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Luis Alberto Gallegos

REFLEXIONES SOBRE GESTIÓN CLIMÁTICA LOCAL A NIVEL CIUDADANO (II)

Santiago, miércoles 23 de mayo de 2007, por Luis Alberto Gallegos, Editor Boletín GAL.- En Chile la información, conocimiento y diálogo sobre el cambio climático están aún limitados al ámbito académico, científico y gubernamental. Hay un vacío informativo que, en un lenguaje comprensible, acceda al nivel de la ciudadanía. La gente sencilla aún no logra tener acceso a tecnicismos y cientificismos de la esfera académica y oficial. Aún falta “traducir” el lenguaje científico climático, en una versión de lenguaje ciudadano.

 

Si ello ocurre en la esfera de los códigos de conocimiento, mucho menos acceso e incidencia tiene aún la ciudadanía a las políticas públicas sobre el cambio climático. La participación requiere estar informada y ser consciente.

 

La incidencia ciudadana en el tema del cambio climático, podría hacer más eficaz la gestión de agendas climáticas en los ámbitos locales, regionales y nacionales. La ciudadanía tiene un aporte que brindar a la estrategia de gobernabilidad climática y a los planes de adaptación al cambio climático en cada país. Por tanto, es indispensable informar y educar a la ciudadanía y promover su participación activa en la gestión de políticas públicas para la adaptación al cambio climático.

 

Impacto del cambio climático en Chile

 

Según la Comisión Nacional para el Medio Ambiente de Chile, CONAMA, en su documento “Amenazas y Oportunidades para Chile, ESTRATEGIA NACIONAL DE CAMBIO CLIMÁTICO 2006”, la temperatura superficial global promedio de la atmósfera aumentó en 0.6°C durante el siglo 20. Las proyecciones y consecuencias serán cambios en la temperatura superficial de la atmósfera de 1.4 a 5.8°C y en los patrones de precipitación para los próximos 100 años. Debido a ello, habrá aumentos en el nivel del mar entre 8 y 88 cms; intensificación de eventos climáticos extremos (fuertes precipitaciones, inundaciones, olas de calor y sequías). Asimismo, habrá derretimiento de glaciares, erosión de bordes costeros, la aparición explosiva de pestes,  daños en cultivos y en la biodiversidad, déficit del recurso hídrico y búsqueda de nuevas formas de energía.

 

La vulnerabilidad de Chile se debe a que tiene zonas costeras bajas; zonas áridas y semiáridas; áreas susceptibles a la deforestación o erosión, a los desastres naturales, a la sequía y la desertificación; áreas urbanas altamente contaminadas, y ecosistemas frágiles. Los estudios nacionales proyectados al 2040 indican la intensificación de aridez en zona norte, avance del desierto hacia el sur, reducción hídrica en zona central y aumento de precipitaciones al sur.

 

Desafíos ciudadanos

 

La CONAMA señala además que, entre otros, los principales desafíos de Chile en esta materia es difundir en la ciudadanía la problemática del cambio climático y desarrollar tres ejes de una Estrategia Nacional de Chile frente a este fenómeno: 1) Adaptación a los Impactos del Cambio Climático; 2) Mitigación de las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero; y 3) Creación y Fomento de Capacidades en Cambio Climático. Dentro de este último eje, un objetivo central de esta estrategia es difundir el cambio climático y crear conciencia en la ciudadanía; fomentar la educación e investigación; generar información de calidad y accesible para la toma de decisión; y desarrollar capacidades institucionales para la mitigación y adaptación.

 

En esta perspectiva, los desafíos clave a nivel de la sociedad civil, es generar formas inclusivas en la Estrategia Nacional de Adaptación al Cambio Climático, creando en la ciudadanía redes sustentables de educación, información, asociatividad y participación activa en las agendas y políticas públicas ambientales regionales y locales. Se deben formar y capacitar líderes sociales y ambientales en el conocimiento técnico-científico. Se debe avanzar en la constitución de mesas de trabajo con actores ciudadanos, económicos y de gobiernos locales con el fin de analizar las consecuencias y la adaptación al cambio climático. Se debe construir redes ciudadanas sustentables a nivel comunal, intercomunal e interregional, que participen activamente en las estrategias, agendas públicas locales, planes y acciones de adaptación al cambio climático. Se debe crear sistemas masivos, de alto impacto e interacción, de información y comunicación ciudadana sobre el cambio climático. Y, finalmente, se debe organizar campañas educativas que promuevan una nueva cultura climato-energética y nuevos hábitos de adaptación al cambio climático.

 

Redes ciudadanas

 

La adaptación al cambio climático es centralmente social y ciudadano, por que allí reside la mayor vulnerabilidad. Por ende, es preciso fortalecer el protagonismo de la sociedad civil dentro de las acciones asociativas sobre este tema. El actor ciudadano requiere socializar en su propio lenguaje el conocimiento técnico científico sobre el cambio climático. Requiere dotarse de formas modernas de cooperación y asociatividad en red. Y, sobre todo, requiere de la capacidad de incidir en las decisiones de las políticas públicas y en las agendas locales y regionales vinculadas al cambio climático.

 

Todo ello demanda de fortalezas ciudadanas propias y autónomas. Hay que privilegiar la construcción de redes ciudadanas sobre cambio climático, tanto en forma presencial (talleres, encuentros, actos públicos, campañas, agendas y compromisos, etc.) como también en forma virtual, es decir, conectadas vía Internet. Redes sustentables mediante la participación interactiva, en donde las decisiones sean horizontalmente colaborativas y no verticales o impuestas. La sustentabilidad de una red ciudadana se expresa y consolida en la medida que las decisiones ciudadanas son tomadas en cuenta y los ciudadanos tienen la fortaleza suficiente para hacerse oír y participar en las agendas locales.

 

Gobernanza climática

 

La gobernanza climática es, en rigor, el componente político del proceso de adaptación al cambio climático. Cada mesa de trabajo de gobernabilidad climática es una alianza amplia con participación de las organizaciones ciudadanas, los representantes de gobiernos locales y el empresariado local.

 

Estas mesas de trabajo asociativas constituyen una forma de gobernanza con el fin de analizar las consecuencias del cambio climático, así como elaborar agendas públicas locales y planes para cada sector sobre la adaptación a dichos cambios. Su peculiaridad se expresa en que cada sector coloca sobre la mesa, sus intereses y estrategias específicas respecto al cambio climático, en lo local y regional. Del mismo modo, su fortaleza radica en que esta alianza se manifieste y sostenga en Actas de Compromisos y Agendas Locales comunes respecto al cambio climático. No son simples declaraciones formales o buenas intenciones. Son acuerdos de acciones concretas comunes y asociativas para adaptarse a este fenómeno a nivel local y regional. Serían mesas básicamente operativas y con capacidad de incidir en decisiones públicas sobre cambio climático.

 

¿Qué podemos hacer como ciudadanos frente al cambio climático?

 

En abril del 2005, a propósito de un seminario en Santiago de Chile (Ver adjuntos), hacíamos las siguientes reflexiones que consideramos aún vigentes:

 

Si nos quedamos sólo con la información parcial de las cifras macro de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) de las grandes industrias, corporaciones y países, lo más probable es que arribemos también a conclusiones parciales. Es obligación de los gobiernos, las empresas, las instituciones globales y las organizaciones ambientales hacerse cargo de estas cifras macro, e implementar políticas y estrategias nacionales y globales que enfrenten el cambio climático. Ese es uno de los principales objetivos del Protocolo de Kioto.

 

No obstante, esa no es toda la realidad. La otra parte de la verdad, en las cifras micro, es que cada uno de nosotros cotidianamente también somos responsables de nuestras cuotas de emisión. Por tanto, debemos hacernos cargo de esa parte de la verdad. Tenemos el derecho a vivir en un ambiente saludable, y también tenemos el deber de contribuir como individuos a mejorar nuestra calidad de vida. No podemos excluirnos de nuestro propio papel en la gestión ambiental local y global.

 

Construirnos como ciudadanos climáticos incluye, por ende, participar, dialogar y exigir a los gobiernos, empresas y entidades internacionales que cumplan con los acuerdos globales y que se implementen políticas nacionales frente al cambio climático. Pero también significa comprometernos con nuestra cuota personal para generar una cultura climática de ahorro energético, hábitos ambientalmente saludables y uso de alternativas de vida adaptables al cambio climático, entre otras muchas opciones (Ver Instructivos adjuntos). Eso sería actuar en lo global y en lo local.

 

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