Ante el Neoliberalismo y el Patriarcado: Revolución Feminista, Desobediencia Civil y Nueva Hegemonía Cultural
Ante el Neoliberalismo y el Patriarcado: Revolución Feminista, Desobediencia Civil y Nueva Hegemonía Cultural
Santiago, Chile, miércoles 23 de mayo de 2018, por Luis Alberto Gallegos, Boletín GAL.- Antes que nada, les hacemos llegar a las mujeres de Chile nuestras felicitaciones, agradecimientos y solidaridad ante el gran triunfo que ha significado la movilización nacional del 16 de mayo y que ya se ha constituido ante la opinión pública nacional y global, en la Tercera Revolución Feminista de la historia de este país. Nos sentimos orgullosos de lo que hacen por el país, su gente y la humanidad.
No podemos atrevernos a proseguir sin pedirle disculpas a las integrantes de este movimiento y a sus intelectuales, liderezas e ideólogas, por el atrevimiento nuestro en emitir estas modestas opiniones que, por cierto, resultan simples balbuceos de un aprendiz del feminismo ante la contundencia y coraje de los argumentos, acciones y fundamentos que ellas han registrado y defienden en sus escritos y actividades.
La Primera Gran Revolución Feminista en Chile, logró la promulgación del Sufragio Universal Femenino en 1949 durante el gobierno de Gabriel González Videla (1). La Segunda Revolución se generó en la década de los 60, denominada la Revolución Sexual Femenina que, junto a otras demandas, llegó aparejada con la aparición de la píldora anticonceptiva (2). La Tercera Revolución Feminista es la que hoy, 2018, empieza y de la que somos privilegiados testigos.
Capitalismo y patriarcado
Una de las sentidas y urgentes demandas de la actual Revolución Feminista es la Equidad Salarial entre los géneros. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la brecha salarial entre hombres y mujeres en 2016 fue de 31,7% (3).
El sistema económico neoliberal actualmente vigente en Chile, lleva a una de sus máximas expresiones la intensificación de la explotación de la mano de obra femenina, a fin de incrementar su tasa de plusvalía y compensar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.
Por tanto, la Revolución Feminista podría tener en sus manos el desafío histórico de incidir en cambios sustanciales en la estructura económica del país, interpelando y cuestionando las bases de un sistema inviable que privilegia el crecimiento económico como la panacea de futuro de Chile, en desmedro de un desarrollo integral.
Además, el sistema capitalista neoliberal se ha ensamblado en Chile de manera tal que, a la estructura económica, se le ha dotado de una superestructura cultural, educativa e ideológica patriarcal, que le brinda soporte, sentido común y estrategia:
“¿de qué manera capitalismo y patriarcado logran integrarse perfectamente para profundizar la situación de opresión de las mujeres? El desarrollo del capitalismo dio paso a la separación del espacio para la producción en la fábrica o empresa, y el espacio para la reproducción humana en el hogar. La producción toma un carácter público y es ejercida por los hombres, y la reproducción toma un carácter privado y es ejercida por las mujeres. Por este carácter privado, la reproducción -que tiene que ver con el trabajo doméstico- es poco reconocida ante la sociedad y de esa manera el papel de las mujeres se ve reducido a la nada. Esto favorece a los intereses del capitalismo pues el trabajo que las mujeres hacen en el hogar además de no ser valorado, por razones patriarcales, tampoco es remunerado y esto significa más ganancias. En este sentido, ambos sistemas están basados en la explotación y dominación y por eso sus intereses cazan perfectamente, perpetuándose uno a otro: mientras el capitalismo oprime a la mujer basado en la explotación de su clase, el patriarcado lo hace basado en la dominación de su género” (4).
Machismo y Patriarcado: Un país intolerable
En efecto, nuestro país se ha vuelto intolerable ante la cruda realidad de ser uno de los países con más alto nivel de machismo, patriarcado y discriminación, rasgos que se han instalado en la médula de las institucionalidades económicas, sociales, políticas y culturales. La violencia machista y el acoso callejero se han instalado en la sociedad (5).
Según el Observatorio Contra el Acoso Callejero Chile, la sociedad no sólo ampara a los acosadores, sino que, además, le quita gravedad a sus acciones y fomenta, a través de miles de expresiones culturales, su violencia. (6)
La cineasta Marcela Said señala que:
“Los chilenos somos muy abusados, por el capitalismo, por trabajos precarios. Comemos a crédito, en un país carísimo. Estamos bajo presión y hay demasiadas cosas intolerables (…) el acoso donde más ocurre es en las personas que tienen menos recursos, en las mujeres que tienen que tomar la micro y un tipo las sobajea. En aquella que tiene que caminar sola en la noche y le da miedo que la violenten. El machismo ha sido particularmente violento en Chile, estructural” (7)
Las cifras de estudios lo confirman. Según reciente encuesta CADEM, la mayoría de las personas cree que Chile es un país machista, sin embargo, en hombres esta afirmación alcanzó un 64%, mientras que en mujeres un 90%. (8)
Este escenario de intolerancia ante el patriarcado, el machismo y discriminación –escenario, por lo demás, jamás percibido por las élites dominantes, a pesar de sus invocaciones a “escuchar a la ciudadanía”-, es lo que lleva a la explosión social a la que hoy asistimos. Las mujeres dijeron “¡BASTA!” y se echaron a andar.
Hannah Arendt reflexiona sobre este asunto:
“las revoluciones son los únicos acontecimientos políticos que nos ponen directa e inevitablemente en contacto con el problema del origen. Los procesos revolucionarios son sucesos que revisten la posibilidad de un nuevo y abrupto comienzo de la historia, en ellos se pueden apreciar las características de inicio, singularidad y acontecimiento. Son por esto, un tesoro sin edad que en las circunstancias más diversas aparece bruscamente de improviso y desaparece en condiciones misteriosas. Instantes de apertura en donde los actores disfrutan de la acción concertada, aparecen y se muestran a los demás. Es el momento en el cual emerge la libertad: este ‘tesoro sin edad’, donde ‘todo está dicho y nada está dicho’. Acontecimiento, ruptura e inicio serán notas que pasarán a formar parte de una definición del espíritu revolucionario. La descripción del ambiente de ese momento estará permeada de fragilidad y se caracterizará por la alegría de estar juntos y actuar” (9)
Desobediencia Civil y Revolución Femenina
La Revolución Feminista, a nivel local, nacional y global va sumando alianzas, redes y respaldo ciudadano. Está en su momento de expansión. Diversos estamentos sociales como los estudiantes, pensionados, trabajadores, funcionarios del Estado, entre otros, van confluyendo paulatinamente en este “instante de apertura” y prometen constituirse en una marea incontenible. Una marea multitudinaria, diversa, con demandas comunes y, también, exigencias particulares y propias de cada estamento. La Revolución Feminista podría irse constituyendo en la principal corriente que conduzca este proceso de unidad ciudadana contra la ignominia del sistema neoliberal y el avance en el recambio en la Hegemonía Política y Cultural del país.
Si bien es cierto que las razones de fondo de esta irrupción femenina, se debe a los propios procesos internos de Chile, en gran medida también ha contribuido la acción de las redes sociales globales. La globalización, en este caso específico, ha jugado un rol preponderante. El estallido de denuncias, movilizaciones, escándalos de la elite y delitos sexuales por doquier, ha activado el sistema colaborativo, solidario y cooperador de las mujeres chilenas y se han dicho: “No estamos solas, el Planeta está con nosotros”.
En este contexto, resulta inevitable preguntarnos acerca de las Estrategias y Herramientas disponibles actualmente para canalizar, hacer eficaz y lograr triunfos y avances sustanciales en este proceso transformador.
Y aquí es donde encontramos un instrumento fundamental para activar y sostener un movimiento social de esta envergadura: la Desobediencia Civil. Como dice Rosalía Romero Pérez, “la desobediencia civil es, históricamente, hija del pensamiento democrático” (10). Son innumerables las “expresiones colectivas que han apelado a la desobediencia civil como estrategia para reivindicar derechos, para cuestionar las leyes y las políticas gubernamentales o para confrontar a las corporaciones trasnacionales” (11).
Como diría Virginia Wolf:
“Hablando en términos generales, la principal distinción entre nosotros, entre las que por estar fuera de la sociedad somos extrañas, será que, mientras ustedes harán uso de los medios suministrados por su posición… la mejor manera en que podemos ayudarle a evitar la guerra no consiste en repetir sus palabras y en seguir sus métodos, sino en hallar nuevas palabras y crear nuevos métodos” (12).
Medio Ambiente y Revolución Femenina
Finalmente, un tema recurrente e inevitablemente conectado al de la Revolución Feminista, es el del Medio Ambiente, Cambio Climático y el cuidado de nuestro único hogar, la Madre Tierra, la Pachamama.
Según Greenpeace, la contaminación global, la quema de combustibles fósiles, la expansión de la industria agropecuaria y toda actividad humana que provoque cambio climático afecta directamente a las mujeres. Entre el 60 y el 80% de los alimentos es producido por mujeres y la producción agrícola está directamente afectada por el cambio climático. Como resultado del cambio climático global, las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y severas. Las consecuencias no son las mismas para todos y es la población con menos recursos, conformada en un 70% por mujeres, la más afectada. Las mujeres que habitan en zonas rurales o áreas remotas son quienes se ven más perjudicadas, ya que dependen directamente de los recursos naturales para subsistir (13)
Según Patricia Espinosa y Caty Arévalo, los científicos coinciden en que las mujeres se sitúan, junto a niños y ancianos, entre los grupos de población más vulnerables al cambio climático, pero, sin embargo, en la mayoría de países están infrarrepresentadas en la toma de decisiones para combatir este fenómeno (14).
Es decir, las mujeres, a nivel local, nacional y global, son las que más sufren los efectos del cambio climático, pero, paradójicamente, son las que menos atribuciones e incidencias poseen para adoptar decisiones en políticas públicas ambientales y climáticas. La Revolución Feminista tiene el desafío de incluir estas demandas estratégicas en sus programas y propuestas. (FIN) VER:
Notas
(1) Cfr. http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-96054.html
(3) Cfr. http://lanacion.cl/2017/08/05/brecha-salarial-de-genero-la-deuda-pendiente-de-chile-con-las-mujeres/
(5) Cfr. https://elpais.com/internacional/2017/06/05/america/1496638530_267332.html
(6) Cfr. https://www.ocac.cl/10-razones-por-las-que-no-debes-sentirte-culpable-del-acoso-callejero/
(9) Citada por Claudia Galindo Lara en “El concepto de revolución en el pensamiento político de Hannah Arendt”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México vol. XLVII, núm. 195, septiembre-diciembre, 2005, pp. 31-62. Cfr. http://www.redalyc.org/pdf/421/42119503.pdf
(10) Cfr. https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/viewFile/51385/47665
(11) Cfr. http://www.redalyc.org/pdf/628/62811391003.pdf
(12) Citada por Montserrat Cervera Rodon, “Desobediencia civil desde el feminismo”, “Tres guineas”, Virginia Wolf
(14) Cfr. https://www.efeverde.com/noticias/mujeres-cambio-climatico/
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