La Permacultura sabe a Manzana y a Cariño
Cabrero, lunes 2 de marzo de 2015, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.- Carolina y Jorge son unos ambientalistas convencidos por la práctica cotidiana de la armonía con la naturaleza, son maestros en las actividades sustentables más domésticas y, al mismo tiempo, son los padres no solo de sus dos hermosos hijos, sino de todos los visitantes que llegan a su refugio, El Manzano.
Con mi familia tuvimos la suerte de llegar de vacaciones a este rincón de la Región del Bío Bío. Explorando el mapa regional nos dirigimos hacia la cordillera, preguntando a los habitantes locales y perdiéndome innumerables veces –por lo que mi esposa Anna Karin siempre me dice que soy un desubicado-, llegamos a El Manzano.
No es de una imagen exterior impresionante. Más bien es una sede amplia, modesta, hecha de madera y barro (1), y sin las espectacularidades de los resorts de moda. Además, ese es su propósito: ser parte de la naturaleza. Eso sí tiene un diseño armónico y funcional, una preciosa laguna natural y un inigualable bosque.
Sin embargo, lo excepcional de El Manzano no está a simple vista ni a la primera percepción sensorial.
Mi cable…
Apenas instalado en la cabaña que nos asignaron y acostumbrado a mis conexiones electrónicas indagué por la TV de cable. Mis hijos y los amigos me miraron, se rieron y entendí inmediatamente que esta vez no podría seguir las series y programas que en Santiago suelo ver en la televisión. Bueno, pero había WiFi.
Más rato, quise ir al baño y mis hijos me dijeron, debes caminar unos 50 metros hacia allá –señalando el edificio llamado COCO (2)- y debes considerar las instrucciones ecológicas siguientes… Bah, me dije, caminar a medianoche para hacer pipí o caca con frío y riesgo de tropezar y caerme… mejor me aguanto.
Bueno, me reté a mí mismo: debo ser austero, dar ejemplo ecológico a mis hijos y reservarme para mis adentros mi ser consumista, comodón y urbanizado. No sé por qué, pensé en la Mafalda: urbanizado y pavimentado... Estás en el campo y no en la ciudad… Traté de convencerme a mí mismo.
Trutruka
A las ocho de la mañana del día siguiente, una trutruka me despertó musicalmente –es un decir-, y me anunciaron que el desayuno ya estaba listo. Y, además, me avisaron que solo hasta las nueve de la mañana tendría derecho a mi sagrado alimento matutino.
Me erguí, con la dignidad que un padre y esposo ecológico debía mostrar y me dirigí a la ducha. Me quité la ropa, abrí la llave y un chorro de agua helada inundó mi piel y mi alma… Ay! Dios mío, ¿qué males he cometido para ésto…? Terminé el suplicio del hielo flagelando mi adorado cuerpo y me sequé.
- ¿Cómo te fue? -me preguntó mi esposa cuando llegué al comedor.
- Bien! -le dije estoicamente y sonriendo de oreja a oreja-. No sabes lo energético que es bañarse en agua fría… -le respondí mientras suspiraba y tiritaba bajo las pocas ropas que había llevado.
- Papá! -me dijo mi hija-. ¿Por qué no te bañaste más rato…?
- ¿Cómo…? ¿Por qué…? - le respondí.
- Porque el agua caliente sale a media mañana…
- ¿Y por qué no me lo dijeron antes…?
Terminé mi frugal y en verdad sano desayuno de cereal, leche, pan, fruta y café, y los monitores nos invitaron a reunirnos en grupo en torno a un círculo de unas treinta personas que estaban en el recinto y que habían compartido el desayuno con todos nosotros.
Ahí mágicamente todo cambió.
El quehacer
Cada uno empezó a presentarse para nosotros y a contar las actividades que habían hecho en la jornada anterior. Unos hablaban de las necesidades de más fruta (3); otros de la necesidad de más apoyo en el tratamiento ecológico de los baños (4); otros de que se requerían más manos para la clasificación de las semillas (5).
Otros, en fin, ofrecían la descripción de lo que cada uno hacía para aportar y solidarizarse con las necesidades comunes. Era impresionante. No me había dado cuenta de lo que mi hija Mikaela me había dicho en el desayuno, de que, por ejemplo, disponer de agua caliente para el baño, requería de esperar el tiempo necesario para que los paneles solares calentaran el agua, cosa que ocurría como a media mañana. No sabía que los baños ecológicos demandaban de un tiempo para procesar los residuos sólidos para el compostaje. No conocía que… en verdad, yo no tenía la más mínima idea de cómo operaba una casa ecológica.
Me callé. Sentí vergüenza de mis reclamos y mis sarcasmos. Pero eso no era todo.
Un espíritu
Luego de la presentación de cada uno de los participantes en la asamblea grupal -que provenían de Perú, Colombia, Argentina, Austria, España, China, Francia, Chile y de otros rincones del mundo-, me percaté que existía algo mágico que unía a toda esta gente. ¿Qué era? ¿Por qué esta diversidad de personas que, en su mayoría habían venido de vacaciones tan solo por días o semanas, llevaban ya meses o años conviviendo en un mismo espacio y compartiendo los mismos ideales? ¿Qué había de nuevo que los hubiera atrapado tan vivencial y poderosamente?
Un espíritu. No hay otra forma de expresarlo. Había un sentimiento colectivo, una emoción grupal, un afecto humano que trascendía fronteras, territorios y pertenencias.
El Manzano había logrado congregar a una diversidad de personas de tantas latitudes, con tantas vidas, con tantos sentimientos y con tantas esperanzas, que solo podía entenderse que lo que ahora les unía era una sola cosa, el amor. El amor por la humanidad, por la naturaleza, por el cosmos, por la vida, por nuestro planeta Tierra.
Y allí llegamos, casi sin percatarnos exactamente adónde íbamos, mi familia, mi esposa Anna Karin, mis hijos Mikaela y Diego y yo. Allí aprendí algo invalorable: que la nueva vida, el nuevo ambiente, la nueva espiritualidad, no se construye solo con ideas, conceptos y teorías racionales. Descubrí que el futuro no se hace solo con ensayos teóricos y grandes elucubraciones, se hace sobre todo con nuestras manos, con la práctica, con hechos, con productos, con resultados tangibles, visibles y eficientes.
Ideas y realidad
En El Manzano aprendí que la nueva existencia no se hace solo con las puras ideas, se hace con ideas hechas realidad. Comprobé que nuestra nueva forma de convivir en forma sustentable podría ser en comunidad, en hermandad, en fraternidad. Y se hace con cariño, se hace con una nueva espiritualidad. Se hace con Amor.
Pero, además de un espíritu, también me di cuenta que El Manzano es la expresión de una filosofía. Allí descubrí que el pensamiento inspirador de esta sede y de esta comunidad humana es la Permacultura (6). Su quehacer creativo diario, sus innovadores productos y sus multifacéticas redes humanas locales y globales provienen de la cristalización y recreación de las ideas matrices de sabios como David Holmgren (7), Bill Mollison, Howard Odum y de tantos maestros que enseñan que la Permacultura es “el diseño consciente de paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza para satisfacer las necesidades locales”. (8)
El entorno
Pero también estar en El Manzano nos permitió visitar el entorno. Uno de ellos fue el Salto del Laja. Fuimos allá en familia junto con Paloma, una amiga peruana de la comunidad que se sumó a nuestra expedición familiar.
Llegamos –luego de los consabidos extravíos del conductor, yo- al famoso Salto del Laja. Habíamos estado allí hace una década y nos entusiasmaba poder verlo nuevamente en todo su esplendor con sus caídas de agua, su magnificencia natural y hermoso paisaje. Una desilusión. La sequía (9), la sobreexplotación hídrica de Endesa (10) y el cambio climático (11) habían convertido a este monumento natural de Chile en apenas unos escasos chorros hídricos en caída, unas pozas de agua estancada -al parecer contaminadas y con hartos desechos- y a una multitud de turistas chilenos y chilenas que clamaban y lloraban en silencio la pérdida de unos de los íconos hídricos emblemáticos del Sur de Chile.
Pensé. Lamentablemente, lo peor de la sequía por el cambio climático está por venir. Quizá en cinco o diez años más, el Salto del Laja ya no exista. Ni tampoco existan los riachuelos que alimentan a los pequeños embalses, lagunas y a las secas tierras de nuestra Región del Bío Bío.
Cambio climático
¿En qué nos podría ayudar la filosofía de la Permacultura y la experiencia de El Manzano para contribuir a enfrentar este flagelo de la sequía y el cambio climático? Algunas experiencias nos enseñan que la Permacultura “es una ciencia de diseño de asentamientos humanos sustentables, a través de una ética del uso de la tierra, que integra distintas estructuras y tecnologías con plantas y animales. Por ejemplo, un grupo de personas que habiten en un terreno urbano o rural, en donde se aplique esta ciencia de diseño, debería ser capaz de generar su propio alimento, maximizar el uso eficiente del agua, abastecerse de combustible, energía calórica o eléctrica (usando fuentes alternativas como energía solar, eólica, leña seca) y reutilizar sus desperdicios (lo que bota uno le sirve al otro y así sucesivamente). De esta manera se disminuye la dependencia del petróleo, reduce las emisiones de Dióxido de Carbono, amortigua el calentamiento global, y es una alternativa real, eficiente y resciliente frente al cambio climático”. (12)
El calentamiento global es un desafío que quizá sobrepasan las posibilidades de un solo centro como El Manzano. Incluso es posible que sobrepasen las opciones de la municipalidad de Cabrero, gobierno regional o gobierno nacional. Quizá es un desafío que principalmente la humanidad global y sus organismos internacionales representativos, puedan contribuir a resolver (13).
Otra Forma de Vida es Posible
Ahora ya no soy el mismo de antes. Entre nos… debo admitir que me cuesta dejar mis hábitos consumistas y comodones, pero El Manzano fue uno de esos mazazos, gratos por cierto, que a veces uno necesita para tomar consciencia de que Otra Forma de Vida es Posible, si nos lo proponemos y estamos dispuestos a asumirla. Y que las señales nuevas de la existencia, a veces se nos presentan de la manera más inesperada, sorpresiva, misteriosa, grata y afectuosa. Tal como la Buena Nueva.
Gracias Carolina, gracias Jorge, gracias amigos de El Manzano (14). Ahora sé, ahora sabemos en mi familia, que vuestra comunidad, su forma de vida, enseñanzas y su afecto es una de las maneras que ha adquirido la bendición de Dios y la Naturaleza en el Chile de hoy. (FIN)
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(1) La edificación de El Manzano con materiales de barro es una modalidad de construcción sustentable que combina las ventajas de la economía, antisismicidad, aislante térmico, entre otras virtudes.
(2) COCO es la sigla de Comedor y Cocina, una estructura amplia, de madera y en forma circular donde se desarrollan las actividades multifuncionales: preparar alimentos, comer en grupos, estudio, acceder a Internet, reuniones, charlas o asambleas de comunidad y otras que el programa de la semana considere.
(3) El Manzano es casi autosustentable, dispone de huertos y de aves que proveen de los alimentos de cada día.
(4) Los baños ecológicos funcionan procesando la materia orgánica a manera de compostaje.
(5) La clasificación de semillas tiene por objeto generar un banco de semillas, de modo similar a cómo algunos gobiernos e instituciones internacionales promueven la adaptación de las semillas ante el cambio climático y de generar reservas mundiales de alimentación para las generaciones del futuro.
(6) Ver https://www.veoverde.com/2012/04/sabes-lo-que-es-la-permacultura-te-lo-explicamos/ y también http://www.permaculturachile.org/que-es-permacultura
(7) Ver libro Permacultura Principios y Senderos más allá de la Sustentabilidad, David Holmgren, Más en www.holmgren.com.au
(8) B. Mollison, & D. Holmgren, Permacultura One, Corgi 1978, publicado en 5 idiomas.
(11) Ver http://portal.mma.gob.cl/cambio-climatico/
(12) Ver http://www.explora.cl/ohiggins/noticias-ohiggins/3099-reportaje-permacultura
(13) Este diciembre 2015 se realizará la COP 21 en París, Francia, que debe aprobar un acuerdo global para enfrentar el cambio climático. Ver http://www.cop21.gouv.fr/es
(14) Ver www.elmanzano.org
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