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Luis Alberto Gallegos

Balance de la Cumbre Climática de la ONU

Santiago, jueves 25 de septiembre de 2014, por Luis Alberto Gallegos, editorial del Boletín GAL.-  Tal como se preveía, la Cumbre Climática de la ONU este 23 de septiembre, culminó sin pena ni gloria. Es una lástima que una instancia que suele equipararse a un Parlamento Global de los Gobiernos y Pueblos del Mundo, no se constituya en una eficaz herramienta de debates profundos, resoluciones, decisiones vinculantes y acciones concretas y no solo de palabras, promesas y buenas voluntades. Los signos de los tiempos ya no están para más discursos inconducentes.

 

Tienen razón quienes consideran que la ONU se ha convertido en un organismo anquilosado a merced de las grandes potencias y que requiere de nuevos aires democratizadores y renovadores en sus mecanismos, y sobre todo en su sistema de financiamiento. La ONU es un edificio que se está resquebrajando y sus reglas ya no se respetan. La ONU requiere ser reformada.

 

Las metas de Ban Ki-moon con la Cumbre

 

Por cierto que Ban Ki-moon no se propuso grandes metas en este evento, tan solo, escrutar opiniones, sondear las disponibilidades de los gobernantes asistentes e ir tejiendo la estructura de alianzas para las COP 20 (Lima) y la COP 21 (París).

 

Además, Ban sabía que una potente motivación para inspirar a los líderes de esta Cumbre era -qué duda cabe-, la Marcha Global de la Ciudadana contra el Cambio Climático del 21 de septiembre, que tuvo su epicentro precisamente en Nueva York. Ban la supo aprovechar muy bien, incluso adhiriendo en su discurso a los slogans más relevantes de las pancartas de los manifestantes.

 

Todos los gobernantes asistieron a esta Cumbre con este telón de fondo y cuidándose de no generar roces innecesarios con la sociedad civil global o con los movimientos socio ambientales de sus respectivos países. Todos se “abuenaron” con Ban y con la opinión pública internacional que los escrutaba al milímetro.

 

Aunque Ban Ki-moon, se mostró satisfecho ante los resultados de esta Cumbre Climática, hay quienes, sin embargo, la consideran como un lavado de cara sin grandes novedades.

 

Reacciones de los protagonistas

 

Curiosamente, fue el presidente de EEUU, Barack Obama, quien aterrizó y anunció medidas para ayudar a otros países a combatir el cambio climático, al considerar que es necesario adoptar un acuerdo  mundial “ambicioso” en el que todos los países se impliquen, y que “no puede haber excepciones”. “Reconocemos nuestro papel a la hora de crear este problema y aceptamos nuestra responsabilidad para combatirlo. Pero solo podemos tener éxito si todos los países se nos unen en este esfuerzo. No puede haber excepciones”, dijo Obama en su intervención en la Cumbre del Clima. Es de recordar que la enorme “tapa” que tiene Obama en el Congreso para sus iniciativas climáticas internas, es el Partido Republicano. A este respecto es de anotar que los Rockefeller ahora están abandonando el negocio del petróleo y se orientan a las ERNC, por una simple razón, la tendencia a la mayor tasa de ganancia a nivel global para las décadas futuras, migrará hacia las energías limpias. Con este precedente, es posible que los Republicanos atinen, dejando de lado sus prejuicios ideológicos, a hacer lo propio que los Rockefeller y le den luz verde a Obama en sus iniciativas ambientales. Por cierto, el tema ambiental y climático, también es un negocio rentable para las corporaciones transnacionales.

 

Paradojalmente, de quienes se esperaba más propuestas concretas, como del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, su intervención sin embargo, se redujo a una reiterada crítica a la falta de voluntad de los países ricos para luchar contra el cambio climático y las “soluciones capitalistas” que proponen, y lamentó que los países ricos sigan “proponiendo soluciones capitalistas con el viejo modelo destructor para darle respuesta a los gravísimos problemas que se han creado en los últimos cien años”. Es decir, más denuncias y menos propuestas concretas.

 

Por su parte, el presidente Ollanta Humala en la clausura de la Cumbre sostuvo que la COP 20 –que se realizará en Lima en diciembre de este año-, debe producir “un documento claro y coherente del nuevo acuerdo climático a ser suscrito en el año 2015”, en la COP 21. Aunque Humala dentro de su país enfrenta una oposición ciudadana que le reclama incoherencias ambientales ad portas la COP 20, parece que las críticas a este gobernante “le resbalan”.

 

China realmente si supo aprovechar este evento global para hacer un lavado de imagen audaz ante la comunidad global. Sabiendo que su estrategia geopolítica global requiere ser aceitada ante determinados países y pactos con los que necesita articular su expansionismo, China anunció a los cuatro vientos su decisión de reducir en un 40% las emisiones de CO₂ para el 2020. Aunque el viceprimer ministro Zhang Gaoli no supo explicar cómo va a lograr tal meta en un país que se ha convertido en el mayor emisor de GEI del mundo. Una incógnita. Si en el 2020 en China se lograse ello y si le creyésemos a Gaoli, por cierto que sería un buen ejemplo a seguir para otras potencias grandes emisoras de GEI. Ojalá todo esto no sea solo palabras…

 

La delegación rusa en la Cumbre del Clima se limitó a llamar a todos los países a firmar el acuerdo del clima independientemente del nivel de su desarrollo económico, según el representante especial del presidente ruso para asuntos climáticos, Alexander Bedritski. En otras palabras, Rusia no tiene nada que exhibir al respecto. 

 

Por su parte, la Unión Europea reafirmó su propuesta que plantea para 2030: una mitigación de los gases contaminantes en un 40% por debajo de los niveles de 1990, un incremento del 27% de la energía consumida procedente de energías renovables y un aumento del 30% en la eficiencia energética. Nada nuevo respecto a los compromisos que la UE ha venido planteando en los tiempos recientes y que la han convertido actualmente en la región líder en iniciativas ambiciosas sobre el cambio climático. Es probable que las mejores cartas de la UE sobre este tema las esté guardando bajo la manga para diciembre del 2015, cuando la COP 21 se realice en su territorio, en París. Es muy posible que Europa allí pretenda constituirse en quien lleva la batuta sobre el cambio climático a nivel global, disputándole el liderazgo a otras potencias. La COP 21, por cierto, es el evento clave del siglo en materia climática y de supervivencia de la humanidad y del Planeta. Y eso la UE lo sabe perfectamente.

 

Papel de Chile

 

Finalmente, quién realmente mostró un papel de estadista, con propuestas concretas, con un despliegue sorprendente de relaciones internacionales y capacidad de alianzas y asociatividad entre países, fue la presidenta Michelle Bachelet.

 

En esta Cumbre, Bachelet expuso las 7 prioridades (ver nota aparte) y compromisos de Chile ante la comunidad internacional y ante la propia ciudadanía del país, respecto al cambio climático. Siete prioridades que compartimos plenamente y que constituyen los ejes de los desafíos de Chile sobre el calentamiento global. Siete prioridades que incluyen lo sustancial de nuestras cuatro propuestas planteadas en este mismo Boletín (Nº 1727).

 

Podríamos anotar o agregar la necesidad de incorporar la transversalidad de la participación ciudadana como un componente clave de cada una de ellas. Ello, será tarea de nuestra propia ciudadanía que lo plantee y exija, así como de la sensibilidad ciudadana con que el gobierno de Bachelet administre sus políticas públicas.

 

Rol de la ciudadanía global y local

 

Para culminar, percibimos que las consideraciones que la ciudadanía de nuestro país podría extraer de esta Cumbre Climática, en lo fundamental son positivas, por tres razones:

 

Una primera porque permitió mostrar nuevamente que las movilizaciones sociales –como la de este 21 de septiembre y la demostración de fuerza ciudadana en la COP 15 de Copenhague en el 2009-, expresan la potencia, compromiso y capacidad de nuestra gente de incidir en las voluntades y decisiones políticas de los gobernantes respecto a los temas ambientales y climáticos.

 

Una segunda, porque permite visualizar los discursos, la praxis y las tendencias políticas y climáticas de los bloques de poder actualmente vigentes en el Mundo y a nivel latinoamericano y, de acuerdo a ello, aproximarnos al diseño de una propia estrategia de la ciudadanía climática, pensando sobre todo para este diciembre en Lima con la COP 20.

 

Y una tercera, porque, tal como señalamos en el editorial del Boletín antes indicado: “los esfuerzos por la mitigación de GEI y por la adaptación al cambio climático, debe reposar sustancialmente en las voluntades y decisiones políticas de los gobiernos –principalmente los más vulnerables-, en su capacidad de asociatividad regional, en su rechazo a la irracional ceguera de las superpotencias y en la gestión ambiental local de las propias comunidades en riesgo”. (FIN)

 

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