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Luis Alberto Gallegos

La comunicación es parte sustancial de la investigación científica

La comunicación es parte sustancial de la investigación científica

Por: Luis Gallegos, Periodista, Chile.

Los colegas Alex Fernández y Saúl Escalera, han intervenido recientemente en torno a las relaciones entre la ciencia y el periodismo. Un tema holístico apasionante sobre el cual me quiero referir.

En verdad en esta balbuceante postmodernidad vivimos de manera muy lenta un proceso de transdisciplinaridad que a veces es natural que nos confunda. Las diversas disciplinas científicas o humanísticas tienden a entrecruzarse, acercándose o refractándose del mismo modo como antaño lo eran la religión y la ciencia. Pero esto es ya asunto del pasado. La teología de la liberación nos ha iluminado para entender este dilema. Sin embargo entre el periodismo y la ciencia no tenemos teología y ocurre algo semejante, guardando las especificidades y distancias. No disponemos de una lectura común entre una y otra disciplina estando frente a un mismo hecho objetivo. Cada una tiene sus propios propósitos, metodologías e instrumentos. Sin embargo en lo que sí ambas coinciden es que sus productos deben estar al alcance del público. Tal como Dan Brown nos dice en su novela(1), los científicos publican o perecen. Y los periodistas, para qué decirlo, se deben a sus receptores. El problema radica en cómo acceder al público. En otras palabras, cómo los códigos científicos y los códigos de la comunicación se fecundan de modo que cada una, preservando su rigurosa intangibilidad, conquistan la atención de los lectores, los apasionan y crean condiciones de transformar la realidad a través de las acciones correctas de quienes tienen que adoptar las decisiones respectivas.

No obstante, en este camino de tender puentes entre el periodismo y la ciencia, o mejor, entre la comunicación y la ciencia, hay que ser pragmáticos. No es hora de cegarnos en los dogmatismos, ideologismos o celos disciplinarios que a veces nos acechan. No estamos hablando de filosofías, sino de cómo dos disciplinas se sirven y apoyan co-laborativamente en llegar al público.

Para tales efectos, el colega Fernández nos sugiere programas de intercambio, "con becas para periodistas por parte de departamentos de ciencia o programas de periodismo para desarrollar cursos básicos de filosofía y metodología de la ciencia". Mientras que Escalera nos propone "producir siempre dos tipos de informes sobre lo que descubrimos: (1) uno científico-tecnológico con lujo de detalles y conclusiones de rigor científico arbitrada por pares científicos y publicable en revistas especializadas, y (2) otro en lenguaje común, para hacer disponibles las innovaciones que hemos realizado a la sociedad en general, para que luego ella plantee a sus legisladores que moldeen las políticas y regulaciones sobre cómo se debe utilizar dicha tecnología para bien de la sociedad".

Ambas propuestas son válidas pero no suficientes. En la educación formal, las universidades o instituciones académicas de educación superior ofrecen carreras de periodismo o de comunicación social con mallas curriculares que incluyen -no siempre en todas- los ramos de epistemología, periodismo científico o periodismo ambiental. Pero al parecer y a la luz del estudio realizado por la Escuela de Periodismo y Medios de Comunicación de la Universidad de Minnesota, ello no es suficiente. Y no es suficiente porque habitualmente no son científicos quienes dictan esas cátedras de modo que puedan expresar los códigos específicos que la ciencia utiliza en su proceso del conocimiento.

En el caso de las carreras científicas tampoco existen mallas curriculares que incluyan ramos de comunicación o periodismo o redacción, excepto en especialidades de informática donde se trabajan ramos de redes de comunicación o comunicación de datos o lenguajes algoritmicos. Los ramos electivos u optativos tampoco brindan la ocasión para que los estudiantes transiten por las comunicaciones, sino que se les ofrecen alternativas vinculantes a la especialidad científica o que sirva de refuerzo a la misma.

En resumen, aún no disponemos de una educación formal que posibilite un trasvasije de conocimientos entre ambas disciplinas. Hay que crear nuevas mallas curriculares que incorporen tanto nociones básicas de comunicación en las disciplinas científicas, como nociones de gestión del conocimiento científico en las disciplinas de comunicación y periodismo.

A las becas y a los dos tipos de informes que proponen nuestros colegas mencionados, hay que añadir también la creación de formas de educación no formal que tanto científicos como comunicadores tenemos la obligación de organizar, que nos permitan incentivar y multiplicar los vasos comunicantes entre ambas disciplinas. Seminarios, encuentros, equipos interdisiciplinarios, proyectos de investigación conjunta, estrategias de comunicación co-laborativas, reportajes con profesionales de ambas disciplinas. etc. La creatividad puede ser muy vasta para ingeniarnos en esta novedosa y necesaria gestión del conocimiento holístico y transdisciplinario. Este es el reto.

(1) Dan Brown, "Angeles y Demonios", Umbriel, España, 2004. P. 229

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