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Luis Alberto Gallegos

Fortalezas y debilidades del Plan de Cambio Climático de Chile

Santiago, martes 9 de diciembre de 2008, por Luis Alberto Gallegos M., Editor del Boletín GAL.-  El Plan Nacional de Cambio Climático dado a conocer el 4 de diciembre pasado por el gobierno es concreción práctica y cumplimiento de los compromisos adquiridos por Chile, respecto al artículo 4.1(b) de la Convención Marco de Cambio Climático, CMNUCC, que señala que “las Partes deberán formular, aplicar, publicar y actualizar regularmente programas nacionales y, según proceda, regionales, que contengan (…) medidas para facilitar la adaptación adecuada al cambio climático”.(1)

 

Probablemente una de las ausencias notables –entre otras- de este Plan sea que no se haya explicitado suficientemente su origen y sentido. Por ello es que quizá haya cierta confusión respecto a su papel, atribuciones y funcionalidades.

 

El Plan de cambio climático es –o mejor dicho, debería ser- un proceso de corto, mediano y largo plazo, transversal e interactivo, y constantemente evaluable, flexible y perfeccionable. Es un proceso de permanente praxis y conocimiento. Este tipo de Plan debe entenderse como un concepto y metodología de la planificación ascendente y descendente. La planificación ascendente es el proceso de tránsito de lo local a lo global, de lo particular a lo general, con la amplia inclusión y participación de todos los actores. La planificación descendente, en cambio, es el flujo de lo global a lo local y de lo general a lo particular, cuyo primer paso es el diseño y generación estratégica del propio Plan.

 

En este sentido no es malo que este plan sea un “plan de planes”, como se le ha calificado desde algunas lecturas. Por el contrario, ese es su espíritu: constituirse en una herramienta que apoye la generación de planes locales, institucionales, sectoriales, sistémicos y organizacionales. No sólo debe ser un instrumento de permanente actualización del conocimiento técnico científico sobre el cambio climático en el país, las regiones y las comunas -particularmente las más vulnerables-, si no que debe constituirse en el eje rector de la planificación y gestión ascendente -institucional y ciudadana- y de las políticas públicas y sociales en mitigación, adaptación y fomento de capacidades.

 

Fortalezas…

 

El objetivo general del Plan es “Minimizar los impactos adversos al cambio climático, a través de acciones integradas que permitan determinar la vulnerabilidad país y las medidas de adaptación para enfrentarlos adecuadamente, aportando al mismo tiempo, a la mitigación de gases de efecto invernadero”.(2)

 

Una de sus primeras fortalezas –en análisis comparado con los planes climáticos de algunos países de América Latina, Unión Europea y Asia (3)-, lo constituye el uso de una estructura lógica muy bien afinada y estandarizada a otras experiencias internacionales. También lo es su avanzado estado del arte en el diagnóstico en materia científica acerca del impacto del cambio climático en Chile, sus regiones y localidades. Aunque en algunos casos –como, por ejemplo, los índices percápita de emisiones- se haya basado en datos desactualizados (4).

 

Asimismo, otro aspecto destacable es su concreción en cuanto a determinar plazos y responsabilidades, al punto de disponer de una carta Gantt muy precisa. Sin embargo, llama la atención algunas metas a corto plazo cuyos períodos de ejecución prácticamente estarían en la actualidad a un 50% de lo programado, no habiéndose ejecutado todavía política alguna al respecto.

 

Una fortaleza relevante del Plan es cuando señala, en materia de adaptación: “El Estado debe abordar el cambio climático de una manera explícita en las distintas políticas sectoriales e instrumentos de gestión que tienen relación con este problema global, de manera de contemplarlo como un eje estratégico en todos los ámbitos de la política pública” (5). Es decir, bajo este tenor, a partir de su publicación, este instrumento sobre el cambio climático se constituye en el eje articulador, transversal, estratégico y prioritario de las políticas públicas nacionales, regionales y locales. Es la primera vez que en nuestro país se plantea el tema del cambio climático bajo esta definición. La pregunta inevitable es: ¿hasta qué punto los servicios públicos del Estado y las municipalidades asumirán como vinculante esta definición?

 

Otra de sus fortalezas tiene que ver con el rediseño de la institucionalidad de cambio climático en el país a objeto de hacerla coherente con los propósitos del Plan. Allí se señala: “Es necesario revisar a la luz de la Estrategia y de la implementación de este Plan de Acción, el mandato y composición del Comité Nacional Asesor, así como ver mecanismos de hacer más activo su involucramiento en las decisiones de política pública en materia de cambio climático”(6). Este asunto es clave. Es indispensable generar una institucionalidad que permita realizar un efectivo monitoreo, evaluación y seguimiento del desarrollo de este Plan. El Comité Nacional habría agotado sus posibilidades y resulta indispensable crear otro organismo o refundar el mismo, de modo que adquiera más poder de gestión y coordinación del Plan incorporando a nuevos sectores clave, como la ciudadanía organizada.

 

El Plan señala: “Un aspecto central en el ámbito de la educación será la de relevar la problemática del cambio climático en la malla curricular de los distintos niveles educacionales del país, desarrollando los correspondientes programas educativos a nivel básico y medio, enmarcados en un Programa Nacional de Educación para el Cambio Climático” (7). Esto es fundamental. El cambio climático tendrá sus momentos peak en el 2025, 2050 y 2100. Y ello supone que las nuevas generaciones adopten sensibilidad, información y formación en torno a este tema, de modo que sean capaces de adoptar las decisiones apropiadas y eficaces en el momento oportuno. Decisiones que las generaciones anteriores no pudimos llevar a cabo.

 

Y debilidades…

 

En cuanto a las debilidades, lo más destacable es el insuficiente compromiso en materia de mitigación. En efecto, el Plan indica que “cabe señalar que, si bien nuestra contribución al aumento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero es baja (0,2%), según los datos obtenidos de inventarios anuales nacionales, las emisiones del país aumentaron un 300% en un período de 20 años (1984-2003), y que en estas estadísticas, el sector energía es el que mayores aumentos ha generado y generará al país” (8). Estas aseveraciones indican, por tanto, que resulta indispensable adoptar medidas drásticas y urgentes en esta materia.

 

No obstante, el Plan se atiene solamente a “efectuar un análisis para determinar el potencial total y sectorial estimado de reducción de emisiones que el país podría alcanzar, para un horizonte de tiempo dado (i.e., 2015, 2020, 2025 y 2030)” (9) y a enumerar algunas acciones en materia de eficiencia energética y energías renovables que resultan insuficientes para modificar sustancialmente la matriz energética del país (10). Ello a pesar de que existen estudios y propuestas mucho más audaces y ambiciosas de reducción de emisiones y política energética, tanto en el escenario internacional como nacional.

 

Hoy en Poznan, Polonia, se debaten novedosas propuestas en este rubro, principalmente del Reino Unido que será el primer país del mundo en hacer obligatorias las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero en un 80% hasta 2050 (11) y la UE que reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero un 30% en 2020 y un 80% en 2050 (esto supone que cada habitante emitirá dos toneladas de dióxido de carbono al año, el nivel de los países más pobres actualmente) (12).

 

De otro lado, en el plano nacional conocidas son, entre otras, las interesantes e innovadoras propuestas del Programa Chile Sustentable respecto a este tema que perfectamente pudieran constituirse en insumos de las políticas públicas en esta materia (13).

 

En un aspecto clave, el de la reducción de las emisiones o mitigación, el Plan resulta poco ambicioso y promisorio. En definitiva, en materia de compromisos de reducción de emisiones, el Plan se empantana en ambigüedades allí en donde se debe ser absolutamente preciso y exigente. No es posible ampararnos en consideraciones ya añejas del protocolo de Kyoto que no obligan a nuestro país a reducciones de emisiones.

 

En este sentido nos parece que supeditar nuestros compromisos como país en materia de mitigación al apoyo tecnológico y financiero de los países industrializados podría entenderse como parte del proceso negociador en las cumbres internacionales pre-Copenhague (14). Pero en nuestra política interna es preciso dar un salto adelante que evidencie voluntad política, propósitos ambiciosos en reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y dar señales de liderazgo coherente en el escenario regional latinoamericano en esta materia. Ello cuando precisamente se habla de responsabilidades comunes y diferenciadas en este rubro. Toda decisión o indecisión en este ámbito, tiene un impacto global. Y es hora que seamos consecuentes entre nuestra palabra y nuestros gestos.

 

Otra de las debilidades sustanciales del Plan se refiere a la participación ciudadana en la adaptación y generación de capacidades ante el cambio climático. Definitivamente, el Plan no considera a la sociedad civil como un actor fundamental en su desarrollo. Tal como señaláramos en una consulta ciudadana en doce regiones del país en octubre 2008, la adaptación al cambio climático es centralmente tarea ciudadana, por que es en el mundo social donde reside la mayor vulnerabilidad y los mayores riesgos ante su impacto. Por ende, es preciso fortalecer el protagonismo de la sociedad civil con acciones asociativas en torno a este tema. El actor ciudadano requiere socializar en su propio lenguaje el conocimiento técnico científico sobre el cambio climático. Requiere dotarse de formas modernas de cooperación y asociatividad en red. Y, sobre todo, requiere de la capacidad de participar, proponer e incidir en las decisiones de las políticas públicas y en las agendas locales y regionales vinculadas al cambio climático.

 

Una debilidad crucial del Plan es la ausencia de políticas públicas sobre adaptación al cambio climático a nivel local. No hay manera de enfrentar este fenómeno global, si no es desde la Gestión Ambiental Local, GAL. Y este tipo de gestión o Agenda Local 21, debe urgentemente incorporar el cambio climático a la actividad socio-política-ambiental de la comuna, el barrio y la Región. El Plan debe constituirse en una herramienta de fomento y de articulación de los planes locales, institucionales, sectoriales, sistémicos y organizacionales. Y estos planes particulares deben tener como funciones las siguientes:

 

  1. Levantar mapas de fuentes de emisión local de GEI
  2. Levantar mapas de vulnerabilidad en la comuna o el barrio
  3. Diseñar Planes de Mitigación y Adaptación Local-Comunal
  4. Incluir el cambio climático en las políticas públicas locales: Pladecos, Ordenanzas, normativas
  5. Generar espacios públicos de diálogo sobre el cambio climático
  6. Organizar campañas de información a la ciudadanía
  7. Promover la educación climática formal y no formal
  8. Organizar mecanismos de fiscalización ciudadana de fuentes emisoras locales de GEI
  9. Gestionar y ejecutar proyectos socioeconómicos locales de Mecanismos de Producción Limpia
  10. Generar una cultura climática mediante formación, nuevos hábitos y estilos de vida que contribuyan a adaptarse al cambio climático

 

Las prácticas innovadoras respecto a estas Agendas Locales de Cambio Climático ya se visualizan en las experiencias de la Red de Cambio Climático de América Latina de 2004, con 294 miembros (15); con la campaña contra la desertificación de El Canelo de Nos en la IV Región desde 2005 (16); con los proyectos regionales de Casa de la Paz en 2007 (17); con la recientemente constituida Alianza por la Justicia Climática por 14 ONGs chilenas (18); por los Diálogos Ciudadanos de Cambio Climático del IEP en 12 regiones en 2008 (19) y por los casi 200 proyectos locales de cambio climático financiados por el Fondo de Protección Ambiental, FPA, para 2009 por la CONAMA. Son estas experiencias de gestión ambiental local sobre cambio climático que el Plan debe potenciar, articular, recoger experiencia, sistematizar y fomentar para su réplica en el país.

 

Otras debilidades del Plan se relacionan con notables ausencias de temas con indiscutible peso específico en este escenario:

 

1)       La identificación de ecosistemas, especies de la flora y la fauna más vulnerable al cambio climático en nuestro país no está lo suficientemente explicitado.

2)       Los bosques como los grandes sumidores de CO2 y los glaciares como las grandes reservas de agua para Chile, no están instalados como prioridades en las políticas públicas del Plan para su urgente protección.

3)       Las formas de adaptación de la agricultura y una posición clara ante los organismos genéticamente modificados -que para algunos países y sectores aparecen como formas de adaptación-, no están en el Plan.

4)       El turismo no figura, a pesar de que nuestro país tiene un potencial enorme en este rubro, e incluso en la última cumbre mundial de turismo de hace unos meses en Lima, el tema de agenda central era, precisamente, el impacto del cambio climático en estas actividades.

5)       El ordenamiento territorial y los planes reguladores aparecen sólo en lo relativo a zonas costeras vulnerables, cuando estos temas debieran ser considerados en la actualización de todas las normativas y ordenanzas comunales y regionales sobre esta materia.

6)       Las migraciones o refugiados ambientales o climáticos tampoco se incluyen, cuando nuestro país y la Región están procesando flujos migratorios cuyas motivaciones ya no sólo serían económicas, sino también ambientales.

7)       La política de biocombustibles y la nuclear sólo se les menciona sin profundizar en sus reales implicancias como fuentes energéticas y como supuestas panaceas al cambio climático.

8)       La gestión de riesgos, políticas de prevención y papel de los sistemas de seguros tampoco se han considerado, cuando en otros países este aspecto ya se ha instalado en la generación de planes ante desastres, alertas tempranas y revisión de las coberturas de aseguradoras.

9)       Las comunicaciones y la información en los sistemas y medios de difusión no aparecen como uno de los instrumentos claves en la generación de una nueva cultura climática.

10)    El rol y políticas del Estado ante las mujeres, indígenas, trabajadores y tercera edad, en cuanto segmentos sociales vulnerables al cambio climático, brillan por su ausencia.

11)    Los eventuales beneficios que el cambio climático podría conllevar para ciertos procesos productivos silvoagropecuarios, no se mencionan.

 

En definitiva, este Plan contiene fortalezas que hay que afirmar y perfeccionar, pero también tiene severas debilidades que deben ser subsanadas a la brevedad. Es indispensable generar en el país un gran movimiento de diálogo, información, debate y participación ciudadana respecto al Plan Nacional de Cambio Climático. Es preciso organizar consultas ciudadanas en todas las regiones y comunas.

 

Los medios de comunicación no se han hecho eco de este proceso y, salvo excepciones, han obviado de sus agendas este urgente tema. Es momento propicio a que se fomente el papel y participación activa de los medios locales, regionales y ciudadanos. Los grandes medios se han autoexcluido de esta enorme tarea. Hay que privilegiar a los medios que sí están cercanos a la gente.

 

Finalmente, el Instituto de Ecología Política, IEP, ha realizado una primera versión de estas consultas en doce regiones de Chile. Se disponen de instrumentos, metodologías y diseño de propuestas ciudadanas que están a disposición de las autoridades pertinentes y de la sociedad civil. Pero ello no basta. Ahora el Estado debe promover que las organizaciones ciudadanas emitan su opinión respecto a este diseño estratégico de planificación descendente y le imprima su sello social en forma ascendente. Es hora de actuar. Nadie sobra en este proceso. Ahora llega el momento propicio de la voz ciudadana en el tema del cambio climático.

 

NOTAS

 

(1)       www.humboldt.org.co/download/cambioclima.pdf , p. 7

(2)       Plan de Acción Nacional de Cambio Climático, 2008-2012, p. 40.

(3)       Ver Planes de Cambio Climático de Argentina, Bolivia, Perú, México, Venezuela, Canadá, España y China en: http://www.radioclima.org/nweb_portal/site/lista_archivo.php?id=43

(4)       El Plan señala: Por otro lado, Chile aparece en la posición 90 respecto a las emisiones de CO2 per cápita en el mundo para el año 2004, con un valor de 3.9 ton CO2/habitante, de acuerdo al “Informe sobre desarrollo humano 2007-2008: la lucha contra el cambio climático”, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2007). En el contexto sudamericano, Chile aparece como el segundo país más alto en cuanto a este indicador de emisiones de CO2 per cápita”. ibidem. P. 17. No obstante, según otros estudios, “Chile ha ido aumentando las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por persona en toneladas métricas al año: 2001, 3,53; 2002, 3,45; 2003, 3,66; 2004, 4,06; 2005, 4,14”. http://paises.enerclub.es/guia_ampliada/Chile--36/Energ%EDa--

7/Emisiones%20de%20CO2%20per%20c%E1pita--97/index.html

(5)       Ibidem, p. 32

(6)       Ibidem, p. 25. Este Comité Nacional Asesor sobre Cambio Global tiene por “objetivo central asesorar y coordinar a las distintas instituciones vinculadas a los temas de cambio climático y de cambio global, y en especial al Ministerio de Relaciones Exteriores y a la Comisión nacional del Medio Ambiente”. Diario Oficial/Normas Generales/Año 1996/DO 29/05/1996. Docto 466 1996 Ministerio de Relaciones Exteriores. Asimismo, el Plan dice: Con el propósito de cumplir los compromisos adquiridos en materia de cambio climático, como el desarrollo de comunicaciones nacionales, en 1996 se creó el Comité Nacional Asesor sobre Cambio Global, que actúa como órgano consultivo nacional para abordar la temática en Chile. La presidencia le corresponde a CONAMA, la vicepresidencia al Ministerio de Relaciones Exteriores y lo integran, además, el Ministerio de Agricultura, la Comisión Nacional de Energía, la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante, la Dirección Meteorológica de Chile, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile, la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, y la Academia Chilena de Ciencias. El decreto de creación indica que el Comité puede invitar a sesionar a otras instituciones e individuos, según sea necesario”. Plan de Acción Nacional de Cambio Climático, 2008-2012, p. 23

(7)       Ibidem, p. 36.

(8)       Ibidem, p. 34

(9)       Ibidem, p. 51

(10)    Según el Plan se llevarán a cabo las siguientes acciones específicas en materia de eficiencia energética y energía renovable: “1. Mejorar las estimaciones del potencial de ahorro y eficiencia energética a escala nacional y regional, por sector de consumo. Para ello, se cuantificará el potencial de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, con la aplicación del plan de acción 2007-2015 de Programa País de Eficiencia Energética, cuyo objeto es limitar el crecimiento del consumo de energía en sectores como: transporte, industria, minería, público y residencial. Adicionalmente, se establecerá el potencial de reducción de dicho programa respecto de la línea de base.

2. Fortalecer el Programa País de Eficiencia Energética, conforme a los resultados del potencial de ahorro y eficiencia energética, a objeto de reforzar las acciones en materia de eficiencia energética en el sector de construcción, comercial, residencial, industrial y de transporte, y evaluar su potencial de mitigación futura.

3. Estudiar el potencial de generación energético renovable. Para ello, se obtendrá y cuantificará el potencial de limitación del crecimiento de emisiones de gases de efecto invernadero, producto de las nuevas inversiones que se realicen en este ámbito, como resultado de las acciones de promoción del desarrollo de energías renovables no convencionales en el país y de las adecuaciones regulatorias realizadas.

4. Realizar un monitoreo permanente de la evolución de la línea de base actual y proyectada, a efectos de dar cuenta de la evolución natural del crecimiento de la demanda, así como las nuevas condiciones que se presenten en la oferta energética.

5. Crear el Centro de Energías Renovables, como apoyo a la definición de políticas y de orientación a los inversionistas.

6. Ejecutar el fondo de garantía estatal para inversión en energías renovables y eficiencia energética.

7. Impulsar la instalación de sistemas solares térmicos o para generación de electricidad, en los sectores público, comercial, residencial e industrial, aprovechando al máximo los recursos solares que Chile posee.

8. Proveer la infraestructura y seguridad necesarias para el uso masivo y habitual de la bicicleta como medio de transporte”. Ibidem, p. 51

(11)    http://ania.urcm.net/noticia.php3?id=26183

(12)    http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Europa/afronta/dividida/cumbre/clima/elpepisoc/20081207elpepisoc_6/Tes

(13)    Ver Aporte potencial de: Energías renovables y no convencionales y eficiencia energética a la matriz eléctrica 2008-2025 en: http://www.chilesustentable.net/

(14)    “La aplicación de la responsabilidad del conjunto de los países no Anexo I, debe darse en un marco de decidido apoyo tecnológico y financiero, por parte de los países Anexo I y de construcción de capacidades en los propios países no Anexo I, conjugando las circunstancias y capacidades nacionales. Estas últimas serán evidentes en la medida en que existan estudios que posibiliten una adecuada toma de decisiones”. Documento presentado por la delegación chilena en la Cumbre de Poznan, p. 2. Ver Boletín GAL 696 del martes 9 de diciembre de 2008.

(15)    http://espanol.groups.yahoo.com/group/cambioclimaticoglobal/?yguid=129096281 Esta red se constituyó en diciembre de 2004 por representantes de 40 organizaciones ciudadanas, quienes emitieron la Declaración de Santiago: Los miembros de ONG, universidades, municipalidades, empresas y entidades de comunicación, expresamos:
1.- Compartimos el consenso científico de que el Cambio Climático se altera y se debe a las actividades humanas que modifican la composición atmosférica que expone principalmente las áreas más vulnerables de la sociedad, la economía, la flora, la fauna y las vidas de nuestros compatriotas.
2.- Sostenemos que para enfrentar el cambio climático ya actuante en Chile, es indispensable la revisión de algunos paradigmas y abrir nuevos espacios de reflexión y participación.
3.- Nos comprometemos a integrar nuestras voces particulares a un espacio más grande, a través de organizaciones y redes como la que estamos formando actualmente.
4.- Nuestras propuestas para el efecto del cambio climático se basan en Mapas Conceptuales.
5.- Nos comprometemos a crear una Estrategia sobre el Cambio Climático, que permita incidir en el nivel político, a nivel de la gobernabilidad, y permita avanzar en la creación de una Masa Crítica identificada con su entorno.
6.- Nos comprometemos a generar una Metodología de Estudio y Conocimiento sobre el Cambio Climático.
7.- Nos comprometemos a crear una Red de Cambio Climático independiente, con un propósito propio y sin tildes organizacionales.
8.- Compartimos el criterio de que el tema del cambio climático lo contextualizamos en el amplio tema ambiental, entendiéndolo como una amplia gama, un gran abanico donde juegan factores como el político, el económico, el filosófico y el religioso.
9.- Reiteramos que es necesario crear una Estrategia Educativa a Largo Plazo con una Visión Holística.
10.- Convenimos en presentar esta Declaración ante la sociedad civil de Chile, América Latina y El Caribe.
Santiago, 2 de Diciembre del 2004.
Adolfo Cortés (CODELCO), Alejandro González (CODEP), Bernardo Reyes (IEP), Carlos Díaz (CODEP), Carmen Blumberg (IEP), Carolina Heidke (Universidad de Valparaíso), Carolina Silva (Casa de la Paz), Cecilia Araya (CODEP), Claudia Martínez (Municipalidad de Huechuraba), Claudia Quezada (Universidad de Valparaíso), Cristián Villalobos (CODEFF), Cristián Villarroel (IEP), Domingo Valdebenito (Universidad de Playa Ancha), Erick Maturana (Universidad ARCIS), Estela Ospina (Consultora Ambiental), Felipe Oyarzún (Municipalidad de San Bernardo), Flavia Bustos (CODEFF), Fresia Figueroa (RENACE), Gisela Sanhueza (Colegio La Inmaculada de Peñaflor), José Luis Barías (Consultor Ambiental), Juan Orellana (Municipalidad de San Bernardo), Juan Pablo Muñoz (Universidad ARCIS), Karl Böhmer (Universidad ARCIS), Luis Gallegos (Coordinador del Seminario), Marlen Soto (Universidad de Valparaíso), Melania Paredes (Universidad de Valparaíso), Miriam Pinto (CODEFF), Orlando Ruz (CODEFF), Oscar Ponce Universidad ARCIS), Pamela Garay (Universidad de Valparaíso), Paula Solar (Municipalidad de Pudahuel), Paulina Aldunce (Universidad de Chile), Rodrigo Mellado (CODEFF), Rosa Flores (CODEFF), Rosita Garay (Universidad de Chile), Roxana Bórquez (Universidad de Chile), Sofía Merino (Universidad de Valparaíso),  Ximena Salinas (CODEFF), Lake Sagaris (VP, Ciudad Viva), Rubén Cárdenas Galindo (Estudios Agrarios Ancud)

(16)    http://www.elcanelo.cl/nweb_portal/proyectoriohurtado/documentos.php?codCategoria=1

(17)    http://www.casadelapaz.cl/casadelapaz/publico/portada.htm

(18)    www.justiciaclimatica.cl

(19)    http://radioclima.org/usuarios/intranet-lista.php?id=1 Este proyecto lo realizó el Instituto de Ecología Política en doce regiones con el apoyo de la DOS: Región de Los Ríos, Región de Arica-Parinacota, Región de Tarapacá, Región de Antofagasta, Región de Coquimbo, Región de Atacama, Región de O`Higgins, Región del Maule, Región de BioBio, Región de La Araucanía, Región de Aysén, Región Metropolitana. Participaron 552 líderes sociales y se  elaboraron 11 Planes Regionales de Cambio Climático que se pueden descargar del portal indicado.

(20)    http://www.fpa.conama.cl/efpa/nomina.php?id_expediente=730980&nomina=proyecto_admisibilidad

 

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