este sentido, por cierto, asuntos ambientales globales, como el cambio climático, ameritan acuerdos y compromisos vinculantes globales entre las 193 naciones del planeta. Es lo que la ciudadanía global espera que deba adoptarse en el 2015 en la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático COP 21, en Francia, donde se reemplazará el Protocolo de Kioto por el nuevo Protocolo de París.
Pero, en definitiva, la solución en profundidad y estratégica de los grandes problemas y conflictos socio ambientales y climáticos actualmente vigentes en el planeta y en Chile, deben provenir de los acuerdos, asociatividad y gestión ambiental local y comunal.
Este es el soporte clave de toda gestión de adaptación ante el cambio climático. Por ejemplo, del mismo modo que el Programa Ambiental de la Presidenta electa, Michelle Bachelet, se compromete a modificar la denominación del Consejo de Ministros por la Sustentabilidad, a otro que se llamará Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático, podemos considerar la posibilidad de que, a consideración y decisión propia de los municipios, las áreas y Direcciones de Aseo, Ornato y Medio Ambiente de los municipios, en un futuro próximo pudieran pasar a denominarse Direcciones de Aseo, Ornato, Medio Ambiente y Cambio Climático.
Y el asunto, no es solo de denominación, sino fundamentalmente de planes de acción, prioridades, políticas públicas preferenciales, gestión y recursos. Este es el desafío municipal respecto al cambio climático.
¿Por qué un problema ambiental global como el cambio climático debiera ser resuelto fundamentalmente a nivel local?
Debido a varios fundamentos.
En primer lugar, porque las grandes potencias mundiales no tienen la suficiente voluntad política de adoptar acuerdos globales vinculantes que signifique reducción drástica de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) en sus propias matrices energéticas y en sus aportes a sus emisiones globales. Ello ya lo han demostrado en las COP anteriores, en particular la COP 15 en Copenhague en el 2009 y de la COP 19 en Varsovia en el 2012.
Pero, además, hoy nos encontramos con un nuevo escenario, donde los EEUU estarían a borde de constituirse en una potencia mundial en combustibles fósiles. Esta potencia ha descubierto en su territorio –particularmente en el Estado de Dakota del Norte y Texas- grandes reservas de esquisto que la convertirían en autosuficiente y exportador en materia de este combustible para el 2020. Ello le permitiría prescindir de sus importaciones de crudo de Arabia Saudita y Venezuela y constituirse en la primera potencia mundial en disponer de sus propias reservas de combustibles fósiles con proyecciones de 100 años más.
El esquisto es un nuevo combustible fósil petrificado que, mediante una tecnología de un proceso de fracturación hidráulica sobre el yacimiento rocoso en el subsuelo, puede ser transformado en gas y en petróleo. Chile también acaba de descubrir sus propias reservas de esquisto en la Región de Magallanes.
¿Cuáles son las implicancias de esta nueva reserva de combustibles fósiles para los EEUU? Simplemente que va a defender a toda costa tales recursos como política de Estado –contando, naturalmente Obama con el apoyo del partido Republicano en el parlamento-, evitando que se le someta, por parte de acuerdos globales en las próximas COP de la ONU, a restricciones en sus emisiones de gases de efecto invernadero.
En resumen, este nuevo escenario de los combustibles fósiles globales significa -no sólo un serio problema de exportación para Arabia Saudita y un probable colapso de la economía de Venezuela-, sino un renovado y reacio papel de los EEUU en su resistencia a que las cumbres de cambio climático de la ONU le impongan restricciones de emisiones de GEI.
China, en este escenario, sabe que tiene un complejo escenario. Se va convirtiendo en una gran potencia económica debido, entre otras razones, a su fuerte exportación de tecnología y equipos de energías renovables no convencionales (ERNC), que no aplica en su propia producción; pero, a su vez, el principal soporte de su matriz energética es el carbón, el más contaminante GEI. Y, aunque tácticamente le convenga aliarse con el Grupo de los 77, –principales opositores a las grandes potencias-, en estos momentos, China sabe perfectamente que tampoco le conviene sujetarse a acuerdos vinculantes globales de reducción de emisiones de GEI.
En síntesis, ni los EEUU ni China hoy tendrían la voluntad política para suscribir acuerdos vinculantes en las COP 20 y 21 de reducciones drásticas de emisiones de GEI. En el mundo desarrollado, solo la Unión Europea, con Alemania en calidad de líder, tendría la voluntad de hacerlo. Con este escenario, al Grupo de los 77 y a los Estados Insulares y más vulnerables ante el cambio climático, les corresponde el rol clave en las negociaciones previas. Por ello, este 2014 es decisivo para este proceso. De lo que se haga y decida en estos meses siguientes, depende lo que se ejecutará globalmente en las próximas décadas.
En este contexto, Chile tiene un amplio espacio de movimiento. Internacionalmente debería mantenerse en el Grupo de los 77 más China. Este escenario le permite promover su principal fórmula, como meta mínima: cumplir el compromiso con la Estrategia 20/20/20 -asumido por Chile el 2009 en la COP 15 y reafirmado por Valentina Durán, Coordinadora de la Comisión Programática del Medio Ambiente de Bachelet, el 06/11/2013-. En este contexto, la Ley 20/25 promulgada este 2013 pasado –que promueve el 20% de las ERNC en la matriz energética, para el año 2025-, debiera revisarse a la luz de la Estrategia 20/20/20, de modo que pueda apuntar a generar un cambio radical en materia energética de Chile.
COP 20 y COP 21
Las Cumbres sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, o más conocidas como Conferencias de las Partes (COP), hasta ahora han tenido un desempeño con altibajos. La más relevante, la COP 15, realizada en el 2009 en Copenhague, Dinamarca, fue simplemente un fracaso, debido a que los EEUU y otras cuatro potencias trataron de imponer un acuerdo apócrifo, antidemocrático y defensor de las corporaciones de combustibles fósiles y las tendencias negacionistas del cambio climático.
En el 2013, en la COP 19, realizada en Varsovia, Polonia, se reeditó la misma situación, con el agregado que en esta ocasión fueron las propias corporaciones del petróleo, gas y carbón, las que tuvieron el papel protagónico en términos de imponer mesas de negocios, y el rol nuevamente de los EEUU de buscar evitar que se incluyera un capítulo en la estrategia de adaptación al cambio climático, respecto a la necesidad de apoyar a los países afectados bajo el rubro de Daños y Pérdidas a reparar por parte de las grandes potencias.
Este 2014 hay, sin embargo, un escenario distinto. En Lima, Perú, se realizará la COP 20, que tiene como propósito –del mismo modo que la Sesión Especial de la ONU del 23 de septiembre próximo en Nueva York, EEUU-, de preparar el documento borrador que reemplace al Protocolo de Kioto y que debe ser aprobado en el 2015 en París.
¿Por qué es importante la COP 20 en Lima? Por varias razones.
Primero, porque será la cumbre planetaria donde debe definirse la versión 1.0 del nuevo Protocolo de París que defina las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, provenientes principalmente de las potencias industriales.
Segundo, porque, según todas las señales hasta ahora mostradas por los países miembros de la ONU y especialmente del Grupo de los 77 + China, se esperaría un Protocolo de París vinculante, es decir, obligatorio a todos los miembros de la ONU.
Tercero, porque, a diferencia de la Cumbre de Copenhague en el 2009, donde la ciudadanía participante fue discriminada y hasta reprimida, en Lima se espera la participación de una ciudadanía climática proactiva, propositiva y proveniente masivamente principalmente de los distintos países de América Latina. Lima no es Copenhague ni Varsovia, y América Latina no es Europa.
¿Cuál es el papel de los municipios en este proceso?
Clave. En Chile y otros países latinoamericanos, la ciudadanía tiene en los gobiernos locales a uno de sus principales aliados y socios. Por tanto, resulta evidente que las propuestas que la ciudadanía ambiental de América Latina genere y presente en la COP 20, debieran contar con el respaldo y alianza con sus respectivos municipios.
Un gran avance en este sentido, fue la organización de la Cumbre Mundial de Alcaldes que se aprobó en el 1º Congreso Mundial de Ciudades y Adaptación al Cambio Climático, Ciudades Resilientes 2010, llevado a cabo en Bonn, Alemania, del 28 al 30 de mayo de 2010.
Por otro lado, del mismo modo cómo los municipios globales se han asociado para analizar el tema del cambio climático y proponer estrategias para los gobiernos locales, tal como ocurrió en la Cumbre de la COP 16 en Cancún, México, en el 2010, hoy más que nunca resulta indispensable fortalecer dichas alianzas y potenciarlas estratégicamente. En algunos países –como la Red Argentina de Municipios Frente al Cambio Climático, RAMCC- se han constituido alianzas, asociatividades y redes municipales sobre el cambio climático que constituyen buenas prácticas de gestión climática municipal.
En este sentido, vale la pena señalar que en estas asociatividades municipales climáticas, los municipios de Chile aún no han estado presentes –salvo excepciones-, por lo que hoy sería preciso revertir esta situación.
Una excelente iniciativa hasta el momento poco visible es la generación del proyecto de integración del cambio climático en la gestión municipal, donde estarían involucrados 15 municipios -Santiago, Calera de Tango, Peñalolén, La Reina, Pudahuel, Huechuraba, entre otros-, que se orienta a que en cada uno de ellos se elaboren propuestas para mejorar la gestión dirigidas a reducir las emisiones de dióxido de carbono y crear una Red de Municipios Chilenos contra el Cambio Climático.
Papel de los municipios: institucional, energía, agua y residuos sólidos.
Desde esta perspectiva global y local, consideramos que a los municipios de Chile y a la propia Asociación Chilena de Municipalidades (ACHM), podrían corresponderle algunos desafíos importantes:
1.1. Institucional
1.1.1. Fortalecer la Comisión del Medio Ambiente de la ACHM de modo que integre en su planificación de trabajo el tema del cambio climático como una de sus prioridades y estableciendo un pormenorizado plan de acción.
1.1.2. Generar un documento dirigido a los municipios integrantes de la ACHM, respecto a la necesidad de sugerirles incluir en sus Pladecos y planes ambientales la estrategia y plan de actividades respecto a las medidas de adaptación a nivel comunal respecto al cambio climático.
1.1.3. Apoyar la iniciativa de la Red de Municipios Chilenos contra el Cambio Climático, difundirla, extenderla y replicarla en las comunas de Chile.
1.2. Energía
1.2.1. Reforzar el rol técnico de los municipios en el Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) que permita -en el marco de la Ley 20.417-, la fiscalización de las emisiones de gases de efecto invernadero de los proyectos que hayan obtenido o estén por obtener su Resolución de Certificación Ambiental (RCA) en el territorio comunal, en particular de las termoeléctricas.
1.2.2. Actualizar los Planos Reguladores Comunales en los municipios que lo consideren en su plan de gobierno municipal, de modo que incluya una línea base y un plan estratégico respecto a vulnerabilidades y zonas de riesgo ante el cambio climático en su territorio.
1.2.3. Fomentar la eficiencia energética en los municipios y en sus comunas, como una forma de reducir el consumo de energía, de mitigar las emisiones de GEI y de minimizar la huella de carbono a nivel local.
1.3. Agua
1.3.1. Coordinar y generar convenios con la Dirección General de Aguas (DGA) respecto a catastro de recursos hídricos en las cuencas comunales, conflictos hídricos existentes o potenciales en el territorio comunal y planes conjuntos de gestión sustentable del agua.
1.3.2. Apoyar las iniciativas gubernamentales para mitigar el impacto de la sequía y la generación de proyectos de ahorro y eficiencia hídrica en las comunas.
1.3.3. Promover la educación, difusión y participación ciudadana en una cultura del agua que reduzca el derroche y su consumo racional.
1.4. Residuos sólidos
1.4.1. Elaborar un catastro de los microbasurales existentes en la comuna y ejecutar un plan de erradicación y de reducción de emisiones de metano, un gas de efecto invernadero proveniente de la descomposición de materia orgánica.
1.4.2. Desarrollar programas comunales de 3R, puntos limpios y separación de origen de residuos sólidos que reduzcan los volúmenes y permitan la generación de compost para huertos familiares, barriales y comunales.
1.4.3. Realizar estudios de factibilidad de generación de plantas de biogás que aprovechen los residuos sólidos orgánicos provenientes de domicilios y de la agricultura, en el caso de comunas rurales. (FIN)
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