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Luis Alberto Gallegos

Prólogo al Manual Ciudadano de Cambio Climático

Prólogo al Manual Ciudadano de Cambio Climático

Por: Luis Alberto Gallegos Mendoza

Periodista, Responsable del Proyecto de Cambio Climático del IEP

Santiago, Agosto de 2008.

 

 

En Chile la información, conocimiento y diálogo sobre el cambio climático han estado limitados al ámbito académico, científico y gubernamental. Hay un vacío informativo sobre este tema que, en un lenguaje comprensible, acceda al nivel de la ciudadanía. La gente sencilla aún no logra tener suficiente acceso a tecnicismos y cientificismos de la esfera académica. Faltaba “traducir” el lenguaje científico climático, en una versión de lenguaje ciudadano.

 

Si ello ocurre en la esfera de los códigos de conocimiento, mucho menos acceso e incidencia tiene aún la ciudadanía en las políticas públicas sobre el cambio climático. La participación requiere estar informada y ser consciente. En una encuesta realizada por el IEP en enero de 2008 en la Región Metropolitana de Santiago, el 97,2% señaló que se encuentra al tanto de que estamos ante un fenómeno mundial, aunque sólo un 32,9% indicó que conoce las causas y consecuencias del cambio climático

 

La incidencia ciudadana en el tema del cambio climático, podría hacer más eficaz la gestión de agendas climáticas en los ámbitos locales, regionales y nacionales. La ciudadanía tiene un aporte que brindar a la estrategia de gobernabilidad climática y a los planes de adaptación al cambio climático en cada país. Por tanto, es indispensable informar y educar a la ciudadanía y promover su participación activa en la gestión de políticas públicas para la adaptación al cambio climático.

 

Impacto del cambio climático en Chile

 

Según la Comisión Nacional para el Medio Ambiente de Chile, CONAMA, en su documento “Amenazas y Oportunidades para Chile, ESTRATEGIA NACIONAL DE CAMBIO CLIMÁTICO 2006”, la temperatura superficial global promedio de la atmósfera aumentó en 0.6°C durante el siglo 20. Las proyecciones y consecuencias serán cambios en la temperatura superficial de la atmósfera de 1.4 a 5.8°C y en los patrones de precipitación para los próximos 100 años. Debido a ello, habrá aumentos en el nivel del mar entre 8 y 88 cms; intensificación de eventos climáticos extremos (fuertes precipitaciones, inundaciones, olas de calor y sequías). Asimismo, habrá derretimiento de glaciares, erosión de bordes costeros, la aparición explosiva de epidemias,  daños en cultivos y en la biodiversidad, déficit del recurso hídrico y búsqueda de nuevas formas de energía.

 

La vulnerabilidad de Chile se debe a que tiene zonas costeras bajas; zonas áridas y semiáridas; áreas susceptibles a la deforestación o erosión, a los desastres naturales, a la sequía y la desertificación; áreas urbanas altamente contaminadas, y ecosistemas frágiles. Los estudios nacionales proyectados al 2040 indican la intensificación de aridez en zona norte, avance del desierto hacia el sur, reducción hídrica en zona central y aumento de precipitaciones al sur.

 

Desafíos ciudadanos

 

La CONAMA señala además que, entre otros, los principales desafíos de Chile en esta materia es difundir en la ciudadanía la problemática del cambio climático y desarrollar tres ejes de una Estrategia Nacional de Chile frente a este fenómeno: 1) Adaptación a los Impactos del Cambio Climático; 2) Mitigación de las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero; y 3) Creación y Fomento de Capacidades en Cambio Climático. Dentro de este último eje, un objetivo central de esta estrategia es difundir el cambio climático y crear conciencia en la ciudadanía; fomentar la educación e investigación; generar información de calidad y accesible para la toma de decisión; y desarrollar capacidades institucionales para la mitigación y adaptación.

 

En esta perspectiva, los desafíos clave a nivel de la sociedad civil, es generar formas inclusivas en la Estrategia Nacional de Adaptación al Cambio Climático, creando en la ciudadanía redes sustentables de educación, información, asociatividad y participación activa en las agendas y políticas públicas ambientales regionales y locales. Se deben formar y capacitar líderes sociales y ambientales en el conocimiento técnico-científico. Se debe avanzar en la constitución de mesas de trabajo con actores ciudadanos, económicos y de gobiernos locales con el fin de analizar las consecuencias y la adaptación al cambio climático. Se debe construir redes ciudadanas sustentables a nivel comunal, intercomunal e interregional, que participen activamente en las estrategias, agendas públicas locales, planes y acciones de adaptación al cambio climático. Se deben crear sistemas masivos, de alto impacto e interacción, de información y comunicación ciudadana sobre el cambio climático. Y, finalmente, se debe organizar campañas educativas que promuevan una nueva cultura climato-energética y nuevos hábitos de adaptación al cambio climático.

 

Redes ciudadanas

 

La adaptación al cambio climático es centralmente social y ciudadano, por que allí reside la mayor vulnerabilidad. Por ende, es preciso fortalecer el protagonismo de la sociedad civil dentro de las acciones asociativas sobre este tema. El actor ciudadano requiere socializar en su propio lenguaje el conocimiento técnico científico sobre el cambio climático. Requiere dotarse de formas modernas de cooperación y asociatividad en red. Y, sobre todo, requiere de la capacidad de incidir en las decisiones de las políticas públicas y en las agendas locales y regionales vinculadas al cambio climático.

 

Todo ello demanda de fortalezas ciudadanas propias y autónomas. Hay que privilegiar la construcción de redes ciudadanas sobre cambio climático, tanto en forma presencial (talleres, encuentros, actos públicos, campañas, agendas y compromisos, etc.) como también en forma virtual, es decir, conectadas vía Internet. Redes sustentables mediante la participación interactiva, en donde las decisiones sean horizontalmente colaborativas y no verticales o impuestas. La sustentabilidad de una red ciudadana se expresa y consolida en la medida que las decisiones ciudadanas son tomadas en cuenta y los ciudadanos tienen la fortaleza suficiente para hacerse oír y participar en las agendas locales.

 

Gobernanza climática

 

La gobernanza climática es, en rigor, el componente político del proceso de adaptación al cambio climático. Cada mesa de trabajo de gobernabilidad climática es una alianza amplia con participación de las organizaciones ciudadanas, los representantes de gobiernos locales y el empresariado local.

 

Estas mesas de trabajo asociativas constituyen una forma de gobernanza con el fin de analizar las consecuencias del cambio climático, así como elaborar agendas públicas locales y planes para cada sector sobre la adaptación a dichos cambios. Su peculiaridad se expresa en que cada sector coloca sobre la mesa, sus intereses y estrategias específicas respecto al cambio climático, en lo local y regional. Del mismo modo, su fortaleza radica en que esta alianza se manifieste y sostenga en Actas de Compromisos y Agendas Locales comunes respecto al cambio climático. No son simples declaraciones formales o buenas intenciones. Son acuerdos de acciones concretas comunes y asociativas para adaptarse a este fenómeno a nivel local y regional. Serían mesas básicamente operativas y con capacidad de incidir en decisiones públicas sobre cambio climático.

 

¿Qué podemos hacer como ciudadanos frente al cambio climático?

 

En diciembre de 2004, a propósito de un seminario en Santiago de Chile, hacíamos las siguientes reflexiones que consideramos aún vigentes:

 

“Si nos quedamos sólo con la información parcial de las cifras macro de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) de las grandes industrias, corporaciones y países, lo más probable es que arribemos también a conclusiones parciales. Es obligación de los gobiernos, las empresas, las instituciones globales y las organizaciones ambientales hacerse cargo de estas cifras macro, e implementar políticas y estrategias nacionales y globales que enfrenten el cambio climático. Ese es uno de los principales objetivos del Protocolo de Kyoto”.

 

No obstante, esa no es toda la realidad. La otra parte de la verdad, en las cifras micro, es que cada uno de nosotros cotidianamente también somos responsables de nuestras cuotas de emisión. Por tanto, debemos hacernos cargo de esa parte de la verdad. Tenemos el derecho a vivir en un ambiente saludable, y también tenemos el deber de contribuir como individuos a mejorar nuestra calidad de vida. No podemos excluirnos de nuestro propio papel en la gestión ambiental local y global. Según estudios, Chile ha ido aumentando las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por persona en toneladas métricas al año: 2001, 3,53; 2002, 3,45; 2003, 3,66; 2004, 4,06; 2005, 4,14. Esa, es nuestra propia responsabilidad individual.

(Ver: http://paises.enerclub.es/guia_ampliada/Chile--36/Energ%EDa--7/Emisiones%20de%20CO2%20per%20c%E1pita--97/index.html)

 

Construirnos como ciudadanos climáticos incluye, por ende, participar, dialogar y exigir a los gobiernos, empresas y entidades internacionales que cumplan con los acuerdos globales y que se implementen políticas nacionales frente al cambio climático. Pero también significa comprometernos con nuestra cuota personal para generar una cultura climática de ahorro energético, hábitos ambientalmente saludables y uso de alternativas de vida adaptables al cambio climático, entre otras muchas opciones. Eso sería actuar tanto en lo global como en lo local.

 

Capitalismo depredador: la fuente del cambio climático

 

Hoy el tema del cambio climático se ha instalado en las agendas mediáticas de Chile y el planeta. Ya no se discuten ni se objetan los fundamentos científicos que le dan sustento, aunque siempre hay quienes defienden sus intereses corporativos y tratan de desvirtuar la ciencia climática y morigerar su impacto.

 

No obstante, en el tratamiento público de su diagnóstico hay un tema nodal que pasa desapercibido o simplemente se le trata de subsumir en otros: las causas profundas de este fenómeno.

 

El cambio climático es la expresión condensada de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción de la modernidad y postmodernidad contemporáneas. A distinción de otros grandes temas ambientales, éste resume pristinamente en sí mismo las contradicciones insalvables de un capitalismo depredador del capital humano y del capital natural. Al llevar la acumulación de capital a su máxima expresión la expoliación de los recursos económicos, este sistema pone en riesgo inevitable la sobrevivencia no sólo de los actores productivos involucrados, sino del planeta en su conjunto. Al hacer un uso intensivo y extensivo de los combustibles fósiles como fuente energética y principales emisores de gases invernadero, este modo de crear bienes y servicios ha colocado en riesgo a toda la humanidad.

 

Esta contradicción vital se convierte, por tanto, en una contradicción transversal en la medida que atraviesa y afecta a todas las esferas de la vida de nuestras sociedades: el medio ambiente, la economía, la sociedad civil, la política, la cultura y la ciencia en su conjunto. Hoy por hoy no hay empresario, político, ciudadano o científico que honesta y conscientemente se pueda sentir lejano, extraño o ajeno a este tema. Todos estamos involucrados, querámoslo o no. Y si aún hay resistencia a aceptarlo y asumirlo, más tarde o más temprano todos lo haremos, debido a que su núcleo es la sobrevivencia o no de nosotros mismos y las generaciones futuras.

 

La razón de esta resistencia, indiferencia o inacción es obvia. Temas universales y complejos de este tipo van extendiendo su comprensión consciente en el mundo público, privado y social de manera desigual y diferenciada. El conocimiento científico aún no se ha traducido suficientemente en un conocimiento masivo y en un lenguaje ciudadano que permita acelerar este proceso cognitivo.  No se ha convertido aún en opinión pública. El debate y las iniciativas para su educación y difusión, recién están larvándose.

 

Por tanto, la estrategia contra el cambio climático debe considerar medularmente el núcleo central que lo ha ocasionado, desde la revolución industrial a la fecha. Es decir, se trata de una estrategia que, finalmente, debe imponerse como interpeladora y severamente crítica al sistema socioeconómico que ha predominado en el mundo como alterador del clima y generador de la inequidad y vulnerabilidad que todos conocemos. De no adoptar esta perspectiva, estaremos simplemente reeditando en materia climática las mismas fórmulas reformistas inviables con las que se ha maquillado la pobreza de nuestra gente.

 

Tiene razón el ex presidente Ricardo Lagos cuando dice que el tema del cambio climático es un tema político. Porque en definitiva son los decidores de las políticas públicas los que finalmente tienen la capacidad de generar las agendas, normativas y planes específicos para mitigar y adaptarse al cambio climático en cada país, región y planetariamente. Pero no sólo es político. Es también un tema económico que debe considerar la reestructuración de los sistemas productivos, matrices energéticas, modalidades de consumo y organización territorial del hábitat. Y allí está el meollo o el quid del asunto, porque está en cuestión el modelo neoliberal al que algunos apuestan como la panacea a nuestro sufrimiento y subdesarrollo.

 

Tiene razón Al Gore cuando dice que el tema del cambio climático es un tema moral y ético. Porque en definitiva se trata de un tema acerca del sentido y futuro de nuestra humanidad. Pero, precisamente por ser un tema ético, requiere de coherencia. Si una estrategia climática realmente pretende abordar de raíz el tema del cambio climático, no puede apelar a remedios que podrían ser peor que la enfermedad o, en el mejor de los casos, paliativos anestésicos. Porque, en rigor, los biocombustibles, tan preciados por el señor Al Gore, podrían provocar similares emisiones de gases invernadero, calamidades tóxicas, alteraciones transgénicas y, sobre todo, modificación de la estructura agrícola con severo impacto en las reservas alimentarias del planeta.

 

Finalmente, cuando hablemos y diseñemos una estrategia y planes que contemplen la densidad y la transversalidad ambiental, socio-económica, política y cultural del cambio climático, podremos entonces, al decir del señor Al Gore, convertir esta crisis planetaria en una oportunidad de transformación. Hoy, es imprescindible oponer a la crisis global, una estrategia integral.

 

Y si de transversalidad hablamos, entonces, por cierto estamos también hablando de voluntades políticas inclusivas en donde estén todos los que tienen que estar: ciudadanos, gobiernos y actores económicos. No hay agendas climáticas eficaces si no se establecen estrategias y planes en donde cada uno de ellos se involucre consciente y activamente. No hay salida posible si esta crisis climática no la transformamos en una oportunidad de cooperación transversal que contribuya a nuevas formas de gobernanza ambiental. Es más, no hay desafío global que no tenga un decisivo tratamiento local.

 

 

Agradecemos a la División de Organizaciones Sociales, DOS, del Ministerio Secretaría General de Gobierno el apoyo que nos ha brindado para la ejecución de este manual ciudadano y del proyecto sobre cambio climático. Sin ello no hubiera sido posible disponer de este material y de este proceso de participación ciudadana en este candente tema actual.

 

Agradecemos asimismo, a las organizaciones ciudadanas co-ejecutoras, a las autoridades y expositores de los temas especializados en cambio climático y a todos los ciudadanos y ciudadanas que participaron activamente en la generación de capacidades sociales y los espacios de diálogo e información sobre el cambio climático en sus respectivas regiones.

 

Agradecemos, del mismo modo, al Instituto de Ecología Política y a su director Manuel Baquedano la disposición de comprometerse con esta iniciativa ciudadana, su visión estratégica en este tema y su crucial apoyo institucional para el éxito de este proceso.

 

Finalmente, agradecemos a Mónica Rodríguez, la autora de este texto y a todo el equipo que desde diversas actividades han apoyado el desarrollo de este proceso ciudadano en la esfera del cambio climático: Ignacio Almonacid, José Altamirano, Ivonne Almazábal, Rosa María Moreno, Cristian Arismendi, Manuel Cortés, Cristian Villarroel, Anna Karin Gauding, Richard Pacheco, Juan Miranda y Marcelo Miranda.

 

 

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