LAS RADIOS COMUNITARIAS COMO HERRAMIENTAS PARA LA ACCIÓN AMBIENTAL
Ponencia
Las Radios Comunitarias como Herramientas para la Acción Ambiental
II Seminario Internacional de la Red de Comunicación Ambiental de América Latina y El Caribe
Asunción, 23-24 de Mayo del 2002
I.- PERÍODO CON MÁS DEBILIDADES QUE FORTALEZAS.-
El optimista proclama que vivimos en el
mejor de todos los mundos posibles, y el
pesimista teme que esto sea cierto
- James Branch Cabell (1879-1958)
(Manual del Pesimista, Eric Marcus)
En los primeros años de la década de los 90 el movimiento ambientalista latinoamericano tuvo grandes expectativas respecto al desarrollo de políticas ambientales y de avances no menores en algunas áreas. No obstante, este período no ha sido precisamente exitoso para la gestión de un medio ambiente sano y limpio, y en particular en los temas que constituyen la preocupación y quehacer cotidiano del movimiento ciudadano, medios de comunicación comprometidos y redes no gubernamentales ambientales.
En América Latina, el patrimonio y calidad de los recursos naturales se han revertido en casi todas las áreas. Por ejemplo, desde el punto de vista de la fauna marina, las ocho especies más importantes continúan en riesgo real de extinción -como en el caso de las ballenas-, donde su depredación continúa casi intacta por parte de flotas y factorías extranjeras. El cambio climático global ha provocado situaciones de riesgo de desastres o catástrofes de inundaciones o sequías en varias zonas, así como ha acelerado el deshielo en la Antártida.
En el caso de la contaminación de los océanos y el agua dulce, casi la totalidad de los recursos hídricos superficiales y subterráneos está de alguna manera afectada por la presencia de residuos sólidos o tóxicos industriales y mineros. Asimismo, la amplia variedad de especies forestales nativas se ha visto desplazada frente a la política de arrasamiento y destrucción de los aserraderos y las plantas de procesamiento industrial. El tratamiento de los residuos sólidos domiciliarios e industriales en las grandes ciudades no clasifica, no recicla, ni logra crear un sistema de recolección eficiente y limpio del procesamiento, por lo que continúa siendo un problema sin resolver en sus causas de fondo y para el largo plazo. La calidad del aire en algunas capitales permanece dentro de los graves rangos de contaminación atmosférica, por incidencia del transporte masivo urbano y el no uso de energías limpias y renovables en el parque automotor.
El modelo económico de imperante en la región no ha logrado hasta el momento sortear con éxito el anhelado equilibrio entre el denominado libre mercado y políticas ambientales sanas y limpias. Eso lo indican los estudios elaborados por organizaciones no gubernamentales e instituciones académicas. Al parecer, el modelo neoliberal es consustancial intrínsecamente a una gestión ambiental precaria, vulnerable y adversa a un desarrollo efectivamente sustentable.
Uno de nuestros observadores contemporáneos más sensibles y agudos ante lo que ocurre en nuestro mundo actual, Eduardo Galeano, señala que las empresas más exitosas del mundo son también las más eficaces contra el mundo. Esas empresas, las más desvastadoras del planeta, figuran entre las que más dinero ganan. Su representante, el presidente George Bush, lo explicó claramente en 1992 al negarse los EE.UU. a firmar la Convención de Biodiversidad en Río de Janeiro: “Es importante proteger nuestros derechos, los derechos de nuestros negocios”. El siglo veinte, artista cansado, termina pintando naturalezas muertas. El exterminio del planeta –continúa Galeano-, ya no perdona a nadie. Ni siquiera al norte triunfal, que es el que más contribuye a la catástrofe y, a la hora de la verdad, silva y mira para otro lado.
Lo que está en marcha desde hace muchos años es, en verdad, una verdadera agenda global anti-ambiental, aunque los representantes económicos y políticos de las empresas del norte –y también del sur- se llenen la boca con floridas palabras acerca del “desarrollo sustentable”, destinen millones de dólares en publicidad “limpia” y en gestos de filantropía ambiental.
II.- MEDIOS FUNCIONALES A UNA AGENDA ANTI-AMBIENTAL.-
En esta economía,
no hay bien que por
mal no venga
- Titular de la revista Business Week,
9 de mayo de 1992
(Manual del Pesimista, Eric Marcus)
Otro elemento presente en este contexto es el rol que han cumplido los medios de comunicación masivos generadores de las agendas públicas. Los temas ambientales parecen tener dificultades para posicionarse en una economía de mercado. Por tanto, salvo contadas excepciones, no son prioridades de los medios. De ahí que las agendas que crean opinión ciudadana no incluyan suficientemente el tema ambiental en sus pautas diarias. Habitualmente el tratamiento que se brinda en los medios a estos temas es sensacionalista o con enfoques superficiales. No hay seguimiento en profundidad de las noticias ambientales, reportajes de investigación ni líneas editoriales que se adelanten o prevean los sucesos de esta índole. Menos aún hay una política editorial conducente a la educación y la generación de una cultura ambiental en la ciudadanía.
Además, hay un componente en los medios de comunicación que amerita destacarlo -válido también para los líderes de opinión y la clase política de los países del Área-, y que explica parte de la débil cobertura y pobre presencia de los temas ambientales. Salvo excepciones, no existe suficiente información, especialización, investigación, capacidad de reflexión, interacción con la ciudadanía y conciencia crítica de los periodistas y comunicadores de los medios masivos y de líderes de opinión del ámbito social y político, acerca de los temas ambientales. A propósito de lo cual, amerita también una evaluación de nuestra Red. Todo ello impide un acercamiento apropiado a estos tópicos. Simplemente no se los jerarquiza como corresponde o hay insuficientes o débiles diseños y propuestas que vayan al fondo del asunto.
Por todas estas razones, como balance podemos concluir que el período transcurrido desde nuestro evento internacional fundacional, América Latina ha tenido una gestión ambiental con más debilidades que fortalezas. En este marco corresponde, también, que nuestra Red también haga su propio balance y evaluación, respecto a sus aciertos, inacciones o debilidades.
III.- LA GLOBALIZACIÓN AMBIENTAL.-
Más que en cualquier otro tiempo de la
historia, la humanidad se encuentra
ante una encrucijada. Una senda lleva hacia la
desesperación y la total desesperanza;
la otra hacia la extinción total.
Recemos para que tengamos la cordura
de escoger correctamente
-Woody Allen
(Manual del Pesimista, Eric Marcus)
Según Marcelo Sarlingo, destacado antropólogo argentino, los grandes poderes mundiales reconocen la emergencia de constricciones al desarrollo del capitalismo del siglo XXI. Una de estas constricciones, entre otras, serían los límites que plantea la desestructuración de la base material de las sociedades. Estas constricciones son clasificadas como problemáticas ambientales y pueden ser analizadas mediante un abanico de información que va desde la escala local -como el impacto en el ambiente natural y cultural que puede tener un proceso de cambio-, hasta la escala mundial -como la desaparición del ozono atmosférico o al calentamiento global-.
En opinión de Sarlingo, para comprender las bases de la crisis ambiental contemporánea -sin precedentes en el ritmo de destrucción de recursos y sin antecedentes en su escala, ya que no queda ningún rincón del planeta sin contaminantes producidos por la civilización industrial-, es necesario entender la agudización del proceso de capitalización de la naturaleza. La conflictividad de este proceso habría llevado a convertir a la crisis ambiental como la Segunda Gran Contradicción de la sociedad capitalista: si la primera es el antagonismo entre el Capital y el Trabajo -que creó las condiciones para la aparición del Movimiento Obrero-, no menos importante resulta la contradicción entre el Capital y la Naturaleza -que creó las condiciones para la emergencia del Movimiento Ambientalista-.
En esta línea de pensamiento, el reconocimiento de la crisis ambiental a escala planetaria estaría sirviendo como factor de reestructuración política y económica al sistema capitalista en su conjunto. Con el objeto de remozarse y autolegitimarse, el capitalismo habría construido un nuevo concepto: el uso racional y sostenible de la naturaleza. “Paradigma” que ha sido fácil y rápidamente adoptado y digerido por algunos sociólogos, politólogos y ambientalistas modernos. El concepto de Desarrollo Sustentable, apunta a convertirse en una nueva ideología del desarrollo o, más bien, en una variante ideológica "aggiornada" del desarrollismo de los '50. Es el concepto a partir del cual se pretendería adornar una fase nueva de crecimiento del capitalismo globalizado. No obstante, este remozamiento aparecería como respuesta ante el ostensible problema de oferta que acarrea la disminución de los recursos naturales y la degradación de los servicios ambientales que se requieren para sustentar la producción de bienes de consumo. Aunque, hay que admitirlo, este remozamiento, también es respuesta a la resistencia por parte de comunidades y de sociedades enteras a la degradación ecológica y cultural provocada por la expansión del capital. Todo este proceso es lo que Martin O'Connor denomina una mutación lógica: lo que antes se consideraba un ámbito externo y explotable, ahora se redefine como un stock de capital. El resultado de esta camaleónica alteración o actualización del capitalismo, no sería precisamente la búsqueda de la armonía, el equilibrio o la conservación, sino el incremento de la despreciable competividad en la apropiación de los recursos naturales recurriendo a cualquier medio y sin ningún tipo de escrúpulos.
El resultado –como lo indica Eduardo Galeano-, es la profundización del proceso de expansión planetaria depredatoria de la civilización occidental. La globalización -otra denominación que ahora se le da al imperialismo- tiene como una de sus aristas, una agenda anti-ambientalista en proceso. Una agenda impuesta, moderada y animada por las grandes potencias.
En opinión de David Icke, ese brillante e ingenioso guionista del film Matrix, el progreso contemporáneo se hace en la medida que las sociedades se dan cuenta que el mundo está rápidamente yendo en una dirección que no es buena para la gente. Según Icke, necesitamos darnos cuenta dónde está el poder real anti-ambientalista y empezar a pensar un poco más claramente acerca de nuestra propia actitud. La manera de avanzar no es con violencia es, desde su perspectiva, dejando de cooperar con este sistema. El sistema solo existe porque cooperamos con él. Si el sistema comenzara a colapsar es porque estaríamos, al menos, deteniendo o llevando a término nuestra cooperación con un sistema que esta ahí solo para controlarnos y explotarnos.
Desde nuestra perspectiva comunicativa, necesitamos informar y educar a la gente sobre lo que hemos descubierto en términos de cómo la agenda anti-ambientalista trabaja -quién está detrás de ella y con qué fin-. Y señalar que este edificio de poder es un castillo de naipes que está de pie porque estamos de alguna manera sosteniéndolo, porque existen medios funcionales al mismo.
Este proceso tiene que ser una acción local, global y en masa. No hay soluciones fáciles. Va a ser un difícil viaje durante los próximos años cruciales. Necesitamos una protesta creativa que genere el modo que atraiga la atención pública. Sólo es posible informar a la gente cuando tienes su atención. Y atraer la atención de la gente es la clave. Cuando los gobiernos o los medios nos dan ciertas versiones de sucesos ambientales, la pregunta decisiva es: ¿quién se beneficia cuando creemos en lo que están diciendo?
Según Icke, somos gente que crea este mundo con nuestros pensamientos. Cambiamos los pensamientos, cambiamos el mundo. Somos la imaginación de nosotros mismos y, más aún, este mundo es una "imaginación colectiva de nosotros mismos". Así, entenderemos la manera que tenemos para cambiar la prisión en paraíso. Trabajar sobre nosotros mismos es también trabajar en el mundo, porque somos el mundo, y el mundo somos nosotros.
IV.- LA EDUCACIÓN SE PUEDE CONDENSAR EN UN GÉNERO: EL REPORTAJE.-
Ya pasó la edad de los caballeros; la
han sucedido la de los sofisticadores, la
de los economistas y la de los calculadores
- Edmund Burke (1729-1797)
(Manual del Pesimista, Eric Marcus)
En las comunicaciones no es difícil hacer educación. Al contrario, los medios son las herramientas ideales para ello. Lo que ocurre es que la formación que las universidades brindan a las generaciones de comunicadores y periodistas, no incluye una visión multidisciplinaria, transversal y holística. Por lo tanto cuesta hacer conexiones entre las disciplinas y generar conocimientos que descubran lecturas y facetas inéditas en nuestro entorno. Estamos acostumbrados a un tipo de conocimiento lineal, esquemático y unidimensional del mundo.
No solo las facultades nos predisponen a un uso no educativo de lo mediático, también las empresas propietarias de la prensa, agencias de noticias, agencias de publicidad, radio, cine, cable, TV, editoriales y servidores de Internet, son algunos de los obstáculos para hacer de los medios de comunicación, herramientas educativas. El conocimiento y la educación son de por sí intrínsecamente subversivos de la realidad. La cuestionan e interpelan constantemente. Y para los sostenedores del orden establecido y de las agendas públicas cotidianas, ello no es permisible. Es como ponerse la soga al cuello. El conocimiento es subversivo.
Educar es transformar al individuo y a la sociedad. No es solo un trasvasije de ilustración e información. Educar es subvertir permanentemente la visión que tenemos de las cosas y de nosotros mismos y es comprometernos a su transformación en armonía con los cambios que suceden a cada segundo en el mundo. Es transitar desde lo fenoménico a lo sustancial, de lo superficial a lo profundo. La educación y el conocimiento debieran ser transversales en todas las programaciones de los medios de comunicación. O por lo menos de los reportajes. Los reportajes podrían constituirse en un género educativo por excelencia. En un género subversivo del conocimiento.
Marcelo Sarlingo se pregunta, ¿Qué es lo que encontramos si miramos los temas que hegemonizan la relación Cultura/Naturaleza en medios masivos de comunicación y en aparatos educativos? En toda Latinoamérica, es posible ver una clara hegemonía de una representación de lo ambiental como un temática secundaria y subordinada a las cuestiones de la economía de mercado. El mundo al revés, como dice Galeano, “para que las infamias puedan ser convertidas en hazañas (...) Octava maravilla del mundo, décima sinfonía de Beethoven, undécimo mandamiento del Señor: por todas partes se escuchan himnos de alabanza al mercado libre, fuente de prosperidad y garantía de democracia.”
Para Sarlingo, la década del ‘60 se caracterizó por un discurso de los medios de comunicación como la década del conservadurismo. Luego, en los ’70 se habló del ecologismo, con un enfoque que tendía a acercarse a lo social. En la década del ‘80 el rótulo va cambiando hasta la denominación de ambientalismo, que agrupa una complejísima diversidad de movimientos, ideas y prácticas sociales. Los ‘90 se presentó, en cambio, como la década de la sustentabilidad. Resulta interesante ver cómo la aparición en los medios de estas categorizaciones y de la producción simbólica que se agrupa bajo ellas, contribuye a desatar efectos movilizadores.
Subyacente a estos discursos comunicacionales existe, por cierto, una pedagogía y un concepto educativo. Las comunicaciones no están exentas o no son asépticas del proceso educativo. Por el contrario, los mensajes de la comunicación son reproductores de la propia imagen que tiene el emisor del mundo y de sí mismo, son transmisores de conductas y tendencias sociales e individuales, locales y globales. También, dichos mensajes son generadores de una cultura envolvente de los mismos actores involucrados en este proceso. El eterno y académico debate acerca de la objetividad o subjetividad del mensaje aquí es irrelevante. Todo mensaje tiene de ambos. Para Sarlingo, este proceso de conocimiento es conflictivo, no es lineal. No se aplica la idea, siempre presente en el sentido común, de la famosa "toma de conciencia". La concientización aparece como un paso fundamental en el proceso, pero sin la construcción de experiencias de intervención, no resuelve nada por sí misma. Es más, abona el terreno para que las personas esperen el cambio de estructuras de manera pasiva, porque se piensa que a la larga todo se ecologizará.
El cambio proviene de nosotros mismos, no de vectores externos a nuestro ser. La concientización es, en definitiva, el primer paso para la subversión de nosotros mismos y de nuestro entorno. Tal como nos invita la chilena Patricia May: “la conciencia sistémica es como si después de ascender por tres millones de años llegáramos a la cima de un monte y viéramos, por primera vez desde arriba, como un nodo de una red multidimensional, visión del todo, como células que se dan cuenta que forman parte del mismo órgano, de un sistema, de un cuerpo, y comenzaran a vibrar ya no con un propósito separado, sino con un sentido que se engrana en el propósito del cuerpo. En este caso, ese cuerpo es la humanidad y el planeta entero como una unidad, nos enlazamos, ya no nos importa solo nuestra vida, sino la vida de todo, de todos y comenzamos a vibrar con las necesidades de todos los seres”.
Estas denominadas experiencias de intervención –aunque preferiríamos calificarlas como prácticas comunicacionales y ambientales-, tienen diversas versiones y muchos senderos. Las construidas por el denominado ecologismo popular aparecen como fuente de significados de mayor riqueza, en tanto los desarrollos del movimiento verde del mundo desarrollado alcanzan una interesante profundidad teórica. También podríamos incluir aquí a los segmentos o núcleos de ciudadanos que espontáneamente participan en acciones locales ambientales o en manifestaciones globales por todo el planeta. Uno de estos senderos es, por cierto, el de las radios comunitarias, verdadera práctica de intervención local con una extraordinaria potencialidad de intervención global. De ello, hablaremos en detalle en otra ocasión. (FIN)
Santiago de Chile, día de San Isaías, 9 de mayo de 2002.
Luis Alberto Gallegos
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