Cambio climático y COP 19: Entre tifones globales y sequías locales
Santiago, miércoles 13 de noviembre de 2013, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.- Este pasado lunes 11 ha empezado la COP 19 sobre cambio climático en Varsovia, Polonia. El telón de fondo local del país sede es la incongruencia denunciada por ambientalistas de realizar un evento de esta naturaleza en una nación altamente contaminante y donde el 90% de su demanda energética la obtiene del carbón, uno de los combustibles fósiles o gases de efecto invernadero (GEI) responsables del cambio climático. El telón de fondo global de esta cumbre es la tragedia provocada en Filipinas y países aledaños por el supertifón Haiyan debido al calentamiento de más de 28°C del agua oceánica y que ha ocasionado miles de muertos y millones en pérdidas.
Otro telón de fondo local, para el caso de Chile, es la sequía y las recientes heladas que han ocasionado unos US$ 600 millones de pérdidas en el sector agropecuario y que tienen a 102 comunas en emergencia hídrica.
Todos estos fenómenos están relacionados entre sí: altas emisiones de GEI en Polonia, tifones en Filipinas y sequías en Chile, tienen un denominador común, el cambio climático.
La globalidad ahora nos involucra de manera ineluctable y estamos conectados inevitablemente los trabajadores polacos contaminados, las familias filipinas con sus hábitats inundados y los agricultores chilenos con sus tierras cada vez más áridas, en una suerte de convergencia trágica y climática. El drama del cambio climático ahora nos une, sin proponérnoslo, a todos quienes sufrimos los embates de este fenómeno antropogénico denominado calentamiento global.
Nadie en nuestro planeta se puede excluir de los efectos climáticos de este proceso. De una u otra manera, más tarde o más temprano, nos va a tocar la puerta. En como aquella clásica e histórica frase que dice: cuando finalmente vienen a buscarme, ya nadie podía salvarme (*).
Qué podemos hacer en lo global
La COP 19 de Varsovia, lamentablemente, es muy probable que resulte un nuevo y falaz intento de acercar posiciones de los 192 países respecto a compromisos de reducción de emisiones de GEI. Lo más viable sería que sus 12 días de sesiones, culminen sin pena ni gloria. Ni las grandes potencias ni el país sede de la cumbre tienen real interés en suscribir acuerdos de reducción de emisiones. Lo que veremos son solo largos y estériles discursos.
Quizá lo que sí es posible que pueda obtenerse -debido a las presiones de Filipinas y a las agencias de la ONU-, sean recursos humanitarios para atender la emergencia del tifón Haiyán. Pero, tener expectativas de mayores acuerdos, sería ingenuo.
Y ello debido a que las miradas estratégicas y las decisiones claves de las grandes potencias y la propia ONU están focalizadas en la COP 20 en Lima, Perú y, sobre todo, en la COP 21 en París, Francia.
En la COP 21 debe reemplazarse el Protocolo de Kioto -donde las naciones industrializadas se comprometieron a reducir sus emisiones de GEI en un 5% de 1990 hasta 2012-, por uno nuevo, en este caso, sería el Protocolo de París.
Y en la COP 20, de Lima, será la cumbre global que le antecederá y en donde deberá avanzarse de manera sustancial en el borrador decisivo para ser suscrito en París.
Además, esta última cumbre, sería la ocasión más propicia para que los gobiernos progresistas –como eventualmente lo podría ser la administración de Bachelet-, generen propuestas y alianzas regionales y globales que contrapesen los bloques y resistencias de los países industrializados que evitan reducciones sustanciales de GEI.
Asimismo, la COP 20 en Lima, es la oportunidad de oro para que la ciudadanía ambiental y climática de América Latina y otros continentes, presionen a sus respectivos gobiernos a generar propuestas y alianzas sustentables y, sobre todo, producir una movilización climática de la sociedad civil de tal magnitud que supere, en calidad y cantidad, a la realizada en la COP 15 de Copenhague en el 2009.
Qué podemos hacer en lo local
En Chile tenemos desafíos pendientes, como gobierno y como ciudadanía, que nos permitan avanzar como país, como Nación y como Estado, en enfrentar el cambio climático.
Si bien se ha promulgado la Ley 20/25, que establece una nueva exigencia de la proporción de energías renovables no convencionales (ERNC) en la matriz energética, con un crecimiento de un 6% en el 2014 hasta el 20% el año 2025, ello no es suficiente. Además, hay un compromiso como país con la Estrategia 20/20/20 que fue adoptada por Chile en 2009 en la COP 15 de Copenhague. Esta Estrategia nos obliga a una reducción en un 20% en las emisiones de GEI, para el año 2020. Ello significa -concordante con la redefinición de la composición de la matriz energética respecto a las ERNC, según la Ley 20/25-, el reducir las emisiones de GEI provenientes de combustibles fósiles como el carbón (termoeléctricas), petróleo y gas.
Otro desafío es, como gobierno, generar el Segundo Plan de Acción Nacional de Cambio Climático. En el 2012 ya se venció el primer plan (**), ahora corresponde realizar un balance y evaluación de lo logrado y de lo que queda pendiente de dicho plan, de modo oficial y, sobre todo, con participación ciudadana.
Finalmente, otro desafío fundamental tiene que ver con abrir y desarrollar espacios de diálogos ciudadanos sobre información y educación sobre este tema y, en particular, promover la generación de propuestas de la sociedad civil, agricultores, gobiernos locales, entre otros actores de la gestión ambiental local, que les permita ser partícipes ciudadanos proactivos en las propuestas que el gobierno diseñe para las COP 20 y la COP 21; y específicamente, en la elaboración de las propias propuestas ciudadanas para tales eventos.
Según la Agenda 21 y el Principio 10, a los Estados les corresponde promover que la ciudadanía acceda y tenga una participación activa en los procesos ambientales de sus respectivos países. Esta es una ocasión propicia a que el próximo gobierno –eventualmente de la candidata Bachelet-, pueda ser coherente con las promesas ciudadanas y ambientales que ha desplegado en sus discursos.
2014
El año 2014 es una ocasión propicia para que la próxima administración se destaque a nivel internacional como el gobierno de Chile que sabe cumplir con sus compromisos ambientales y climáticos, se perfile como líder regional y de bloques como un factor asociativo clave y fortalezca su inserción en la tendencia de los países con estrategias sustentables.
Al mismo tiempo, el 2014 es una oportunidad para que la ciudadanía ambiental de Chile se desarrolle y genere amplias alianzas con otras organizaciones similares de la Región y de otras latitudes, en torno a iniciativas relacionadas al cambio climático y otros temas ambientales. Algunas de ellas podemos incluir al Movimiento Ciudadano Frente al Cambio Climático y la Red de Comunicación Ambiental de América Latina y El Caribe (FIN)
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(*) "Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí". 1945, Martín Niemöller, (pastor protestante, 1892-1984). Frase erróneamente atribuida a Bertolt Brecht.
(**) El plan de acción nacional de cambio climático 2008-2012 (PANCC) fue elaborado a partir la estrategia nacional de cambio climático presentada el 2006 por el comité nacional asesor sobre cambio global, y fue lanzado públicamente en diciembre de 2008, por la Ex Presidenta de la República, Michelle Bachelet. El objetivo plateado en el plan fue "minimizar los impactos adversos al cambio climático, a través de acciones integradas que permitan determinar la vulnerabilidad país y las medidas de adaptación para enfrentarlos adecuadamente, aportando al mismo tiempo, a la mitigación de los gases de efecto invernadero."
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