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Luis Alberto Gallegos

Saludo de Fin de Año: El Copenhague de las potencias es pasado, la ciudadanía es el futuro

Santiago, Chile, miércoles 23 de diciembre de 2009, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.-  Las fiestas de fin de año es una buena ocasión para reflexionar el año transcurrido y lo que nos podría deparar el próximo  2010.

En materia socio-ambiental y, porqué no, en materia político-climática, hemos tenido de miel y de hiel.

Lo malo

La ciudadanía global ha confiado y ha tenido demasiadas expectativas respecto a lo que los líderes de las potencias mundiales podían hacer. Y decepcionaron a todo el mundo.

Bali, Bonn, Copenhague no han sido sino palabras y más palabras. Discursos para engatusar a la gente. Los negocios y el PIB han primado. Los hechos lo demuestran. El mamotreto firmado por los cuatro amigos de Obama, lo ha registrado.

Una vez más la ciudadanía tiene que toparse contra la pared y darse cuenta a golpes –literalmente-, que en las clases gobernantes globales es poco lo que se puede confiar.

Ni las vanas esperanzas, ni las estrategias conciliadoras ni los diseños de “bisagra”, resultan eficaces para enfrentar el poder global de las potencias. Éstas sólo entienden de una sola forma, la misma que aplican a sus propios pueblos y a los pueblos del mundo en vías de desarrollo: a golpes.

Pero no de golpes de violencia ni de virtuales “golpes de estado” como el que los “los cinco” aplicaron en Copenhague, sino de golpes de conciencia, de verdad, de conocimiento, de sensatez. Golpes políticos y sociales que evidencien que la ciudadanía, tanto de los propios “5 países amigos”  que suscribieron el “acuerdo” como el del mundo global, están en otra dirección: la de preservar este planeta de la violencia de las emisiones de CO2 y de toda violencia de las calamidades que ello trae consigo.

Lo bueno

Al ciclo de discursos, palabrería y “buenas” intenciones de las grandes potencias, hay que contraponerles políticas climáticas contracíclicas.

Políticas contracíclicas que se han expresado por parte de la ciudadanía de mil formas: redes virtuales globales, desobediencia civil, presión a los propios gobiernos, movilización social, gestión local, vigilias, entre tantas otras.

Hoy, como pocas veces antes en nuestra historia ciudadana, hemos sido testigos de cómo la creatividad, la innovación y la nobleza de la gente es capaz de vencer al egoísmo, la indolencia y el fracaso de los llamados “grandes líderes”.

Hoy, la gente, consciente y movilizada, ha demostrado que tiene la capacidad de pensar con criterios propios, de actuar con estrategias independientes y conquistar logros universales para toda la humanidad.

Esto es lo que, a veces, los medios de comunicación no rescatan. Éstos resaltan el fracaso y destacan sesudos análisis de porqué fracasó la cumbre, pero no se percatan que este fracaso es de la clase política global. La ciudadanía no ha fracasado. Aún no ha dado su última palabra. El fracaso es de quienes gobiernan globalmente el planeta y de quienes siguen encandilados en sus discursos.

Tampoco los medios se percatan que es la ciudadanía la que ha avanzado en la conquista de logros concretos. Mucho, pero mucho más concretos que el pueril “acuerdo de los 5”. Ha avanzado en encontrar formas de lucha nuevas, de organizarse, de conectarse, de usar las TIC, de convocar a las comunidades, de poner el tema del cambio climático en las agendas, de establecer amplias alianzas políticas, entre otras.

Pero, sobre todo, la ciudadanía ha avanzado en adquirir nuevos conocimientos científicos sobre el cambio climático. Como nunca antes, la ciudadanía se ha dotado para su lucha de conocimiento científicos ambientales precisos, de argumentos sólidos, de fundamentos irrebatibles de las ciencias exactas. Esto es lo que quizá en otras esferas de la lucha ambiental no se había manifestado hasta ahora. Quizá se deba por tratarse de un tema global y por haber un sinnúmero de investigaciones científicas del IPCC e instituciones académicas y expertos dedicados al tema. También es posible a que la globalidad del tema y sus impactos, se hayan complementado con la globalidad de las TIC.

El futuro

Decíamos en otro editorial de este Boletín –del 18 de diciembre pasado-, que el futuro sólo nos depara la lucha.

Lucha por la preservación del Planeta, por la sobrevivencia de la humanidad, por la solidaridad con Tuvalú, Maldivas, los países insulares y los pueblos africanos. Lucha por que nuestra gente, del ámbito local, barrial, comunal y familiar, no sea expuesta a los graves riesgos del cambio climático.

Por eso es que les dedicamos hoy a nuestros lectores para el 2010: luchar por lo que los “líderes globales” no han sido capaces de defender, la Vida del Planeta.

Bolivia, Bonn y México son nuestros hitos para 2010.

Bolivia porque el presidente Morales ha convocado a una Conferencia Mundial del Clima para abril. Bonn porque hay una cumbre allí de los “grandes” en junio. Y México porque en diciembre se debe volver a negociar un acuerdo global.

Esa es la agenda global del 2010 ante la que hay que crear y presentar como alternativa una agenda ciudadana propia.

¿Qué hacer?

Los contenidos de la propuesta ciudadana están claros:

-Acuerdo jurídicamente vinculable para los países desarrollados y emergentes y voluntario para los países en vías de desarrollo.

-Reducción de las emisiones de los países desarrollados entre un 20% y un 30% para el 2020, respecto a los niveles de 1990.

-Límite de incremento de la temperatura planetaria a no más de 1,5ºC hasta el 2020.

-Aporte de los países desarrollados de lo que ONU considera necesario: 10 mil millones de dólares entre 2010 y 2012 y a partir del 2020, 300 mil millones de dólares anuales para adaptación de los países en vías de desarrollo.

-Transparencia de todos los países para la fiscalización de la ONU al cumplimiento del acuerdo en cuanto a recorte de emisiones y entrega de fondos para la adaptación.

Esta propuesta implica que no sea el Banco Mundial el administrador de los fondos de adaptación, sino un organismo independiente especialmente creado por la ONU para tales efectos, con equidad representativa. Asimismo, contempla que un organismo de la ONU sea el fiscalizador de la reducción de emisiones y que, con transparencia, se informe e informe acerca del cumplimiento de los acuerdos por cada país.

No obstante, paralelamente a los mecanismos oficiales de la institucionalidad de la ONU, es preciso que la ciudadanía de cada país y a nivel global, tenga acceso y participación en este proceso.

La ciudadanía podría tener responsabilidades dentro de sus respectivos países, territorios y circunscripciones. Es lo que se denomina “fiscalización ciudadana”. Pero, también hay una ciudadanía global que principalmente, a través de las TIC, podría cumplir roles de fiscalizador global y también de convocante, movilizador y conductor de un movimiento climático planetario.

En este contexto, resulta apropiado crear un mecanismo de implementación de un Tribunal Climático Internacional, que pueda tener la capacidad y la autoridad ética de opinión, fiscalización y sanción de los países involucrados.

Copenhague es historia, es pasado. La historia clave para la humanidad respecto al cambio climático de esta época, se hace ahora.

Corresponde a los hombres y mujeres de buena voluntad definir su papel.

Ese es nuestro saludo y nuestra invocación para estas fiestas de fin de año y para el 2010.

Nuestros hijos y nietos, lo agradecerán.

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