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Luis Alberto Gallegos

Chile: Una derrota reversible

Santiago, martes 19 de enero de 2010, por Luis Alberto Gallegos, editorial de Boletín GAL.- Quizá el del domingo 17 haya sido el mejor desenlace para la Concertación y para el país, en las actuales circunstancias. A pesar de los pronósticos que confiaban ciegamente en una victoria, en su fuero íntimo los líderes demócratas intuían un fracaso electoral.

Sin embargo, una derrota no tiene mucho significado en sí misma, si no en cómo ésta se produce.

En esta derrota, la Concertación pierde las elecciones por estrecho margen y con un alto porcentaje de apoyo; la ciudadanía que la apoyó e incluso la que no la apoyó con su voto percibe que en veinte años las políticas públicas y sociales de esta coalición le ha favorecido; su última gobernante, Michelle Bachelet, se retira en marzo con un abrumador respaldo ciudadano; y porque esta derrota -excepto por el efecto centrífugo de la opción de Marco Enríquez-Ominami-, la Concertación ha preservado hasta ahora el espíritu unitario de sus componentes.

En estas condiciones, esta derrota es perfectamente reversible. Su fuerza, aún luego de las inevitables réplicas que se produzcan en el futuro inmediato, está intacta.

Para decirlo de otro modo: esta derrota, en los términos planteados, es quizá lo mejor que pudo haberle pasado a la Concertación. Distinto hubiera sido que todos estos indicadores estuviesen a la baja.

Veinte años

Veinte años es mucho tiempo para cualquier coalición de gobierno. Y se ha dicho hasta la saciedad: la Concertación está agotada. Y no es para menos. Ha sido el bloque más exitoso en sus políticas públicas y ha sido el factor protagónico para terminar con la dictadura y hacer avanzar al país, pero veinte años desgasta.

Además, tal como también se ha dicho, veinte años hace perder o descuidar el olfato ciudadano y de los cambios suscitados por el topo de la historia: la sociedad civil. Veinte años en el poder, resolviendo los requerimientos técnico-políticos de un aparato de Estado exigente, agota y entumece otros sentidos de la política: la política del que camina y la que se hace en la calle y en el barrio. Aunque hayamos tenido gobernantes todo-terreno, al parecer ello no ha sido suficiente. Porque quizá se requirió de funcionarios todo-terreno en todos los niveles de los servicios públicos.

Tres debilidades

Hubo quizá tres aspectos que no se hicieron suficientemente o se realizaron tardíamente.

Uno.  Énfasis en la participación ciudadana.  Es probable que los balances que se hagan partidariamente arrojen que las políticas públicas de incentivo al quehacer ciudadano, no hayan sido lo suficientemente audaces, perseverantes y perspicaces. Probablemente no sólo desde el Estado fue débil –reconociendo y valorando en este sentido la enorme labor de la División de Organizaciones Sociales, DOS, Conama y organismos afines-, sino sobre todo desde los partidos políticos de la Concertación y desde las propias orgánicas de la sociedad civil. No basta con distribuir -vía fondos concursables-, recursos financieros para las organizaciones de la sociedad civil (1). Es necesario un acompañamiento constante a nivel social y político. El nuevo rol que la gente espera de sí no sólo incluye el ser usuario o beneficiario del sistema del Estado, sino también el pleno ejercicio ciudadano. Y este acompañamiento a la ciudadanía, al parecer, no fue suficiente con lo que se hizo. Quizá de haberlo cumplido en los veinte años, el instinto político ciudadano no hubiese girado hacia el centro y la derecha. Quizá se hubiese reforzado y extendido la ciudadanía hacia la izquierda: lo cual tarde se intentó hacer con la alianza con el Juntos Podemos.

Dos. Acceso ciudadano a las políticas públicas. Con mucha debilidad y tardanza se colocaron sobre la mesa instrumentos legales clave en fomentar iniciativas como el Proyecto de Ley sobre Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública (2) y la Iniciativa Popular de Ley en el marco de la reforma constitucional (3). Es probable que, de haberse dado la prioridad que estas herramientas requerían, otra pudo haber sido la experiencia ciudadana ante la gestión del Estado y otra su decisión electoral.

Tres. Implementación de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Este necesario instrumento empezó a operar a menos de un año del término del gobierno de Michelle Bachelet y con debilidades sustanciales, no sólo en el ámbito de recursos, sino sobre todo en su instalación, capacitación y gestión por parte de la propia ciudadanía. (4)

Un necesario sacudón

No obstante, es probable que los resultados de este domingo 17 de enero hayan sido necesarios para producir un remezón en las estrategias y en las prioridades de los partidos de la Concertación. Y es posible que hasta sean necesarios cuatro años para producir los ajustes necesarios. Ajustes que no sólo tienen que ver con las nuevas generaciones o en el ingreso de las juventudes, lo cual, por cierto, es necesario. Si no sobre todo tiene que ver con reactivar el olfato ciudadano de la Concertación, en el instinto no sólo animal de la política, si no sobre todo el lado humano del quehacer público.

Un periodista, a propósito de reflexiones acerca de este episodio electoral, comenta recientemente la impresión que le produjo la película Invictus, en relación a estos resultados del balotaje. Un film de Clint Eastwood que recrea las ganas, las expectativas, los sueños de años de maltrato que tienen los que acompañan a Mandela al gobierno. Les brillan los ojos, les salta la sonrisa sin provocación, hablan de utopías, de símbolos renovados, de un mundo por reconstruir. Ese fuego de ganas y expectación lo vi mucho más presente en la campaña de Piñera que en la de Frei”. (5). Y no le falta razón.

No he visto Invictus, pero hace un tiempo leí conmovido la obra que le dio origen, El factor humano, del británico John Carlin (6) y, coincidentemente con la percepción del colega periodista citado, también percibí que si Nelson Mandela logró superar el desgarro, la división y el odio racial del apartheid uniendo a toda la nación sudafricana, ¿por qué no podríamos lograr hacer lo propio en Chile? Si Mandela hizo un milagro en su país, es probable que nosotros también podamos hacer milagros. Nos quedan cuatro años para avanzar y construir nuestros propios sueños.

Notas:

(1)       http://www.participemos.cl/index.php/destacados/113-fondo-para-el-desarrollo-de-la-sociedad-civil-experiencias-exitosas-2009

(2)       http://www.accionag.cl/archives/1194

(3)       http://www.participemos.cl/index.php/destacados/122-candidato-eduardo-frei-qen-materia-de-participacion-tenemos-una-deuda-con-el-pais-y-la-sociedad

(4)       http://www.consejotransparencia.cl/prontus_consejo/site/artic/20090813/pags/20090813160513.html

(5)       http://www.elmostrador.cl/opinion/2010/01/18/tres-razones-para-una-victoria-o-derrota-historica/

(6)       http://www.seix-barral.es/fichalibro.asp?libro=1101

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