El desafío de la democracia chilena en este período
Santiago, jueves 27 de noviembre de 2014, por Luis Alberto Gallegos, editorial de Boletín GAL.- En estos días, hemos sido testigos de eventos y expresiones partidarias de los conglomerados de la derecha de nuestro país. Como corolario o resumen de ello, resultan las recientes declaraciones de una ex candidata presidencial de la derecha, donde las emprende contra el gobierno y la presidenta Bachelet.
¿Qué significa todo ello?
Obviamente, la derecha está a la defensiva estratégica. El Consejo de RN lo devela prístinamente: un evento sin pena ni gloria, para no decir, sin inteligencia ni novedad, que le agrega amargura a lo ocurrido con los procesos por violaciones a los derechos humanos del diputado Rosauro Martínez y ex alcalde de Providencia, Cristian Labbé.
La derecha sabe que el actual proceso de reformar aspectos sustanciales del sistema político y económico, no tiene vuelta. Y ello constituye, nada más, que lo prometido al país por la actual administración. La derecha apostaba a un fracaso o a un debilitamiento de las propuestas de reformas. Pero, al parecer, la derecha no ha contado con la eficiencia en la gestión pública con que el equipo de gobierno se ha manejado en estos asuntos en estos iniciales meses y que prometen resultados exitosos.
Lo instintivo en política ante una situación de defensiva estratégica en la que está la derecha es ¿cómo reaccionar? Obviamente, con una fugaz y ocasionalmente efímera ofensiva táctica que confronte mediática y sonoramente lo avanzado, mediante un francotirador experto, despiadado y letal. ¿Quién? Naturalmente, de modo instantáneo aparece en el imaginario colectivo un oscuro nombre: Evelyn Mathei, quien, por diversas vertientes, sabe de letalidad.
Además, esta posible y efímera ofensiva táctica se lanza en un período clave: en víspera de fiestas de fin de año y vacaciones. Esperando que sus esquirlas queden impregnadas en el imaginario colectivo de los próximos meses estivales, donde la ciudadanía busca despejarse y olvidarse temporalmente de los conflictos sociopolíticos y económicos. Y, además, esta ofensiva táctica se despliega luego de los resultados de una encuesta que mostrarían un supuesto descenso en la aprobación de la gestión de la presidenta Bachelet.
¿Por qué?
Cualquier análisis elemental de carácter político se haría la pregunta de, ¿por qué la derecha insufla sus propias posibilidades de revertir este proceso de reformas? ¿Acaso tiene la razón o la fuerza para hacerlo? No, no las tiene. Simplemente porque la derecha ha olfateado una debilidad clave en este proceso de gestionar las reformas fundamentales de esta administración.
¿Cuál es?
El equipo político del gobierno ha estado tan absorto en la gestión intraestatal de sacar adelante las reformas comprometidas con la ciudadanía, que no ha habido margen para atender -y no solo visibilizar mediante las comunicaciones lo avanzado, como lo reconoce la propia Bachelet-, sino sobre todo porque no se han creado, construido y alimentado los mecanismos eficientes de involucramiento, asociatividad y participación ciudadana de quién es el aliado natural de esta administración: la sociedad civil.
Hay quienes esperaban, confiados, en que el PC pudiera haber diseñado y ejecutado su voceada política de trabajar en esta administración “con un pie en el gobierno y otro en la calle”. Confiados, porque ni el PS, el PPD y menos la DC, tenían la voluntad política o la capacidad de sacar a la gente a las movilizaciones cruciales en esta fase.
Incluso –salvo excepciones de algunos segmentos sociales que están movilizados y en alerta-, los propios estudiantes han debilitado su capacidad movilizadora en torno a las reformas fundamentales del proceso.
Ello no significa que el movimiento social se haya adormecido. Por el contrario, se han reactivado regional, local y socio ambientalmente en diversas latitudes del país. Pero, lo que no se ha manifestado de modo claro y contundente en este período, son las movilizaciones ciudadanas de respaldo y acompañamiento a las reformas clave de este proceso.
Las expectativas creadas ante la propuesta del PC –inteligente en lo fundamental-, de gobernar dentro del Estado y en complemento con la ciudadanía, hasta el momento no se ha cristalizado como se esperaba. Problemas sobre cómo hacerlo, dificultades internas del partido, roces con la DC, debilidades para involucrar a los demás partidos de la Nueva Mayoría y cierta fragmentación sectorial, territorial y temática del movimiento ciudadano, han abonado en ello.
Esa, es la gran debilidad de este período del nuevo proceso creado hoy en Chile.
¿Qué hacer?
Parafraseando a Gramsci, quizá debamos hoy en Chile fortalecer el bloque histórico ciudadano. Un bloque que ya existe en distintas expresiones y vertientes microsectoriales: sobre agua, salud, educación, vivienda, medio ambiente, regionalización, agua, Asamblea Constituyente, entre otras.
Pero, quizá, es preciso hoy fortalecer un bloque histórico consciente y voluntariamente comprometido y movilizado con los temas de agenda de reformas en lo macro sectorial, con propuestas sobre los temas nacionales y no solo locales o temáticos.
Lo que ya existe en términos de organización y movilización social, y que tiene que ver con lo señalado, es la línea base, es el piso sobre el cual debemos diseñar una estrategia común que involucre todas las demandas actualmente vigentes.
La asociatividad hoy entre todas las demandas, entre las organizaciones y entre las voluntades, es clave. Nuestro desafío es construirla, sabiendo de las diferencias y las dificultades. Pero, sin unidad, dentro de la diversidad y las diferencias, no hay ciudadanía que avance y logre sus propósitos. La unidad requerida no es ideológica ni programática necesariamente, es política para abrir canales, opciones y alternativas concretas para que cada quién exija sus propios planteamientos.
No es el momento de farrearnos oportunidades históricas que pocas veces se presentan en nuestro proceso político social y económico. No sea que después nos lamentemos de ¿por qué no lo hicimos…?
Las decisiones políticas de un país no solo dependen de los decidores de las políticas públicas de Estado, también de los decidores de las políticas Ciudadanas provenientes de las organizaciones -grandes y pequeñas-, que la sociedad civil ha creado hasta el momento.
¿Cómo?
Desde la ciudadanía, hay que crear o fortalecer las Mesas de Diálogo y Negociación sobre cada una de las demandas y temas específicos. Generar propuestas, proyectos de ley e iniciativas que podamos presentar al gobierno y comprometerlo en su gestión y concreción.
Y, de parte del gobierno, habría que respetar y atender las demandas de esas Mesas, incorporándolas no solo de manera consultiva, sino también de modo vinculante. Sin capacidad de decisión de la ciudadanía en las políticas públicas, en los temas locales, regionales y nacionales, no habrá, definitivamente, posibilidad sobre la cual podamos construir un bloque histórico democrático y ciudadano, que se constituya en el soporte social de las reformas estratégicas clave de este período.
La derecha se aprovecha de la actual dispersión, fragmentación y ausencia ciudadana. Se deleita de la debilidad social y ahora pretende levantar la voz, gritarnos y retrotraernos a los momentos oscuros y a los infiernos que ya hemos conocido. Labbé y Mathei lo saben, por ello es que quieren postularse como diputado y como posible futura candidata presidencial. (FIN)
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