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Luis Alberto Gallegos

OEA: TRIUNFO DE AMÉRICA Y DERROTA DE LOS EE.UU.

OEA: TRIUNFO DE AMÉRICA Y DERROTA DE LOS EE.UU.

Por: Luis Alberto Gallegos
Sábado 30 de abril del 2005.

Ayer viernes 29 de abril se ha zanjado una de las confrontaciones político-diplomáticas más emblemáticas y complejas en el hemisferio. El canciller mexicano Luis Derbez ha declinado seguir en la contienda electoral por la secretaría general de la OEA, lo que automáticamente deja al Ministro chileno José Miguel Insulza en la mejor de las posiciones para acceder a dicho cargo este próximo lunes 2 de mayo.

¿Qué ha pasado?

Es obvio que la campaña política y diplomática de Chile, Brasil, Venezuela, Uruguay y Argentina ha dado exitosos resultados. Haití, uno de los países beneficiarios de la ayuda humanitaria de Chile, modificó su voto del cual se sospechaba que, a pesar de los acuerdos favorables del CARICOM hacia Insulza, al parecer había ido a parar a Derbez. Paraguay, quien también había votado por la opción mexicana a cambio de la subsecretaría general de la OEA, modificó sus preferencias y ratificó su voto por Insulza. El Presidente Martín Torrijos de Panamá, quién también había votado por Derbez en las primeras elecciones, se comprometió con Insulza e incluso hizo lobby por esta candidatura ante el propio Presidente George Bush. Y, finalmente, Canadá quien había mantenido una sólida alianza con los EE.UU. en torno a Derbez, cambió abruptamente su voto hacia el chileno. Es decir, los aliados de Bush lo abandonaron. La estrategia y la extraordinaria gestión política de Chile indiscutiblemente fue impecable. Un caso de estudio clásico para las ciencias políticas y diplomáticas.

En otras palabras, como se dice en chileno, a los EE.UU. se le fue “desgranando el choclo” y sus aliados en estas elecciones le fueron dando la espalda. La Secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice pudo comprobar in situ en su reciente visita a Chile a propósito del encuentro de 109 cancilleres en la Conferencia de las Democracias, que la mayoría de países de la Región estaban a favor de Insulza y que su abanderado mexicano declinaba para evitar el bochorno de una estrepitosa derrota en las elecciones de este próximo lunes 2 de mayo.

Luis Dervez, no las traía todas consigo. A diferencia de Insulza que disponía del total apoyo del oficialismo y de la oposición dentro de Chile, el candidato mexicano en su propia tierra natal tenía resistencias internas y su parlamento estaba dividido ante su postulación. Igualmente, a diferencia de Insulza cuya coalición política se avizora como ganadora en las próximas elecciones presidenciales, el gobernante partido de Derbez es casi probable que deje el poder el próximo año. Y estos datos son importantes para darle soporte, continuidad y funcionalidad a un cargo como la secretaría general de la OEA. Quizá por ello, los EE.UU. optaron por reevaluar el apoyo a su candidato y finalmente su prescindencia fue crónica de una declinación anunciada. Dervez ahora deberá repensar su futuro político. Fue un serio revés percatarse de que paulatinamente sus iniciales votos de respaldo iban a parar a las filas de su adversario. No podía exponerse a una derrota estrepitosa en las elecciones del lunes próximo. Por lo menos al renunciar tiene la virtud de aparecer con una imagen de generosidad que le puede significar réditos políticos internos y quizá también pretender acceder a cargos de relevancia en la nueva administración de la OEA.

Ahora, ¿porqué los EE.UU. tuvieron que aceptar a Insulza? No necesariamente esta luz verde es a regañadientes, porque si una cosa se le puede reconocer a los EE.UU. es que sabe extraer ventajas de sus derrotas. Y quizá en esta ocasión esté visualizando que con Insulza en la secretaría general de la OEA puede tener más acceso a las tendencias de centro izquierda que hoy predominan en la Región. Quizá espera que con Insulza instalado en el sillón de este organismo regional pueda contar con más disponibilidad de Chile como plataforma para incidir en el Mercosur y en algunos países considerados clave para la administración norteamericana por su creciente influencia geopolítica en América Latina y El Caribe, como Brasil y Venezuela, y también aprovechar el prestigio del Presidente Lagos para influir más decididamente en lo que los EE.UU. califica de “democracias frágiles”, como Bolivia, Ecuador e incluso Perú. Es decir, Chile ya no sólo sería un trampolín económico, sino también político. Por lo demás, para EE.UU. México ya no es prioridad contingente considerando que es un aliado estratégico incondicional y bajo control.

Por primera vez en la historia de la OEA. los EE.UU. sufren la más cruda derrota de uno de sus favoritos. Este hecho político y diplomático es muy importante. Apresuradamente, el viernes 29 la Rice tuvo que retrasar su salida de Chile para negociar en las mejores condiciones que pudo una retirada que le permitiera dejar algunas de sus defensas intactas y no perderlas todas. Entre otras, dos cosas logró de parte de Chile. Uno, el compromiso de reactivar el alicaído ALCA que, a estas alturas, resulta más bien un saludo a la bandera por el creciente rechazo que esta iniciativa tiene en la Región y donde, a pesar del esfuerzo de Insulza por cumplir con la negociación con los EE.UU., lo más probable es que el ALCA continúe su persistente caída. Dos, colaborar desde la OEA a sudamericanizar y contribuir a “perfeccionar” la democracia interna de Venezuela que cada vez más solidifica su alianza estratégica con Cuba, tal como se ha verificado en la reciente visita del Presidente Hugo Chávez a la Isla. No obstante, este gesto también es un saludo a la bandera. Venezuela tiene una opción bolivariana sumamente clara de que su alianza con América Latina es fundamental para recuperar la capacidad autónoma de decisión propia de la Región y enfrentar en mejores condiciones a la superpotencia del Norte. De otro lado, la democracia interna de Venezuela es legítima ante sus propios actores internos después del experimento de ocho referéndum ganados a favor de Chávez en distintas materias y del ostracismo y severa crisis en que se ha sumido la oposición de derecha. Por tanto, aunque se esmere, poco será lo que Insulza podrá hacer respecto a estas exigencias.

La Rice no pudo obtener más de esta negociación. Ahora sólo le queda esperar que el lunes 2 de mayo, excepto Bolivia, todo el hemisferio brinde un espaldarazo decisivo al nuevo secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. Sin embargo siempre queda la duda si en realidad fue necesaria esta negociación y si fue indispensable suscribir los compromisos establecidos con los EE.UU. Insulza tenía todas las de ganar en la votación próxima porque tenía asegurados por lo menos a 21 de los 34 votos necesarios para erigirse en triunfador. Por tanto, no requería del visto bueno de los EE.UU. y menos de establecer compromiso alguno. Pero, obviamente, se puede gobernar la OEA sin la venia ni el agrado de los EE.UU., incluso sin sus votos. Pero no se puede gobernar la OEA en contra de los EE.UU. Y eso el Presidente Ricardo Lagos y José Miguel Insulza lo saben muy bien. Después de todo, es un organismo creado y financiado por la administración norteamericana. La capacidad de maniobra de los chilenos les hizo entender que, aún ya sintiéndose triunfadores, había que ceder algunas posiciones y “contentar” al imperio.

¿Qué se visualiza para adelante?

La OEA ha visto depreciado su capital político por ineficiencia en sus objetivos de ser soberana, defensora de la democracia, los derechos humanos y el desarrollo independiente de los países que la conforman. Incluso ha tenido desafortunadas intervenciones en algunos países que le ha restado réditos en su gestión. Hoy, con la nueva administración tiene la oportunidad de resucitar y reinvindicarse ante la comunidad americana.

No es que la OEA se convierta en la plataforma de oposición a los EE.UU.. Eso no es posible hoy. Pero sí es posible que la OEA se convierta en tribuna de las sensibles y urgentes demandas de los países americanos, incluida la reivindicación legítima de Bolivia de salida al mar. Pero no sólo tribuna. La OEA hoy, en una creciente globalización en todas las esferas de la vida de las sociedades y estados, debe avanzar en un reposicionamiento de los países en mayor desventaja social y económica en el escenario global, mediante una política de promoción, defensa y respaldo de sus intereses en todas las esferas que le competen. La OEA debe constituirse en una real plataforma y red de soporte de las sociedades americanas más pobres, marginadas y desprotegidas del continente. Esa es su prioridad. Condoleeza Rice señala que la OEA debe atender a las “democracias frágiles” como Ecuador y Bolivia. Pero, ¿qué entendemos por democracias frágiles? Ecuador y Bolivia, ¿son en realidad “democracias frágiles” o en realidad democracias en efervescencia popular? ¿Acaso democracia frágil no es aquella permeable a las presiones y hegemonías de las superpotencias y sumisa a los estados más poderosos e intervencionistas? Quizá la OEA deba empezar por definir conceptos.

Finalmente, lo que hoy las fuerzas progresistas de América esperan es que la OEA realice profundas reformas estructurales y administrativas que conduzcan a este organismo regional a un efectivo proceso de democratización de su sistema. No es posible que la OEA se constituya en un ente fiscalizador de las democracias del hemisferio si es que dentro de sí misma aún se anidan formas poco democráticas de gestión y de decisiones. Sólo así será un organismo representativo, legitimado y eficiente. La democracia empieza por casa, dice un adagio. Pues bien, manos a la obra entonces.

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