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Luis Alberto Gallegos

Boletin GAL 2131

Nº 2.131. Viernes 6 de abril de 2018. Año XIII. Boletín Electrónico de Medio Ambiente. Santiago de Chile. Editor, Luis Alberto Gallegos Mendoza. Lectores(as): 33.091. Contacto: luisalbertogmz@gmail.com Móvil 9-63761205

RESUMEN

 

 

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DESARROLLO DE NOTICIAS

 

ESPECIAL: Feminismo y la Nueva Masculinidad ante una nueva Ética naciente en Chile

 

El Feminismo y la Nueva Masculinidad: Las actuales formas que adquiere la construcción ontológica del Prójimo

 

Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Luis Alberto Gallegos, Boletín GAL.- La coexistencia entre los géneros que la humanidad y la naturaleza han creado para nosotros –y donde somos sujetos y actores privilegiados-, incluye una vasta, variada y compleja red de interconexiones y transversalidades entre ellos en todas las dimensiones inimaginables y que, hasta el momento actual, incluso, no todas han sido develadas o suficientemente comprendidas por la ciencia y la cultura.

 

No solo se trata de simple coexistencia. En este Planeta todos los seres vivos coexistimos con menor o mayor grado de integración y complementariedad. Se trata de una convivencia común que los géneros compartimos y que, por ello mismo, exhibe y está sometida a una infinita red de rasgos propios y compartidos de aristas, lecturas y proyectos.

 

Convivencia común entre los géneros que, irremediablemente, nos conduce a espacios y plataformas compartidas en los sistemas algorítmicos de nuestras respectivas existencias. Como decíamos en otra ocasión, “un algoritmo es todo proceso o secuencia de pasos que deben realizarse para obtener un resultado, producto o meta de cualquier actividad humana” (1).

 

De todas las interpretaciones o algoritmos sociales, económicos, históricos, culturales, ambientales, políticos y prosaicos que compartimos los géneros en el día a día, hay uno que no ha sido abordado con la suficiente energía y visión estratégica. Se trata de la lectura y el quehacer filosófico. O, para ser más precisos, del componente ontológico de esta convivencia de género. Entendiendo por ontología como la disciplina que “se ocupa del estudio de todo aquello que es, cómo es, qué es lo que lo ha hecho posible, ocupándose de la definición de lo que es ser y lo que no es y del establecimiento de aquellas categorías fundamentales o modos generales de ser que tienen las cosas partiendo del estudio profundo de sus propiedades, estructuras y sistemas” (2).

 

En esta ocasión trataremos de ensayar y presentarles algunas pinceladas de algunas y algunos autores acerca de este sustancial asunto.

 

La interdependencia ontológica entre los seres humanos se manifiesta en la construcción del prójimo

 

La española Claudia Márquez Pemartin, en su Tesis Doctoral presentada en la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra, titulada “La Ontología del Hombre en Eduardo Nicol”, señala:

 

“Estamos conscientes de que cada ser humano es, en efecto, un individuo, independiente, único. Pero quizá no sea tan independiente como aparenta. Obviamente es único, y por ello mismo diferente. Pero ¿cómo percibimos su singularidad? Su singularidad se muestra por el simple hecho de que expresa. Esto es lo primero que percibimos cuando vemos a otro hombre; esto es lo que nos permite decir que es un hombre. «Puede sugerirse que la expresión tiene que ser considerada dialógica y dialéctica. Esto muestra la inequívoca identidad del sujeto que se está expresando a sí mismo y, al mismo tiempo, revela su interdependencia ontológica con ese otro ser, aparentemente ajeno, que es su prójimo. El alter ego es ciertamente alter; pero su 'otredad' no disminuye su ser un ego: un yo que no es sólo como yo, sino algo que me pertenece. Si el otro fuera realmente un extraño en sentido ontológico, nunca podría alcanzarlo por medio de la expresión. De este modo, como la expresión afirma mi propio ser, desconectaría a un sujeto de otro. La palabra griega simbolon, que me ha sido útil para trabajar sobre una «metafísica de la razón simbólica», ilustra este tipo de relación que debe ser entendida como una complementariedad ontológica”. (“La Ontología del Hombre en Eduardo Nicol”, por Claudia Márquez Pemartin, Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra, Pamplona 1994, https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/9509/1/CDF_IV_01.pdf) (Sub. de Ed.)

 

Lo que Márquez nos propone es que la interdependencia ontológica entre los seres humanos se manifiesta en la construcción del prójimo. Por tanto, se trata de un proceso en donde lo dialogante y lo dialéctico son sustanciales, y se pone de manifiesto en nuestra mutua capacidad expresiva, es decir, a través de la palabra y el gesto. Así, sin capacidad expresiva o comunicativa no hay conexión ontológica, no hay interdependencia, no existe posibilidad alguna de construirnos como prójimos. Seguiremos siendo extraños el uno para el otro, aun conviviendo bajo el mismo techo, bajo el mismo barrio, trabajo o país.

 

La capacidad expresiva es lo que nos permite acceder y conocer la esencia del “otro”, convirtiéndolo en nuestro “prójimo” y, a su vez, hacer lo propio con nosotros mismos. Es por ello que la interdependencia ontológica es “dialogante”. Pero también es “dialéctica”, vale decir, no es sencilla ni fácil, sino que puede ser contrastante, conflictiva e interpelante.

 

No obstante, este proceso de construcción de nuestro prójimo depende de un gesto clave: la decisión y voluntad de los sujetos. Sin este paso preliminar no sería posible establecer conexión alguna. El prójimo seguiría siendo un “extraño ontológico”.

 

¿Qué es lo que nos convierte en prójimos o en seres ontológicamente complementarios?

 

Un caso:

 

“Una mujer cayó de un noveno piso desde un edificio en Santiago y un ciudadano haitiano le salvó la vida. El hombre extendió sus brazos al ver que ella caía desde gran altura y no dudó en hacer algo (…) Teníamos que practicar un evento con la Organización Buena Onda por la independencia de Haití y cuando llegué vi a dos personas que miraban hacia arriba y escuchaba gritos de 'no te tires'. Por curiosidad entré a mirar y vi a la señora”, dijo. Aunque la mujer luchó por sostenerse de los barrotes, cayó al vacío. “Yo iba a sacar mi celular para grabar como es la moda, pero dije este es el momento para ayudar a esa señora, no de grabar. Si nadie la puede ayudar desde arriba, entonces abajo la podemos parar”, sostuvo. “No pensé que era peligroso para mí. Me concentré y cuando ella llegó a mis brazos me doblé el tobillo y la rodilla y nos caímos al piso. Cuando la miré pensé que no había logrado nada, porque le salía sangre de su boca y no respiraba, pero a los tres minutos ella recuperó el aliento”. (3)

 

Ponerse en la piel del Otro, es un dicho fácil de decir, pero difícil de hacer. Eso es lo que hizo este ciudadano haitiano en el instante de tomar su decisión de ayudar a la señora que caía. Eso es lo que lo convierte en el prójimo que cada uno desearía tener en el momento y el lugar preciso.

 

Desde la perspectiva de la interdependencia del prójimo, este conmovedor e inconmensurable testimonio de desapego del ego, no necesariamente deja de ser un episódico gesto de generosidad humana. En efecto, la complementariedad del prójimo dispone de componentes valóricos como la empatía, solidaridad, misericordia y compasión, entre otros, con particular énfasis en su proyección en el tiempo y el espacio y en la estructuración de un sistema ontológico coherente y armónico entre los seres. No se agota en sí mismo. Se proyecta, dialoga y se expresa nítidamente en palabras.

 

Es exactamente lo que Rafael Echeverría trata de explicarnos en sus escritos:

 

“La última declaración de la que queremos hablar en esta sección es aquella en la que un individuo le dice a otro «Te amo» o «Te quiero». Sin entrar a examinar en esta ocasión lo que es el amor desde un punto de vista lingüístico, es importante señalar que éste remite a un vínculo particular, un tipo de relación, entre dos personas. Dada la ya aludida capacidad recursiva del lenguaje podemos también hablar de amor a sí mismo, refiriéndonos precisamente al tipo de relación que mantenemos con nosotros mismos. Un supuesto común es que el amor existe y que decir «Te amo» no hace más que describir lo que está allí. Basados en tal supuesto, a veces escuchamos a quienes dicen «¿Qué sentido tiene decirte que te quiero? Ello no cambia nada». Es posible que ello no cambie la emoción que uno siente por el otro, pero decirlo o no decirlo no es indiferente a la relación que construimos con el otro, particularmente cuando este otro es también un ser humano. El declarar «Te amo» o «Te quiero» participa en la construcción de mí relación con el otro y forma parte de la creación de un mundo compartido. Es importante examinar nuestras relaciones personales fundadas en vínculos de afecto —como lo son, por ejemplo, nuestra relación de pareja, con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestros amigos, etcétera— y preguntarnos cuan a menudo solemos declararnos mutuamente el afecto que nos tenemos. Preguntarnos también qué diferencia le significaría al otro el escuchar esta declaración. Es importante no olvidar cómo el hablar — y, por lo tanto, también el callar— genera nuestro mundo-. Mientras escribo, recuerdo la película inglesa «Remains of the Day», que viera unos días atrás. El tema central de la película es precisamente la ausencia de la declaración de amor. En ella vemos lo que sucede con dos personas que fueron incapaces de decirse el uno al otro «Te amo»”. (“Ontología del Lenguaje”, por Rafael Echeverría, Santiago de Chile, 2003, http://www.uchile.cl/documentos/ontologia-del-lenguaje-echeverria-pdf_90752_0_5938.pdf) (Sub. de Ed.)

 

La ontología del Ser nos recuerda siempre nuestra común convivencia bajo una Ética y una misma Comunidad

 

La interdependencia ontológica del Ser nos convoca no solo a una complementariedad histórico-episódica de nuestras existencias, sino fundamentalmente a un compartir fines, metas, proyectos, sueños y esperanzas. En otras palabras, a compartir una ética de la existencia humana y un sentido de la Vida. Ética, donde lo sustancial es la “primacía de la realidad histórica y la praxis histórica liberadora” o la actividad humana transformadora del mundo (4).

 

Es más, Humberto Maturana nos aterriza conceptualmente estableciendo las coordenadas histórico-políticas de este proceso de construcción de la interdependencia del prójimo:

 

“Bernhard Pörksen: Usted aboga por un nuevo pensar, una nueva forma de convivencia, pero al mismo tiempo intenta respetar absolutamente a aquellas personas que no quieren este cambio.

Humberto Maturana: Lo decisivo es que el cambio de conciencia de ninguna manera puede ser forzado. Tiene que resultar de la comprensión del ser humano individual. Por supuesto que deseo un mundo distinto, no voy a negarlo, aunque la sola idea de un cambio que afecte no sólo a la propia persona sino también a otros seres humanos, confronta inevitablemente con la tentación de la tiranía. Por supuesto que deseo un mundo de comunidades democráticas, un mundo en que vivan individuos cooperadores que se respeten así mismos y a los demás. Me gustaría aportar a esta forma de convivencia que sólo puede surgir sin presión ni coerción; y solo puedo hacerlo actuando desde ya como una persona de mentalidad democrática, tratando con eso de mantener viva la democracia. Vale decir: se hace camino al andar. Los medios de que dispongo son expresión directa del fin que persigo. Nadie puede ser forzado a la democracia, nadie”. (“Del Ser al Hacer”, por Humberto Maturana y Bernhard Pörksen, LOM Ediciones, Santiago de Chile, noviembre 2004, http://matriztica.cl/wp-content/uploads/Cap-I-Del-ser-al-hacer.pdf) (Sub. de Ed.) (FIN)

VER: http://luisalbertogmz.blogia.com/

 

Notas

 

(1) Boletín GAL 10/01/2018,  http://luisalbertogmz.blogia.com/ 

(2) https://www.definicionabc.com/general/ontologia.php

(3) Soy Chile, 19/11/2017, http://www.soychile.cl/Santiago/Sociedad/2017/11/19/500041/Haitiano-recibio-en-sus-brazos-a-mujer-que-cayo-de-noveno-piso-en-Independenciala-salvo.aspx

(4) http://servicioskoinonia.org/relat/378.htm

 

Chilenas entre las mujeres que más violencia y acoso sufren en el continente

 

Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Cecilia Yáñez, La Tercera.- Estudio a 5.982 mujeres en 11 países de América reveló que el 30% de las chilenas reconoce haber sufrido algún episodio de violencia física o sicológica en el último año y el 39%, algún evento de acoso sexual.

 

Según una encuesta de opinión en la que participaron casi seis mil mujeres de 11 países del continente, las chilenas son las segundas que más violencia de género han sufrido en el último año y las terceras que más han vivido acoso sexual, también en el último año.

 

En el Día Internacional de la Mujer, la agencia Activa Research y Worldwide Independent Network of Market Research (WIN) dieron a conocer los resultados de las entrevistas que hicieron a mujeres de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, EE.UU., Ecuador, México, Perú, Panamá y Paraguay, las que fueron consultadas por la percepción de respeto a sus derechos, violencia de género y acoso sexual.

 

De acuerdo a las cifras, el 30% de las chilenas ha sufrido violencia de género (física o psíquica) en el último año y el 39%, acoso sexual. Consultadas por cuánto creen ellas que se respetan sus derechos, seis de cada 10 chilenas dicen que poco o nada.

 

Sofía Arbulú, directora de Proyectos de Activa, explica que el objetivo de la investigación fue evaluar y conocer las percepciones de las mujeres en América. Uno de los elementos más llamativos, a su juicio, es la gran diferencia que se produce entre Canadá y EE.UU., versus el resto de los países de Latinoamérica. Mientras el 93% de las mujeres en Canadá y el 74% en EE.UU. dicen que sí se les respetan sus derechos, en el resto de los países (como promedio) solo el 64% señala que les son vulnerados, porcentaje que en el caso de Chile llega al 34%.

 

“Son muchas las razones que lo explican, “EE.UU. y Canadá, pero especialmente este último, se ha declarado feminista, donde sus normativas van acordes con los derechos de igualdad entre hombres y mujeres. En América Latina, este discurso está recién empezando”, dice.

 

Cuando se revisan las cifras chilenas, la encuesta revela que las mujeres sobre 31 años se sienten más vulneradas en sus derechos. La situación cambia cuando se trata de violencia de género y acoso sexual, en estas dos materias son las mujeres más jóvenes las que más dicen sufrirla. Así, entre los 18 y 30 años, el 38% de las mujeres reconoció haber sido víctima de violencia de género en el último año, mientras que en el grupo de 46 años y más, la cifra baja a 23%. Lo mismo ocurre con el acoso sexual, entre los 18 y 30 años el 56% reconoce haberlo sufrido, pero en el grupo de los 46 años y más, baja a 28%.

 

A Lorena Astudillo, abogada de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, las cifras no le sorprenden. “Chile se ha preocupado mucho de mostrar hacia afuera que su economía se mantiene estable, pero se ha preocupado poco de la integridad de las personas y, en especial, de las mujeres”, dice.

 

Sobre la diferencia que se produce entre mujeres más jóvenes y mayores, la abogada señala que, a menor edad, las mujeres tienen mayor conciencia de sus derechos y de la igualdad entre hombres y mujeres, por lo que identifican más acciones de violencia y de acoso. “A las más grandes les cuesta reconocer hechos de violencia o acoso, de alguna manera, por la experiencia que tienen, la violencia está más naturalizada, muchas siguen asociando violencia solo con la pareja, pero no es así. Se tiende a minimizar estos hechos, a creer que hay que resistir. También está el factor vergüenza. Las mujeres más jóvenes acusan más, no están dispuestas a soportar, identifican la violencia y el acoso y lo verbalizan”, indica.

 

Para Lidia Casas, profesora de la U. Diego Portales y directora del Centro de Derechos Humanos de esta casa de estudios, es importante considerar que en los distintos países el concepto de violencia no es el mismo. En países como México o Colombia, donde la violencia está más instalada en la sociedad, la violencia de género tiende a minimizarse, incluso por las propias mujeres. En todo caso, destaca que en Chile está instalado que la violencia no es aceptable en ningún ámbito.

 

También cree que hay un cambio de mentalidad en las más jóvenes, que hace que denuncien más y sin vergüenza el haber sido víctimas de violencia o acoso. “Las más jóvenes sienten menos percepción de ventajas con los hombres, se ven más iguales y tienen más conciencia de violencia, por lo que se sienten más atacadas también”, explica. VER: http://www.latercera.com/tendencias/noticia/chilenas-las-mujeres-mas-violencia-acoso-sufren-continente/91248/

 

¿Por qué ser Mujer y Feminista en Chile?

 

Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Luis Contreras Vera, El Quinto Poder (NE: publicado el 13/07/2013).- Quienes defienden a ultranza el principio de igualdad, lo hacen desde una perspectiva meramente formal, desde que los datos presentados han sugerido la existencia en nuestro país de discriminación por género, hecho que en la práctica habla de la falta de igualdad en su otra dimensión, la material. Y, por tanto, no se hacen cargo de sus perniciosas consecuencias.

 

Hace pocos días comenzó a difundirse por la red, en forma de viral, una campaña impulsada por Corporación Humanas acompañada por el hashtag #FaltaLaOtraMitad, para dar cuenta de la situación desigual que ocupa la mujer en la sociedad chilena y promover una mayor participación en el ámbito público, específicamente en el parlamento y en las posiciones de poder político. Esta campaña da cuenta del silencioso trabajo de miles de mujeres, al margen de los medios tradicionales de comunicación, por construir una sociedad igualitaria, donde la consideración del sexo no sea relevante al momento de ocupar cargos de alta dirección.

 

Aprovechando esta campaña me parece oportuno dar a conocer la ideología que subyace a la misma: el feminismo. El feminismo según Owen M. Fiss puede ser entendido como un conjunto de creencias e ideas que pertenecen al amplio movimiento social y político que busca alcanzar una mayor igualdad para las mujeres”.

 

En este sentido, el feminismo se erige como una teoría crítica de múltiples paradigmas, de allí que no extrañe su vasta influencia en diversos ámbitos, tanto académicos (Derecho, Relaciones Internacionales, entre otros), como estético (en las artes en general).

 

Señalado ello, hay que precisar que el feminismo tiene como cimientos dos tesis centrales: la primera de ellas, relativa a la impugnación de la distinción tradicional entre lo público y lo privado, siendo esta última esfera a la que queda reducido el rol de la mujer en la sociedad, esto es, vinculado a las labores domésticas y el cuidado de los niños. Y, en segundo lugar, a la reconstrucción del concepto de ciudadanía imperante, hacia uno más amplio que, por cierto, las incluya.

 

A comienzos de este año la Universidad Diego Portales, a través de su Instituto de Investigación de Ciencias Sociales (ICSO) presentó un interesante estudio que da cuenta de la situación de la mujer en el escenario laboral. Allí los especialistas estimaron que sólo el 21% de los altos cargos directivos están ocupados por mujeres. La tendencia señala que esta inclusión de la mujer se da de manera significativa en el ámbito público, en desmedro del sector privado. Asimismo, dio cuenta de la existencia de pirámides de poder en todos los sectores, y constató el hecho de que en la medida que se asciende en dicha pirámide se advierte una menor participación de la mujer.

 

Por su parte, en la esfera política, la mujer no dista de la realidad del trabajo. Si revisamos la actual composición del Congreso Nacional, nos daremos cuenta que, en el Senado, la participación de la mujer alcanza 13%, esto es, 5 senadoras (contando a la Senadora Ena Von Baer quien fuera designada posteriormente) de un total de 38 honorables. Asimismo, en la Cámara de Diputados, el porcentaje alcanza un 14%, a saber, 17 legisladoras de un total de 120.

 

Cabe señalar, que solo durante el gobierno de Michelle Bachelet y dando cumplimiento a uno de sus compromisos de campaña, la Presidenta conformó un gabinete original paritario, contando entre sus filas a 10 ministras mujeres, las que se mantuvieron en número hacia el final de su mandato. Hecho que a la postre, demostró ser un fenómeno único que no ha sido replicado por el actual gobierno.

 

Asimismo, durante las primarias ocurridas recientemente, solo dos candidatos, Claudio Orrego y Andrés Velasco, tenían en su programa de gobierno, políticas públicas concretas sobre género, lo que refleja la importancia, o mejor dicho falta de importancia, del tema para las élites políticas. Revisados los datos presentados anteriormente, yo me pregunto ¿cómo ser mujer y no ser feminista en un país como Chile?

 

Y es que no hay duda alguna, de que esta realidad no pasa por la falta de interés de la mujer en la política, basta revisar la composición del padrón electoral o su participación en partidos políticos. Ni tampoco por falta de méritos, esto es, que la mujer chilena adolezca de las capacidades o habilidades necesarias para ocupar altos cargos de dirección en las más diversas áreas. La cuestión, al parecer, queda reducida a un asunto netamente cultural.

 

Sobre la interrogante de cómo superar esta odiosa situación de discriminación, pienso que el Derecho como un instrumento modelador de conductas puede erigirse como la herramienta fundamental para la superación de este tipo de discriminación. ¿Qué mecanismo? La implementación de una ley de cuotas. Dicha ley obligaría a los partidos políticos a integrar, en su estructura y en las candidaturas, una cuota determinada de mujeres, la que deberá ser consensuada, para alcanzar de manera efectiva una mayor participación femenina.

 

Ante las objeciones de este tipo de medidas de discriminación positiva debido a su eventual vulneración del principio de igualdad, que por lo demás está consagrado constitucionalmente, resulta relevante mencionar que las acciones positivas del Estado en pro de la igualdad se dan de forma excepcional, para la distribución de bienes que son considerados escasos, como la provisión de cargos políticos o puestos de trabajo, y que de no operar, aumentarían, o a lo menos se reproducirían, situaciones desiguales, como en el caso chileno la evidente posición de subordinación de la mujer.

 

Quienes defienden a ultranza el principio de igualdad, lo hacen desde una perspectiva meramente formal, desde que los datos presentados han sugerido la existencia en nuestro país de discriminación por género, hecho que, en la práctica habla de la falta de igualdad en su otra dimensión, la material. Y por tanto, no se hacen cargo de sus perniciosas consecuencias.

 

Por último, no se ha tenido en cuenta el efecto positivo del tratamiento desigual para algunos como medio de igualación para otros. En la misma forma como es admisible y beneficioso restringir el derecho de propiedad para algunos, vía impuestos, desde que esta permitirá un mayor goce de otros bienes, esto mediante redistribución, hacia los menos aventajados; resulta admisible la desigual consideración entre un hombre y una mujer, prefiriendo a esta última ante una vacante laboral.

 

La situación desmejorada de la mujer en el panorama político y laboral nacional es, a todas luces, un asunto de interés público, pero que extrañamente no recibe la atención necesaria en el discurso. Esto al parecer, se deba a una fuerte raigambre cultural, que es transversal a todos los sectores socioeconómicos de la población. Por lo que representa un desafío importante para la sociedad, puesto que profundizar la democracia requiere necesariamente una mayor participación de la mujer. VER: http://www.elquintopoder.cl/genero/por-que-ser-mujer-y-feminista-en-chile/

 

El 43% de las mujeres chilenas se considera Feminista y crece la percepción de violencia de género

 

Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Antonia Orellana, El Desconcierto (publicado 19/10/2016).- La undécima versión de la Encuesta Humanas reveló que las mujeres chilenas continúan percibiendo altos niveles de discriminación en la esfera laboral, política y el ejercicio de su libertad sexual.

 

El 80,4% de las mujeres considera que la violencia contra ellas en Chile ha aumentado, mientras que un 82,7% cree que el Estado no hace lo necesario para prevenirla, reveló esta mañana la Encuesta “Percepciones de las mujeres chilenas sobre su situación y condiciones de vida” de la Corporación Humanas, que se lleva a cabo desde hace 11 años en todo el país.

 

Mientras más de 40 ciudades de Chile se han sumado con convocatorias para la manifestación en protesta por los femicidios #NiUnaMenos que se realizará durante la tarde en nuestro país y Argentina, la Corporación Humanas presentó un detallado estudio sobre la forma en que las mujeres se conciben a sí mismas, la discriminación que sufren, la que fue presentada por la ex ministra Clarisa Hardy y el embajador de Canadá, Marcel Lebleu.

 

“Esto coincide con la marcha y por eso estamos casi todas de negro, con luto, con rabia”, señaló la presidenta de Corporación Humanas, Carolina Carrera, antes de entregar los resultados de la encuesta. “Entre las mujeres chilenas no ha variado significativamente la percepción de la discriminación que sufren: pese a la promulgación de leyes como la de partidos y su cuota, estos avances no se reflejan en sus condiciones de vida”.

 

La ex ministra Clarisa Hardy llamó la atención respecto a la “poca valoración de toda la institucionalidad política, pero es curioso que el nivel de desconocimiento de los partidos políticos es mayor entre las mujeres”, lo que atribuyó a distanciamiento, desinterés y desinformación, relevando el hecho de que sólo el 30% se informa y mayoritariamente a través de la televisión. Además, llamó a no subestimar el hecho de que los principales pilares de las mujeres son la familia, la maternidad y el hogar y a investigar la creciente participación de niñas en el bullying, madres en el maltrato infantil y mujeres en la violencia de pareja, señalando que es muestra de que el modelo de relaciones chileno también es cada vez más violento a nivel general.

 

¿Cómo perciben las mujeres sus condiciones de vida?

 

La percepción de la discriminación que sufren las chilenas por ser mujeres, según la Corporación Humanas, no ha cambiado significativamente en los últimos doce años. Destaca que el lugar donde se sienten más discriminadas es el trabajo, con un 89,5%. Además, el 80,7% sufre malestar en su vida diaria producto de la discriminación y el 70,4% cree que la discriminación se ensaña especialmente con las mujeres indígenas. En cuanto a lo laboral, además, el 52,7% de las chilenas cree que sus empleadores las discriminan.

 

Respecto a los derechos sexuales y reproductivos, el 77,2% de las mujeres cree que tener sexo sólo por amor es completamente válido; además, un 88,4% valida la opción de no ser madre si así se desea, y el 82,6% está de acuerdo con la afirmación “la mujer decide cuándo y cuántos hijos e hijas tener”. Además, luego de más de dos años de debate del proyecto de despenalización del aborto en tres causales, se observa un alza en el apoyo al aborto sin causales, pero, paralelamente, un descenso en el apoyo a la causal de aborto por violación. Para Carolina Carrera, esto se explica por el constante ataque y cuestionamiento que ha recibido la “credibilidad y sufrimiento de las mujeres y niñas” por parte de los sectores conservadores. También aumenta el número de mujeres que conocen a otra que se haya realizado un aborto (31,4%), y el de quienes que el aborto no debe ser penalizado con cárcel, que alcanza un 55,6%.

 

Auge en la percepción de la violencia de género y crítica visión del Estado

 

 “Pareciera que la propiedad privada vale más que la vida de las mujeres. El gobierno reacciona ante la percepción por la delincuencia, pero no ante el miedo y la percepción de la violencia que sufren las chilenas”, criticó la presidenta de Corporación Humanas. Esto, ya que ha aumentado la sensación de impunidad, según Corporación Humanas, por la violencia de género y la cantidad de femicidios en 2016: 39. Así, el 80,4% cree que la violencia contra las mujeres ha aumentado y el 71,7% considera que “la violencia hacia las mujeres en relaciones de pareja es un problema que afecta a todas las mujeres porque es una expresión extrema del machismo”. En cuanto al acoso sexual, el 87,4% de las chilenas cree que todas las mujeres han sido acosadas sexualmente al menos una vez en la vida.

 

Especialmente preocupante es la evaluación que tienen las mujeres sobre la respuesta ante la violencia: el 87,8% no cree que el estado chileno tome todas las medidas necesarias para evitar el femicidio y la violencia contra las mujeres. Además, un 43,6% apoya aumentar el castigo a los agresores que rompen las medidas cautelares de protección hacia sus víctimas. Esto tiene un correlato con los datos del Poder Judicial y la policía, ya que el 30% de los femicidios cometidos en el 2015 tenían como antecedente medidas cautelares que fueron rotas por los femicidas:

 

Desde 2014 todas las instituciones han bajado su índice de confianza, pero destaca la baja en la confianza que las mujeres depositan a la institucionalidad estatal dedicada a ellas: el Sernam y el Ministerio de la Mujer, lo que Carrera atribuyó a un posible desconocimiento por el cambio de nombre y categoría institucional.

 

Ha aumentado la sensación de impunidad, según Corporación Humanas, por la violencia de género y la cantidad de femicidios en 2016: 39. “Nuestra pregunta es si no han existido cambios en estos doce años o las mujeres tienen mayores niveles de conciencia de género. Creemos que es una mezcla, a la luz de los datos. Hemos visto el aumento de la percepción e identificación con el feminismo, a pesar del debate con carga negativa de la ideología de género. El que un 45% de las mujeres se declare feministas es un avance”. 

 

Mujeres y política nacional: cada vez más feministas y desafectadas de la élite política

 

La encuesta Humanas 2016 no trae buenas noticias para Chile Vamos ni la Nueva Mayoría: a la hora de evaluar a las dos principales coaliciones de partidos del país la opción que gana es el “No conoce”, con un 42,4% para la derecha y un 34,9% para el oficialismo. En cuanto a la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, es por lejos la figura política más conocida entre las chilenas (51%), seguida por Sebastián Piñera, con 9 puntos porcentuales menos de conocimiento.

 

Todas las instituciones, sin excepción, bajan en la aprobación de las mujeres chilenas respecto al 2014. Dos de los descensos más pronunciadas son los de la Iglesia Católica y el Ministerio de la Mujer. Esto último, según la presidenta de la Corporación Humanas, puede deberse también a la confusión generada por el cambio de nombre y rango desde el Servicio Nacional de la Mujer al Ministerio, ya que no es consistente con los altos números de aprobación de la ministra Pascual. ¿La excepción al aumento de la desconfianza? Los tribunales de familia, que son más valorados que en la última versión de la encuesta.

 

Uno de los resultados más destacados es la alta valoración que tienen las mujeres chilenas de las organizaciones no gubernamentales feministas y el feminismo en general. Y es que, pese a que aumenta la percepción de violencia y la sensación de discriminación, un 65,8% de las chilenas considera que son los movimientos feministas los responsables de los avances en las condiciones de vida de las mujeres respecto a anteriores generaciones. El ámbito en el que consideran ha habido un mayor avance es en el de una mayor presencia femenina en el Congreso y cargos públicos.

 

Sobre perspectivas de cambio, además, un 57% de las mujeres cree que el mecanismo para modificar la Constitución de la República debe ser la Asamblea Constituyente y el 58,4% cree que en una nueva constitución debe quedar plasmado el derecho de las mujeres, adolescentes y niñas a vivir una vida libre de violencia.

 

Revisa la encuesta completa aquí. Ficha técnica de la encuesta: llevada a cabo entre el 19 de julio al 07 de septiembre de 2016. Muestreo de 1.208 mujeres, con un error muestral máximo de +/-3,1, considerando un nivel de confianza de 95%. Muestreo Interpenetrante de Mahalanobis, de áreas, trietaipico, estrictamente probabilístico, sin reemplazos. VER: http://www.eldesconcierto.cl/2016/10/19/el-43-de-las-mujeres-chilenas-se-considera-feminista-y-crece-la-percepcion-de-violencia-de-genero/

 

¿Cómo ser hombre en la Nueva Era del Feminismo?

 

Madrid, España, viernes 6 de abril de 2018, por Rodrigo Terrasa, El Mundo.- La campaña #MeToo no sólo ha empoderado a las mujeres sino que ha obligado a replantear qué significa ser hombre hoy y qué papel deben jugar los varones en la lucha por la igualdad. Varios autores han aprovechado el momento para reflexionar sobre la necesidad de asumir la gran revolución pendiente del siglo XXI, la que debe definirla nueva masculinidad.

 

"En la cabeza de cada hombre hay un amo, una voz inconsciente que envía instrucciones a través de un interfono. Ese amo -escribe Grayson Perry- es el jefe del departamento que cada uno tiene asignado en el Ministerio de la Masculinidad. Y ese ministerio quiere mantener las reglas". Perry es un artista ceramista inglés, un icono cultural en su país conocido por su afición a vestirse de muñeca y por sus provocadoras reflexiones sobre la identidad masculina.

 

Se acaba de editar en España su libro La caída del hombre, un irreverente manifiesto de la masculinidad desde el feminismo que cuestiona aquellos imperativos que los psicólogos sociales Robert Brannon y Deborah David enunciaron en 1976 para definir el rol del hombre en la sociedad, algo así como los cuatro mandamientos del macho: estatus social, seguridad, agresividad y, sobre todo, no lo olvide, "nada de mariconadas". Ya saben, cuatro claves para ser "un hombre de verdad", cuatro condiciones bajo las cuales todo marchaba bien o, al menos, iba según lo previsto por aquel jefe que nos habla a los hombres a través del interfono.

 

A finales del año pasado, después de las primeras denuncias de acoso sexual en Hollywood contra el poderoso productor de cine Harvey Wenstein, la actriz Alyssa Milano tomó prestado un hashtag creado diez años atrás por la activista Tarana Burke, #MeToo (Yo También), para iniciar una campaña contra las agresiones a las mujeres que inundó las redes sociales.

 

Más de 200.000 personas compartieron su mensaje sólo en las primeras 24 horas. Vino después la campaña 'Time's up' (Se acabó), millones de mujeres en todo el mundo alzaron la voz y de repente sonaron todas las alarmas en los despachos del Ministerio de la Masculinidad.

 

¿Qué piensan los hombres de todo esto? ¿Cómo deben reaccionar? ¿Cuál es su papel? ¿Qué narices significa ser hombre en la nueva era del feminismo? "Ante lo que está ocurriendo lo primero que tenemos que hacer los hombres es ponernos delante del espejo, analizarnos y darnos cuenta de la situación privilegiada que tenemos por el simple hecho de ser hombres. Y justo después asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde para transformar el statu quo", asegura Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional y autor de El hombre que (no) deberíamos ser. "Ellas llevan siglos planteándose su lugar en la sociedad, nosotros nunca lo hemos hecho. La gran revolución pendiente del siglo XXI es la masculina", insiste Salazar.

 

"Y ese proceso sólo lo podemos hacer quitándonos todas esas capas de cebolla, las máscaras que la masculinidad nos ha ido imponiendo, todo lo que siempre ha implicado ser 'un hombre de verdad'". VER: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/03/03/5a9935db46163fd32a8b45eb.html

 

Si el machismo perdura es porque los hombres hemos sido cómplices, aunque no seamos acosadores ni violadores ni puteros, guardamos silencio cómplice

 

Madrid, España, viernes 6 de abril de 2018, por Octavio Salazar, El Mundo.- Nuria Coronado es periodista. En su libro Hombres por la igualdad ha entrevistado a 16 "aliados del feminismo". Todos varones. "La igualdad es un principio básico de la democracia y en la lucha por conseguirla es básica y fundamental la implicación del hombre desde los actos más cotidianos.

 

Hay hombres que ahora cogen el altavoz y son superfeministas. Genial, pero no se trata de que sean líderes otra vez, se trata de que tengan consciencia de la sociedad desigual en la que vivimos, de que sean aliados tanto en los actos más cotidianos como en los más evidentes, que nos apoyen sin ser protagonistas porque las protagonistas, por desgracia, somos nosotras".

 

Octavio Salazar recoge en su libro un "decálogo para la nueva subjetividad masculina". Habla de la necesidad de transformar las estructuras de poder, de que los hombres dejen de gozar de manera acrítica de sus privilegios, dejen de estar ausentes en lo privado y de creerse omnipotentes, que no huyan más de lo femenino, "que nos amariconemos un poco", reclama, "en el sentido más positivo del término", que seamos "militantes" contra la desigualdad.

 

“Si el machismo ha perdurado a lo largo de los siglos es porque los hombres hemos sido cómplices, en muchos casos con nuestro silencio. Aunque no seamos acosadores ni violadores ni puteros, hemos guardado silencio cómplice”, denuncia. “Los hombres tenemos que dejar de dar lecciones a las mujeres y trabajar con nosotros, entre nosotros, porque estamos carentes de modelos”.

 

Por ser 'hombres de verdad' hemos vivido muy cómodos, pero también hemos renunciado a un montón de cosas, a lo más privado, a las emociones. Si cada uno asume su responsabilidad daremos un paso histórico. Y si no lo hacemos, esto se quedará así otro par de siglos".

 

"Así" significa que el conjunto de salarios recibidos por mujeres suma un 23% menos que el de los hombres, que tres de cada cuatro directivos son varones, "así" es que las mujeres aún dedican el doble de horas a las tareas del hogar que los hombres, "así" es también que en 2017 medio centenar de mujeres fueron asesinadas en España por sus parejas o ex parejas, que ya son 12 este año, casi un millar desde el año 2003, cuando empezaron a recogerse estadísticas oficiales.

 

Y "así" es que, todavía hoy, uno de cada cuatro jóvenes considera "normal" la violencia en la pareja y más del 20% de los españoles de 15 a 29 años cree que la violencia machista es "un tema politizado que se exagera mucho". El año pasado se triplicó en España el número de menores detenidos por violencia machista. VER: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/03/03/5a9935db46163fd32a8b45eb.html

 

Un buen hombre ya no es aquél capaz de proveer, el ser pilar, el cabeza de familia, tener la decisión última…

 

Madrid, España, viernes 6 de abril de 2018, por Domingo Antonio Edjang Moreno, El Chojin, El Mundo.- Dicen los expertos que mientras las niñas son conscientes desde pequeñas de la complejidad de su género, los niños ignoran por completo qué significa ser hombres y crecen plácidamente acorralados en el modelo masculino de competitividad, agresividad y fuerza. "Quizá jamás entenderemos por qué un joven decide terminar con las vidas de otros, pero por lo menos podemos ver un patrón que no podría ser más evidente. Son los niños varones", escribía el cómico Michael Ian Black en The New York Times tras la última masacre en un instituto de Florida.

 

Gregorio Gómez es vicepresidente de la asociación Alma contra la violencia de género: "La única manera de solucionar el problema es la educación. Yo creía que el feminismo era lo contrario al machismo porque nadie nos explicó nunca lo que significaba. Mi madre los domingos le limpiaba los zapatos a mi abuelo y todas quitaban la mesa menos él, que era el jefe de la tribu. Era lo normal. La violencia de género me hizo ver la situación real.

 

“El machismo es una lacra social que viene de la época de las cavernas y los hombres tenemos que ser partícipes del cambio porque si no, el cambio es imposible. Por puro egoísmo los hombres tenemos que entender que el feminismo nos beneficia, nos hace mejores personas y nos quita las cargas que el machismo nos mete en la mochila”.

 

"El que crea que el machismo es un problema exclusivo de las mujeres es que no ha entendido nada", apunta Domingo Antonio Edjang Moreno. Más conocido como El Chojin, es uno de los raperos más conocidos de España. En 2005 lanzó la canción El final del cuento de hadas contra el maltrato a las mujeres y participa regularmente en foros y talleres de feminismo.

 

¿Puede un hombre ser feminista?

Puede y debe serlo. Hasta que seamos no iguales, sino equivalentes, hasta que tengamos el mismo valor. Un buen hombre ya no es aquel capaz de proveer, el pilar, el cabeza de familia, la decisión última...Un buen hombre es aquel capaz de acompañar a su pareja no de una manera preestablecida, sino de la manera que decidan entre los dos. No hay unas normas establecidas del feminismo, y eso lo complica todo, los roles cambian para abrirse en un abanico casi infinito de posibilidades. Pero tenemos la lógica de la igualdad, que no es un arma menor.

 

¿Y cómo acertamos con el encaje?

Si tomamos como fin último la erradicación del machismo por completo, vamos a vivir frustrados una generación completa porque va a ser muy complicado acabar con esto del todo. Los triunfos deben ir en pequeñas dosis y esperar a que se estabilicen las aguas para saber dónde tiene que estar cada uno.

 

¿Le da miedo como personaje público ser señalado por alguna conducta machista?

Yo he oído discursos feministas con los que no estoy nada de acuerdo, auténticas salvajadas, pero a veces tienes que apretar los dientes y callarte porque apuestas por el final del camino. Lo ideal sería que hasta que lo consigamos no hubiera una caza de brujas pero si es el precio que hay que pagar, pues se paga y ya está. VER: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/03/03/5a9935db46163fd32a8b45eb.html

 

No es mojigatería, hay que generar una sensualidad equitativa y no de asalto; los hombres nos hemos considerado guerreros en el ámbito sexual

 

Madrid, España, viernes 6 de abril de 2018, por Ritxar Bacete, El Mundo.- Dijo Woody Allen tras estallar el caso Wenstein y antes de ser señalado él mismo con carácter retroactivo que temía "un ambiente de Salem donde cualquier hombre que guiñe el ojo a una mujer en la oficina tenga que llamar de repente a su abogado para defenderse".

 

Decía el otro día Gay Talese, casi con pavor, que la masculinidad ha sido completamente puesta patas arriba por el feminismo y la corrección política. Y dice también el psicólogo Jordan B. Peterson que "hay una crisis de la masculinidad porque se culpa a los hombres por el mero hecho de serlo".

 

"El feminismo no puede dar miedo, lo que da miedo de verdad es el machismo que nos está aniquilando", sentencia Nuria Coronado. "Somos feminazis, histéricas, exageradas... ¿Pobrecitos los hombres? ¡Pobrecitas las mujeres, que ni siquiera podemos salir tranquilamente a la calle! Este tipo de discursos sólo pretenden que todo siga igual para que nada cambie".

 

"Toda lucha por unos derechos se tiende a radicalizar, pero es normal. Y está bien que nos pellizque a veces. Si molesta, por algo será. Algo se ha puesto alerta y es clave para que haya una consciencia de género", asegura Salazar. "Cuando tomaron la Bastilla en 1789 seguro que los reyes absolutos también estaban muertos de miedo", bromea Ritxar Bacete, autor del libro Nuevos hombres buenos, un ensayo en el que radiografía una sociedad en la que el mero hecho de nacer con pene te construye una identidad sexista.

 

"También las mujeres han sido educadas en esa cultura machista, por lo que el proceso de emancipación ha de ser colectivo. Yo planteo el #WeToo (Nosotros También) porque pedirle a un hombre que ahora se calle o dé un paso atrás cuando jamás hemos alzado la voz contra este modelo de masculinidad tóxica es muy poco operativo". "Es normal que haya cierta sensación de desasosiego entre los hombres porque todo aquello en lo que hemos sido socializados desde niños se tambalea", insiste Bacete. "Si las mujeres mueven el tablero, nosotros nos movemos y nos tiemblan las piernas. Pero el gran miedo no es a lo que digan las mujeres de nosotros sino a no tener claro cuál es el papel que nos toca jugar ahora".

 

Hay quien denuncia que el nuevo feminismo nos conduce al puritanismo. Esto no tiene nada que ver con la mojigatería ni con la pérdida de la sensualidad. Se trata de generar una sensualidad equitativa y no de asalto. Los hombres nos hemos considerado guerreros en el ámbito sexual y hay que empezar a pensar como compañeros. La revolución de las mujeres ha venido a cambiar la masculinidad, que atraviesa una crisis muy profunda. El feminismo ha venido a liberarnos a nosotros también. VER: http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/03/03/5a9935db46163fd32a8b45eb.html

 

Repensar las izquierdas en clave Feminista

 

Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Tatiana Hernández Comandini, socióloga feminista, Observatorio, Género y Equidad, OGE.- Sí, las feministas hemos avanzado sustantivamente en instalar como sentido común el derecho que nos corresponde a las mujeres de participar activamente en los espacios donde se toman las decisiones que repercuten en nuestras vidas cotidianas. Avanzamos también en legitimar el derecho que tenemos las mujeres a vivir una vida libre de violencia. Pero el cambio en los imaginarios y las prácticas que reproducen la discriminación y la violencia machista, es lento. El machismo está enquistado. Entonces, ¿cómo hacer carne este sentido común? ¿Cómo hacerlo sostenible y transformar el sustrato ideológico patriarcal que hace que los mecanismos de acceso se vuelvan insuficientes frente a condiciones que restringen la plena participación de las mujeres en estos espacios?

 

En el reportaje “Contra todas las violencias” del Observatorio de Género y Equidad, Camila Rojas, diputada electa por Izquierda Autónoma, dice una verdad ineludible: “es falso cuando dicen que el Frente Amplio es feminista porque los espacios de poder están en disputa. En el fondo se hacen esfuerzos, pero es difícil que sea un espacio feminista en una realidad tan machista. La militancia como tal es un espacio donde las mujeres estamos menos convocadas que los hombres”.

 

La futura diputada es clara en dar cuenta que llegar a este diagnóstico significó pasar por situaciones profundamente sexistas. Sexismo que hace desistir a muchas mujeres de su participación en estos espacios. Se asume que organizaciones que reconocen como parte de su imaginario de izquierda al feminismo, y además aspiran a una sociedad más igualitaria y solidaria, buscan cotidianamente erradicar el modelo dominador tan propio del capitalismo colonizador y patriarcal (Korol, 2016) y privilegian los principios de vinculación y de reconocimiento. Sin embargo, muchas se siguen construyendo sobre la base de una cultura violenta del poder.

 

Camila Rojas propone acciones concretas para “feministear” al Frente Amplio: “propiciar la participación, la formación y compartir experiencia es clave”. Claudia Korol, reconocida feminista argentina de los feminismos populares, reflexiona sobre lo urgente que dejar de encubrir el machismo en “nuestros movimientos”. Ello tiene como consecuencia que los “compañeros” “comiencen a cuestionar sus privilegios”. Para ella no basta que estas organizaciones se definan como antipatriarcales (y/o feministas).  Korol, como Rojas, dice que esta definición implica y exige una “activa pedagogía que ayude a poner en consonancia las definiciones ideológicas con las prácticas cotidianas”.

 

Hagámonos cargo, el pacto patriarcal está presente en las organizaciones de izquierda, y como dice Korol, entorpece la transformación de estas organizaciones y movimientos en espacios habitables para las mujeres y las disidencias sexuales. El patriarcado es astuto, hace creer que hay lugares donde no ocurren situaciones de discriminación y violencia machista contra las mujeres: “Este es un lugar de iguales, un lugar que promueve la emancipación”. Lo único que permitirá no caer en el juego sucio del patriarcado, es la permanente y activa pedagogía de la resistencia y emancipaciones que nos permita identificar toda forma del modelo dominador.

 

La buena noticia es que nos cruza un contexto de oportunidad, donde muchos partidos, espacios y movimientos de izquierda están emergiendo y repensándose. La pregunta entonces es en qué modelo transitarán para establecer nuevas formas de relacionarse, en qué estructuras cognitivas se pensarán para hacer política con mujeres y ver que las desigualdades de género son un asunto profundamente político.

 

Julieta Kirkwood describió su complejo camino socialista. Para Kirkwood era más que el camino del Estado; era el camino por donde se transforma la vida de las personas. En él, es fundamental elegir el modelo correcto y cuestionar todos los días el sexismo con el que cargan nuestras ideas y nuestras prácticas cotidianas. Esto no es fácil. Porque como dice Claudia Korol “el orden verticalista y autoritario es tranquilizador para los de arriba, pero también para los de abajo. Es más sencillo cumplir directivas, ser disciplinados, que rebelarnos frente a las arbitrariedades y problematizar las injusticias que reproducimos”.

 

Como feminista invito a los nuevos y tradicionales espacios y organizaciones de izquierda, a elegir el modelo solidario y erradicar el modelo dominador de su política, de la política.  Urge transformarse para transformar. VER: http://oge.cl/repensar-las-izquierdas-en-clave-feminista/

 

La Nueva Masculinidad nos hará libres

 

Madrid, España, viernes 6 de abril de 2018, por Mireia Mullor, Esquire.- El ensayo Nuevos hombres buenos de Ritxar Bacete te ofrece una guía para que dejes de tener escalofríos cuando escuchas la palabra feminismo. Déjate de excusas y empieza tu propia revolución.

 

El feminismo no sólo ha traído consigo empoderamiento y cambio (y una línea entera de ropa en las tiendas de Inditex), sino también una reacción a la masculinidad tradicional. Esa que entiende a la mujer como un objeto, que siente la constante necesidad de ocultar sus sentimientos y que es incapaz de salirse del camino marcado por su identidad de género. Esa que nos ha contado la milonga durante años de que los hombres no lloran, que los hombres no bailan o que los hombres no muestran cariño hacia los demás. Por suerte, esta concepción de lo masculino va quedando atrás, poco a poco, aunque seguimos arrastrando ese yugo del -aquí viene- patriarcado. Y no os engañéis: todos los sexos lo sufrimos.

 

“Todos estamos construidos de la materia contradictoria”

 

Que a nadie le salga un sarpullido en el brazo si afirmo que el feminismo no sólo hará libre a las mujeres, sino también a los hombres. Y no se puede avanzar sin un cambio necesario en lo que entendemos por ser un hombre, y tampoco nos moveremos mucho de nuestra situación si no comenzamos a ser un poco autocríticos. La machunidad -en diferentes grados- se identifica fácilmente: si cuando escuchas las consignas feministas y sientes que no es tu lucha, o la misma palabra feminismo te provoca un sudor frío en la espalda, algo tienes que cambiar. Si diste por supuesto que es tu mujer la que tiene que cuidar a los niños, dejar su trabajo o encargarse de las cosas del hogar, algo tienes que cambiar. Si pensaste por un momento que la vida posterior a la violación de una joven en los Sanfermines minimizaba el delito de los cinco hombres que la agredieron, algo tienes que cambiar. Si te parece inofensivo que en un campo de fútbol se haya coreado "Shakira es de todos" o "Rubén Castro lo hiciste bien", o incluso participaste en ello, definitivamente algo debes cambiar. Y sólo estoy apuntando cosas ‘menores’, cosas que podemos considerar normales en una sociedad heteropatriarcal. Desde luego, si alguna vez le has gritado algo obsceno a una mujer por la calle, háztelo mirar.

 

Todos estos comportamientos, adoptados con total normalidad y que ahora comienzan a ser puestos a juicio -mediático y social, al menos-, se analizan en el libro Nuevos hombres buenos: La masculinidad en la era del feminismo. Este ensayo escrito por Ritxar Bacete pretende analizar esa nueva definición de lo masculino que ha emergido desde las profundidades -y, algunas, desde dentro de un armario- para rebelarse contra cualquier limitación. El vitoriano nos anima a cambiar, y no es fácil. "Todos estamos construidos de la misma materia contradictoria", reconoce el autor, y tiene razón: hemos vivido en una realidad -una educación, un contexto- ineludible. Pero basta de excusas. Sí, somos lo que la sociedad ha construido, todos hemos sido educados bajo el sexismo de la publicidad, los clichés de la cultura popular y los roles de género binarios, pero hasta ahí. Refugiarse en él siempre ha sido así no sólo es de conformistas: es de cobardes.

 

La crisis del macho

 

Decía Simone de Beauvoir que "no se nace mujer: se llega a serlo". Lo mismo se puede aplicar a los hombres y su férrea masculinidad: no es más que una construcción social, un limitante del comportamiento y un generador de conflictos internos y externos. Vivimos en la crisis del macho tal y como lo conocíamos. "Hace tiempo que se rompió el tablero de juego y toca reconstruirlo", apunta Bacete en su ensayo, en el que también indica el primer paso para cambiar. Y es el de siempre: reconocer que tienes un problema. "No se trata de flagelarnos", escribe, "pero sí de conectar desde la humildad con distintos grados tanto de contradicciones como de responsabilidades". Amén a eso.

 

En lugar de esta reacción pacífica, los llamados angry white men nos han regalado otra algo más infantil: una pataleta constante contra la lucha feminista. Fijaos en muchas de las películas apadrinadas por Judd Apatow, desde El reportero: La leyenda de Ron Burgundy -más autoconsciente- o Lío embarazoso -más estúpida-, en las que se ha fabricado un arquetipo nuevo, el del hombre-niño, que se niega a madurar en una época en la que las mujeres han tomado la delantera en muchos aspectos. "Los miedos masculinos están directamente relacionados con el desasosiego que nos genera a muchos de nosotros ser conscientes de que vivir en igualdad conlleva, inexorablemente, perder nuestros privilegios (que son de todos)", cuenta el autor. Puede parecer contradictorio, pero en la lucha por los derechos de las mujeres -de todos- también se necesita la presencia de los hombres. No es una batalla que se pueda mirar desde las gradas. Y esto no es una competición, ni una guerra de sexos, como a muchos les encanta plantear. La única manera de construir una sociedad justa para todos es juntos. Porque no hablamos de hombres y mujeres (y viceversa): hablamos de personas.

 

Las mujeres son seres con autonomía, a pesar de lo que piensen genios como Harvey Weinstein o Donald J. Trump, y los hombres también. Y aunque es innegable que han tenido privilegios ancestrales, no subestimemos sus propias problemáticas. Por culpa de lo que venimos hablando, los machos deben ser fuertes, tener éxito con las mujeres y aficionados al alcohol para superar el rito social de la masculinidad. Deben ser los héroes de la historia, como les han enseñado en el cine, en los libros o en la televisión, añadiéndole ese estreñimiento emocional insoportable (para ellos mismos, claro) que desemboca en frustraciones nunca materializadas pero siempre responsables de su comportamiento.

 

En las sesiones de trabajo en grupo que Bacete ha realizado con miles de hombres, les preguntó qué cambiarían de sus vidas si pudieran ser más libres. La respuesta no debería sorprendernos. "La mayoría de los hombres manifiesta que, probablemente, si fuera más libre lloraría más, abrazaría más, llamaría más a sus amigos o pediría ayuda más a menudo", revela. ¿En qué puñetas hemos estado convirtiendo a los hombres?

 

En un artículo publicado en julio de 1914 en The Masses, diario neoyorquino, el periodista Floyd Dell habló de esta nueva masculinidad que tanto necesitamos. ¡Hace más de 100 años! La primera frase que escribió debería resonar en nuestra contemporaneidad con la misma fuerza que los cánticos futbolísticos: "El feminismo hará posible por primera vez que los hombres sean libres". Un nuevo abanico de masculinidades también.

 

En una escalofriante página de este ensayo publicado por Ediciones Península, Bacete recopila algunas cifras sobre el maltrato a las mujeres. En España se presentan más de 140.000 denuncias cada año, de las cuáles sólo un 0,014% son falsas, para los amantes del argumento de "las mujeres son unas mentirosas que quieren destruir las vidas de los pobres hombres". Además, se estima que sólo se reporta un 20% del maltrato. Haced las cuentas de cuántos hombres están maltratando a sus parejas en estos mismos instantes. En este año, 44 de esos maltratadores han llegado a su objetivo final y las han asesinado.

 

“El sexismo limita nuestra capacidad de sentir, conectar y empatizar”

 

No es fácil hacer punto y aparte con todo esto sobre la mesa, pero Bacete -y una servidora- está convencido desde su "optimismo ilustrado" que todo empieza con los pequeños cambios en uno mismo. Para llegar al concepto clave de este cambio, pongamos un ejemplo muy gráfico: Tootsie (1982). En esta película dirigida por Sidney Pollack, un actor -de aquellos serios, del método- está harto de encontrar trabajo por ser demasiado bajo, demasiado alto, demasiado delgado o por su mal humor. Así que, para entrar en el elenco de una telenovela, se disfraza de mujer creyendo será coser y cantar.

 

Pero, ah, es cuando nos ponemos en la piel del otro cuando realmente nos damos cuenta de lo que supone estar en su posición. Para una actriz en los años 80 -y, tal y como hemos constatado en recientes noticias, también en nuestra actualidad- los abusos, los toqueteos y los comentarios sexistas son el pan de cada día. Y así la bautizada como Tootsie (un genial Dustin Hoffman) se rebela contra todas esas absurdidades que las mujeres tienen que soportar y se convierte en un verdadero icono feminista. Pero lo más importante es que el personaje de Hoffman -y el verdadero Hoffman también- descubrió que los hombres no son realmente conscientes del clima de incomodidad sexista que pueden llegar a provocar. Y eso les hace un poco más malvados. "[El sexismo] limita nuestra capacidad de sentir, conectar y empatizar, al mismo tiempo que se apoya en una valoración positiva de la agresividad (e incluso de la violencia) como forma masculina de regular los conflictos", escribe Bacete.

 

Así que, ¿cómo dejar atrás todo eso? Haciendo un simple ejercicio de empatía. Tan fácil como eso. “Eso nos aporta, fundamentalmente, la perspectiva de género y el feminismo: la capacidad de ver y entender el mundo en su complejidad y con amor, justicia y ternura”, prosigue el autor en su ensayo. Y la empatía pasa por dejar de atrincherarse en las manadas masculinas, donde los chistes y comentarios sexistas son la moneda de cambio. “Es un virus pegajoso, invisible y estructural", escribe Bacete sobre este fenómeno tan normalizado. Esos entornos puramente masculinos son el caldo de cultivo para la pervivencia de una masculinidad tóxica que no beneficia absolutamente a nadie.

 

En un reciente artículo publicado en The Guardian, la periodista Jessica Valenti se rebelaba contra la idea de que el hombre sea considerado un depredador por naturaleza. "Si empezamos a creer eso, que así son los hombres -que este comportamiento es algo esperable- estamos cediendo a algo crucial: la creencia de que las cosas pueden mejorar", escribía Valenti, y razón no le falta. ¿No decía Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza? Creámoslo entonces. Y lo más importante: hombres, creedlo vosotros mismos. VER: https://www.esquire.com/es/actualidad/a13984966/la-nueva-masculinidad-nos-hara-libres/

 

El nuevo rol del hombre del siglo 21 en los tiempos de empoderamiento femenino: La Nueva Masculinidad

 

Lima, Perú, viernes 6 de abril de 2018, por Ana Romero, Gestión.- Las mujeres por nuestra cuenta, no podemos conseguir todos los profundos cambios sociales, económicos y políticos que requiere la construcción de un mundo más justo y equitativo. Para lograr ello, se necesita la participación activa de los hombres en la lucha feminista, ya sea dentro de la organización como miembros activos o como agentes de cambio externo que apoyen a la causa, con el único objetivo de un mundo mejor, más justo y en equidad de género.

 

“La igualdad de género también es problema de ustedes”, refiriéndose al público masculino, dijo la actriz y activista feminista Emma Watson, como Embajadora de Buena Voluntad de la ONU Mujeres en un evento especial de la campaña <HeforShe>,que en español significa “El porella”, en la sede de las Naciones Unidad, New York, el 20 de septiembre del 2014.

 

En efecto, <HeForShe> es una campaña que nació en las Naciones Unidas con el fin de mover a todos los hombres y jóvenes como target principal para que se conviertan en los defensores de la equidad de género. La campaña busca trascender en el tiempo y más que una <campaña de momento>, exige el involucramiento de todos los hombres posibles para que la equidad de género realmente funcione y no sólo quede en teoría. Hay muchas cosas que faltan por hacer para que realmente se sienta la equidad de género, sin embargo, no podemos solas, ésta causa tiene que ser de todos, como sociedad.

 

El Primer paso para la equidad de género, es entender los conceptos apropiadamente y de la manera correcta, por esa razón es que creo fundamental explicar que significa cada concepto clave que involucra la equidad de género, empezando por el género.

 

¿A qué le llamamos Género?

 

Para Gerda Lerner: “Es la definición cultural del comportamiento asignado como apropiado para cada uno de los sexos en una sociedad determinada. El género es un conjunto de roles culturales. Es un disfraz, una máscara con la que hombres y mujeres bailan su desigual danza”.

 

Cuando hablamos de género, entonces hablamos de un concepto que engloba comportamientos, roles y funciones por el sexo, a través de procesos sociales, en su mayoría por ideologías o instituciones patriarcales.

 

¿A qué llamamos Patriarcado?

 

Es un orden culturalmente establecido, que le da poder, reconocimiento, privilegios y beneficios únicamente a los hombres, dejando de lado a la mujer, en una palabra, discriminándola. Por otro lado, el sistema patriarcal, no sólo afecta a las mujeres, sino también, aunque en menor medida e intensidad a los hombres, ya muchos de ellos, no se identifican con el modelo estereotipado y cerrado sobre las expectativas que recaen en su supuesta < masculinidad > de alfa macho, basado en los valores de poder, fuerza, valentía, atrevimiento, exigencia, competencia, rivalidad e imposición. Sin duda, un modelo en el que lo afectivo-emocional está devaluado y donde lo político-social sobredimensionado.

 

A continuación, mostramos la percepción del Patriarcado en torno a la Mujer.

 

Las Mujeres en el Patriarcado:

 

1- Carecen de autonomía económica: Para las mujeres se reservan los puestos de «bajo perfil» o de «perfil asistencial»

2- Tienen expectativas más bajas en el mundo laboral al entenderse que son ellas las que deben asumir el cuidado de hijos e hijas y del hogar.

3- Quedan fuera (o son minoría) de los altos cargos y de toma de decisiones, tanto en empresas privadas como en instituciones públicas.

4- Sufren violencia tanto dentro como fuera del espacio doméstico (violaciones, ablaciones, asesinatos, trata, acoso…).

5- Son moldeadas bajo un patrón cultural impregnado de valores tales como: sensibilidad, ternura, belleza, debilidad, pasividad… lo que les lleva a crear relaciones de dependencia y sumisión hacia el hombre.

 

El sistema patriarcal asegura la transmisión de este orden desigual de generación en generación a través de usos, costumbres, tradiciones, normas familiares, prejuicios y hábitos sociales que aprendemos a través de un sutil pero eficaz proceso de socialización. Esta situación hace que las mujeres se movilicen contra éste gran opresor que es el patriarcado, a través de una lucha por la equidad. En este contexto reivindicativo se reconoce el papel primordial y necesario del hombre como compañero de lucha, cuyo papel activo consiste en asumir y propagar un discurso que llegue al corazón de otros hombres.

 

Es en éste punto, es donde nos encontramos con nuevos hombres con otro tipo de pensamiento, lejos del <macho alfa> , descubrimos un hombre que simplemente ya no se siente identificado con el viejo patrón del “know how” antiguo, porque se ha dado cuenta que algo está cambiando y él no se quiere quedar atrás, porque sabe además que lo único constante es el cambio; éste tipo de mentalidad da como resultad a la necesidad de la construcción de nuevas masculinidades que buscan transformar y cambiar la sociedad a favor de hombres y mujeres en equidad.

 

La Nueva Era, la Nueva Masculinidad

 

Hace 50 años, la imagen colectiva de los hombres era bastante clara: Hombre trabajador, padre fuerte y disciplinado, poco involucrado en la familia. El modelo de masculinidad tradicional, impone a los hombres una forma estereotipada de ser y estar en el mundo, producto de un sistema y una sociedad sexista, que produce no solamente discriminación y opresión a las mujeres, sino también problemas de género en los hombres.

 

Es por eso, la importancia de la adaptación y adoptación de la nueva masculinidad para lograr realmente un cambio sostenible en el tiempo. Es así que el papel de los hombres en la lucha feminista ese vuelve vital y primordial, ya que sin su colaboración es del todo imposible alcanzar la meta de un mundo equitativo. El papel responsable que se espera de los hombres en este sentido es el de comprometerse de manera activa, rompiendo con el modelo tradicional masculino, construyendo nuevos valores y referentes de masculinidad positivos, tolerantes, respetuosos y equitativos.

 

Un claro ejemplo hacia la nueva visión o paradigma de lo que se espera de la nueva masculinidad es cuando una pareja planifica un embarazo, o la mujer descubre que está embarazada. Al nacer la o él bebe ¿qué actitud toma el padre? ¿Toma un papel privilegiado de dejar el cuidado de su hija o hijo a la madre? ¿Se excusa afirmando que es quien lleva el dinero a la casa, por lo que no puede desvelarse en el cuidado del bebé ya que debe descansar para poder trabajar al día siguiente? O toma un nuevo rol de masculinidad, buscando la equidad de derechos, apoyando a la mujer en el parto, ambientando el espacio que será de su hijo, se preocupa por su nombre, se preocupa por garantizarle su derecho a la identidad, se preocupa por su cuidado y se reparte equitativamente todas las tareas que trae consigo el acogimiento de un nuevo miembro de la familia, quitando su papel privilegiado que el rol de hombre le ha otorgado por el hecho de serlo, desapareciendo el poder que la cultura le ha consentido, más bien buscando la justicia para su familia.

 

En este sentido, las expectativas de los hombres como compañeros de lucha, como los nuevos hombres del siglo 21, son las siguientes:

 

1.- Rechacen todo tipo de violencia que sufren las mujeres

2.- Se posicionen públicamente contra la discriminación histórica que han ejercido los hombres sobre las mujeres.

3.- Apoyen las reivindicaciones de las mujeres a favor de sus derechos personales, laborales, sociales y políticos.

4.- Reconozcan al sistema patriarcal como un sistema opresor que discrimina a las mujeres y favorece únicamente a los hombres.

 

Ser un Hombre Feminista, no es para cualquiera, es sólo para Valientes

 

Una encuesta realizada por la empresa global de investigación Ipsos, publicada en 2014, encontró que el 48 por ciento de los hombres de 15 países desarrollados se identifican a sí mismos como “feministas” y el 58 por ciento de los hombres están de acuerdo con la igualdad de género e incluso la promueven en las redes sociales.  Ser un hombre del siglo 21 y representar a la nueva masculinidad en carne y hueso no es fácil, especialmente por los prejuicios que se esconden detrás del concepto “feminismo”, término que se ha ido distorsionando en el tiempo, perjudicando un concepto clave para la equidad de género.

 

Según señala Luis Bonino: Los hombres Feministas “son acusados por otros hombres de promover la cultura del hombre “blando”, emprender cruzadas junto al feminismo contra la masculinidad, promover el culto a la emoción e impulsar el fracaso masculino”.

 

Es aquí donde me toca explicar lo que conlleva realmente el término o concepto “feminista”

 

¿Qué es el feminismo?

 

“Cuanto más he hablado sobre el feminismo, tanto más me he dado cuenta de que la lucha por los derechos de las mujeres se ha vuelto con demasiada frecuencia un sinónimo de odiar a los hombres. Si hay algo de lo que estoy segura es que esto no puede seguir así” Emma Watson.

 

De acuerdo a Castells se entiende por feminismo a aquellas personas y grupos, que reflexionen y actúen orientados a acabar con la subordinación, desigualdad, y opresión de las mujeres y lograr, por tanto, su emancipación y la construcción de una sociedad en que ya no tengan cabida las discriminaciones por razón de sexo y género.

 

Alda Facio va más allá, y define al feminismo como:

 

“Un movimiento social y político, ideológico y teórico, que parte de la toma de conciencia de las mujeres como colectivo humano subordinado, discriminado y oprimido por el colectivo de hombres en el patriarcado, para luchar por la liberación de nuestro sexo y nuestro género. El feminismo no se circunscribe a luchar por los derechos de las mujeres sino a cuestionar profundamente y desde una perspectiva nueva, todas las estructuras de poder, incluyendo, pero no reducidas a, las de género”.

 

Debemos de entender que el Feminismo no es lo contrario al machismo. El Feminismo no busca la superioridad de la mujer sobre el hombre.  A continuación, la definición de machismo es:

 

1.- Machismo: Actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer.

 

Y el de feminismo es:

 

2.- Feminismo: Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres.

Y para dejarlo aún más claro, para un machista, el feminismo es algo que no debería de existir, pues para muchos las mujeres feministas son unas resentidas sociales, que odian a los hombres y las descalifican inclusive cuestionando su sexualidad, por ello es importante hablar de lo que se entiende por feminismo.

 

Masculinidad hegemónica o machismo

 

El machismo es una expresión derivada de la palabra macho, definido como aquella actitud o manera de pensar de quien sostiene que el varón es por naturaleza superior a la mujer. El machismo es una ideología que engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a promover la negación de la mujer. Para referirse a tal negación del sujeto, existen distintas variantes que dependen del ámbito que se refiera como, por ejemplo:

 

Familiares: Estructuras familiares patriarcales, es decir dominación masculina Sexuales: Promoción de la inferioridad de la sexualidad femenina como sujeto pasivo o negación del deseo femenino.

Económicas: Infravaloración de la actividad laboral, trabajadoras de segunda fila.

Legislativas: No representación de la mujer en las leyes y por tanto, no legitimación de su condición de ciudadanas, leyes que no promuevan la protección de la mujer ni sus necesidades.

Intelectuales: Inferioridad en inteligencia, en capacidad matemática, en capacidad objetiva, en lógica, en análisis y tratada como astucia, maldad, subjetiva, poco coeficiente intelectual.

Anatómicas: Poca importancia al parto, poco papel en la reproductividad biológica.

Lingüísticas: No representación de la mujer en el lenguaje.

Históricas: Ocultación de mujeres importantes dentro de la historia de la humanidad.

Culturales: Representación de la mujer en los medios de comunicación como un cuerpo haciendo de ella misma un objeto en vez de un ser humano.

Académicas: Poca importancia a estudios de género, no reconocimiento de la importancia del feminismo.

 

Es así que lo femenino se ha visto como algo inferior, débil, subordinado y por otro lado, la dureza, exigencia, fuerza, vigor, libertad, poder, valentía, sin necesidad de afecto, competitividad, agresividad, rivalidad e imposición han sido las características para definir a la masculinidad tradicional, la cual poco a poco ha cedido terreno frente a la exigibilidad de los derechos de la mujer.

 

 ¿Cuál es el origen de la palabra feminista?

 

La palabra nació en Francia en el siglo XIX. Durante mucho tiempo, se pensó que la palabra había sido inventada por el filósofo socialista Charles Fourier, sin embargo, esto fue un error ya que el término ya se usaba en el campo de la medicina, designado a un trastorno de desarrollo en los varones, que afectaba su “virilidad” y les hacía parecer femeninos. Asimismo, el primero en usar ese término para designar a las mujeres que luchaban por sus derechos fue en realidad el escritor francés Alexandre Dumas hijo, quien se burló del concepto en su libro “El Hombre –Mujer” en 1872, de ésta manera:

 

“Las feministas, perdón por el neologismo, dicen: todo lo malo viene del hecho de que no se quiere reconocer que la mujer es igual al varón, que hay que darle la misma educación y los mismos derechos que al varón” Alexandre Dumas.

 

Es a partir de ese neologismo, que la palabra se difundió como una manera despreciativa de designar a las mujeres que luchaban por sus derechos. Hasta que, en 1882, la sufragista francesa Hubertine Auclert, se apropió de la palabra en el contexto positivo en que se utiliza actualmente definido como la lucha para mejorar la situación de las mujeres.

 

 ¿Por qué feminismo y no igualitarismo o humanismo?

 

“¿Si se busca la igualdad por qué no se llama algo así como Igualitarismo?, La palabra Feminismo discrimina a los hombres, porque no los incluye, solo nombra a las Mujeres”.

 

Por comentarios como éste, es que me veo en la obligación de poder aclarar ciertos conceptos y/o términos clave para poder realmente entender qué es el feminismo y cuál es nuestro rol como mujeres para la transformación y el cambio de nuestra sociedad a nivel mundial.

 

Para entender el porqué del nombre y del movimiento, nos tenemos que remontar a la Revolución Francesa, en donde el pensamiento de la Ilustración proclamaba los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, y en 1789 se aprobó la Declaración de los Derechos del Ciudadano; sin embargo, estos principios hablaban sobre los derechos personales y colectivos de los hombres únicamente. Es por esa razón que las mujeres lucharon para conquistar sus derechos, comenzando por el sufragio femenino y los derechos laborales hasta llegar al derecho a la educación, los derechos reproductivos y el cuestionamiento de los roles género o la heteronormatividad. El Feminismo no se puede llamar igualitarismo porque no busca que todo sea igual, o que la mujer se adapte a las normas y reglas masculinas de la sociedad, sino que cada uno tenga sus propios derechos y libertades según sus características. El feminismo no se llama humanismo ni igualitarismo porque simplemente son conceptos diferentes:

 

1.- El humanismo es una rama de la filosofía y la ética que aboga por la igualdad, la tolerancia y la laicidad. El humanismo reconoce que los seres humanos no «necesitan» de la religión para desarrollar sistemas morales o establecer un comportamiento moral.  Muchos humanistas eran también grandes misóginos y su concepción de la igualdad se limitaba a la igualdad entre los varones.

 

2.- El Igualitarismo es una forma de filosofía política que defiende que todos los seres humanos son iguales en esencia y por lo tanto tienen el mismo derecho a iguales recursos como los alimentos, la vivienda, el respeto, el estatus social. Puedes facilitar a todo el mundo los mismos elementos y perpetuar la desigualdad y/o la inequidad. El igualitarismo, aun siendo un concepto ético fundamental, no tiene generalmente en cuenta las desigualdades.

 

Para entender el porqué del nombre y del movimiento, la periodista Joanna Gutierrez nos remonta a la Revolución Francesa, en donde el pensamiento de la Ilustración proclamaba los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, y en 1789 se aprobó la Declaración de los Derechos del Ciudadano; sin embargo, estos principios hablaban sobre los derechos personales y colectivos de los hombres únicamente. Es por esa razón que las mujeres lucharon para conquistar sus derechos, comenzando por el sufragio femenino y los derechos laborales hasta llegar al derecho a la educación, los derechos reproductivos y el cuestionamiento de los roles género o la heteronormatividad. 

 

El Feminismo no se puede llamar igualitarismo porque no busca que todo sea igual, o que la mujer se adapte a las normas y reglas masculinas de la sociedad, sino que cada uno tenga sus propios derechos y libertades según sus características. El feminismo no se llama humanismo ni igualitarismo porque simplemente son conceptos diferentes:

 

1.- El humanismo es una rama de la filosofía y la ética que aboga por la igualdad, la tolerancia y la laicidad. El humanismo reconoce que los seres humanos no «necesitan» de la religión para desarrollar sistemas morales o establecer un comportamiento moral.  Muchos humanistas eran también grandes misóginos y su concepción de la igualdad se limitaba a la igualdad entre los varones.

 

2.- El Igualitarismo es una forma de filosofía política que defiende que todos los seres humanos son iguales en esencia y por lo tanto tienen el mismo derecho a iguales recursos como los alimentos, la vivienda, el respeto, el estatus social. Puedes facilitar a todo el mundo los mismos elementos y perpetuar la desigualdad y/o la inequidad. El igualitarismo, aun siendo un concepto ético fundamental, no tiene generalmente en cuenta las desigualdades a través de una perspectiva interseccional.

 

Empezaremos por desarrollar el concepto <Igualdad>:

 

1.- Igualdad:  Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones.

 

Bien, como vemos, igualdad es equiparación, por lo tanto, el igualitarismo pediría la semejanza y equivalencia de derechos y obligaciones en todas las situaciones de la vida. El problema y la genialidad de género, es que no somos iguales. No tenemos ni las mismas características físicas biológicas, ni las mismas necesidades o incluso “las ganas” de ser igual que los hombres.

 

2.- Equidad: Cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones.

 

Entonces podemos decir que el feminismo busca la equidad, es decir, según las características de cada persona, que tenga sus derechos sin que esto sea el menoscabo de otra persona. Asimismo, el término “feminismo” no busca excluir, rechazando al hombre ni mucho menos. Simplemente, visibiliza a todas las mujeres que han venido luchando por la equidad de género desde hace mucho tiempo atrás. Hombres y Mujeres somos completamente diferentes y ¡que vivan las diferencias!, sin embargo, necesitamos la equidad de género como objetivo para poder tener igualdad en derechos.

 

Soy feminista y amo a los hombres

 

La idea que los hombres y las mujeres podían tener iguales derechos fue difícil de aceptar, y su aceptación no fue de la noche a la mañana, ni por arte de magia  y mucho menos por la cesión o la voluntad de los hombres, sino más bien por la lucha de mujeres valientes para hacer desaparecer el patriarcado, consiguiendo disminuir la influencia de éste en algunas estructuras políticas, sociales y económicas, mujeres que rompieron esquemas y se aventuraron a exigir lo que les corresponde, y que ha sido tomado dictatorialmente por el hombre durante mucho tiempo.

 

Es por ello que a pesar de los falsos prejuicios en contra del término, yo soy y me reivindico como “feminista” con orgullo y a mucha honra, que lejos de ser una “guachafería”, es una manera de honrar también a todas aquellas mujeres que me precedieron, lucharon, se manifestaron, siendo reprimidas, encarceladas, tildadas de locas, machonas, amargadas que sufrieron y que también murieron para que las mujeres en general tengamos los mismos derechos que los hombres. Es gracias a todas esas mujeres que hoy en día soy una ciudadana que goza de casi los mismos derechos que los hombres, es por esa razón que debemos tener cuidado al referirnos al feminismo despectivamente, pues éste movimiento ha significado para su reconocimiento, mucha sangre, lágrimas, castigos, incluso muerte de mujeres que buscaron trasformar la sociedad en la que ahora vivimos.

 

El feminismo entonces, no es un movimiento exclusivo de mujeres pero sí creado por ellas para llegar a la equidad de derechos. Deja r de tenerle miedo a la palabra “feminismo” es un primer paso para conseguir una verdadera revolución social, económica y política en torno al empoderamiento femenino en nuestra sociedad. Una vez entendido y comprendido que el término <feminismo> no supone ninguna amenaza a la virilidad masculina, el segundo paso sería el de tomar acción y unirte a la lucha por una sociedad más justa.

 

El feminismo no es acerca de que los hombres pierdan

 

“El feminismo es, sin duda, acerca de que las mujeres ganen. Pero no se trata de que los hombres pierdan. La igualdad de género significa que las mujeres que amamos —nuestras esposas, hijas, hermanas y amigas— tendrán las mismas oportunidades que nosotros. Esto significa que nuestros gobiernos, las empresas, los sindicatos y las instituciones religiosas reflejen mejor nuestra sociedad. Y también significará que los hombres serán liberados de las definiciones estrechas de la virilidad que nos mantienen atrapados”. Michael Kaufman, Autor de La guía del hombre hacia el feminismo.

 

Sobre la equidad de género, existe una claridad en el reconocimiento sobre los beneficios obtenidos por las mujeres, lo que no queda tan claro es cómo benefician éstos nuevos cambios a los hombres y su nuevo rol en la sociedad. Debido a ello, algunos hombres se sienten atacados pero sobretodo descolocados o desubicados y no es para menos, ya que todo para lo que fueron educados, está cambiando y aun así quieran adaptarse a los cambios, sienten que éstos son muy rápidos, causándoles presión por el entorno e inclusive sintiendo que perdieron privilegios, generando frustración, confusión e impotencia hacia su nuevo rol como hombre del siglo 21, lo que nos lleva a la siguiente pregunta:

 

¿Por qué un hombre debería preocuparse por la equidad de género? 


Los especialistas coinciden en que la equidad beneficia a los hombres también, aumentando su bienestar y ayuda a crear un mayor equilibrio entre su vida laboral y familiar, mejorando las oportunidades de empleo para su familia en general, específicamente sus hijas.  De acuerdo a Nikki Van Der Gaag, escritora y autora del libro Feminismo y los hombres, los hombres deben preocuparse por el feminismo “por el bien de las mujeres que aman y por su propio bien también”.

 

¿Cuál debería ser el papel de los hombres en la búsqueda de la igualdad de género?

 

Los hombres tienen que aprender a reconocer el liderazgo femenino, no como algo amenazador ni soberbio, sino como lo que es: un líder, de ésta manera, los hombres aprenderán a reconocer a las mujeres como pares y no como un objeto inferior o una potencial amenaza directa a su poder. No solo los hombres deben aprender a escuchar sobre el problema de la violencia contra las mujeres, sino que también deben asumir la responsabilidad de ayudar a lograr un cambio. Kaufman añade“Debemos permanecer como aliados al lado de las mujeres”.

 

Una de las acciones clave para integrar e involucrar la participación de más hombres a la equidad de género, debe ser el de contar con más modelos líderes de diferentes sectores como voceros hombres feministas que expliquen el movimiento y la importancia de la participación del género masculino. En la actualidad, un hombre feminista mediático que cree y apoya a la equidad de género es Justin Trudeau, el Primer ministro de Canadá. El primer ministro canadiense, que desde su elección se ha destacado como un fuerte defensor de la equidad de género, viene participando junto con la ONU Mujeres en la sede de Naciones Unidas con mensajes alentadores no sólo a la equidad de género en general, si no que se refiere a él mismo como vocero feminista oficial de la causa, logrando de ésta manera, la mirada,  el interés, el involucramiento y la participación de más hombres a la causa, sin que se sientan avergonzados o menos por ser feministas.

 

“Voy a seguir diciendo alto y claro que soy feminista hasta que me respondan encogiendo los hombros”, dijo Trudeau.

 

Finalmente, espero haber aclarado el panorama sobre los conceptos que circulan en torno a la equidad de género, ya que creo que conocer apropiadamente los términos es básico y clave para poder entendernos y estar alineados como sociedad, hombres y mujeres para lograr una comunidad más justa en el presente y para nuestra futura descendencia. Asimismo, comparto un fragmento del discurso de la reconocida, actriz y activista feminista Emma Watson, en donde hace una invitación formal a todos los hombres, con el fin de que nos ayuden a cambiar nuestro mundo en uno mucho mejor para todos.

 

Invitación formal

 

“En 1995, Hilary Clinton pronunció en Beijing un famoso discurso sobre los derechos de la mujer. Me entristece ver que muchas de las cosas que quería cambiar todavía son realidad. Lo que más me impresionó fue que sólo el 30 por ciento de su público eran hombres. ¿Cómo podemos cambiar el mundo si sólo la mitad de éste se siente invitado o bienvenido a participar en la conversación?

  

Hombres: aprovecho esta oportunidad para extenderles una invitación formal. La equidad de género también es su problema. He visto a hombres jóvenes que padecen una enfermedad mental y no se atreven a pedir ayuda por temor a parecer menos “machos”. De hecho, en el Reino Unido el suicidio es lo que más mata a los hombres de entre 20 y 49 años de edad, mucho más que los accidentes de tránsito, el cáncer o las enfermedades coronarias. He visto hombres que se han vuelto frágiles e inseguros por un sentido distorsionado de lo que es el éxito masculino. Los hombres tampoco gozan de los beneficios de la igualdad.

 

No es frecuente que hablemos de que los hombres están atrapados por los estereotipos de género, pero veo que lo están. Y cuando se liberen, la consecuencia natural será un cambio en la situación de las mujeres. Si los hombres no necesitaran ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se sentirían obligadas a ser sumisas. Si los hombres no tuvieran la necesidad de controlar, las mujeres no tendrían que ser controladas. Tanto los hombres como las mujeres deberían sentir que pueden ser sensibles. Tanto los hombres como las mujeres deberían sentirse libres de ser fuertes. … Ha llegado el momento de percibir el género como un espectro y no como dos conjuntos de ideales opuestos. Se trata de la libertad. Quiero que los hombres acepten esta responsabilidad, para que sus hijas, sus hermanas y sus madres puedan vivir libres de prejuicios, pero asimismo para que sus hijos tengan permiso de ser vulnerables y humanos ellos también, que recuperen esas partes de sí mismos que abandonaron y alcancen una versión más auténtica y completa de su persona. Los invito a dar un paso adelante, a que se dejen ver, a que se expresen: a que sean “él” para “ella”. Y pregúntense: si no lo hago yo, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo?” Emma Watson

 

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Bibliografía

 

-         http://www.enfoquejuridico.info/wp/expresiones/editorial/nueva-masculinidad-rol-del-hombre-frente-a-la-inequidad-de-los-derechos-de-las-mujeres/

-         http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0258-64442007000100003

-         http://www.unwomen.org/es/news/stories/2014/9/emma-watson-gender-equality-is-your-issue-too

-         http://bastadesexismo.blogspot.pe/2014/08/el-origen-de-la-palabra-feminista_1.html

-        http://www.cime2011.org/home/panel1/cime2011_P1_Abril_Romero.pdf

-         http://www.europarl.europa.eu/atyourservice/es/displayFtu.html?ftuId=FTU_5.10.8.html

-         http://rpp.pe/peru/lambayeque/despues-de-marcha-ni-una-menos-aumentaron-los-casos-de-violencia-contra-la-mujer-noticia-992199

-         http://www.lanacion.com.ar/2029230-las-cifras-sobre-violencia-de-genero-antes-y-despues-de-ni-una-menos

-         http://elcomercio.pe/mundo/actualidad/primer-ministro-canada-enorgullece-feminista-213089

-          http://www.unwomen.org/es/news/stories/2014/9/emma-watson-gender-equality-is-your-issue-too#sthash.v0S2YFLn.dpuf

-         http://www.tribunafeminista.org/2017/01/el-papel-de-los-hombres-en-la-lucha-feminista/

-         http://www.actitudfem.com/entorno/genero/por-que-feminismo-y-no-igualitarismo

-         http://www.locarconio.com/2017/01/por-que-se-llama-feminismo-y-no-igualitarismo/

VER: https://gestion.pe/blog/tacosfuertes/2017/06/el-nuevo-rol-del-hombre-del-siglo-21-en-los-tiempos-de-empoderamiento-femenino-la-nueva-masculinidad.html?ref=gesr

 

Hombres igualitarios y Nueva Masculinidad

 

León, España, viernes 6 de abril de 2018, por Enrique Javier Díez Gutiérrez y Hermógenes Domingo Tascón, Lazo Blanco.- Posiblemente, el modelo social de masculinidad más próximo al igualitarismo se encuentre actualmente en los hombres profeministas o igualitarios. Para examinar las características que lo pueden definir se ha desarrollado un estudio3 sobre la población de grupos de Hombres por la Igualdad en España mediante el análisis de indicadores sobre ideas, actitudes y prácticas sociales relacionadas con la igualdad de género. A partir de esta información y con una perspectiva social más amplia, se han estimado, asimismo, las posibilidades de desarrollo futuro para una masculinidad igualitaria en el ámbito de la población general.

 

La investigación adoptó una perspectiva sociológica y de género, revelando los resultados un modelo de masculinidad en los hombres igualitarios definido respecto al modelo tradicional por un patrón de ideas, actitudes y prácticas mucho más próximo al ideal teórico de igualdad. Por el cambio positivo que ya representan y su potencial de desarrollo futuro, destacan sobre todo sus actitudes y el equilibrio en responsabilidades de trabajo remunerado y doméstico. Por el contrario, se mantiene fuerte la creencia en estereotipos sexuales, aunque introducen una valoración más positiva de las mujeres. Por tanto, lo que se encuentra en el colectivo de hombres igualitarios es una configuración de masculinidad aún en desarrollo hacia un modelo igualitario, pero con buenas perspectivas si tenemos en cuenta la importante ventaja que representa respecto al modelo tradicional en términos de igualdad de género.

 

Introducción

 

Son numerosas las voces sociales e institucionales que han coincidido en denominar el presente siglo como el de “la igualdad”. Esta etiqueta se corona en muchas ocasiones con el término “efectiva” o “real”. Y no es trivial, pues durante las últimas décadas se han verificado en la mayoría de países occidentales importantes desarrollos legislativos sobre igualdad de género que parecen no hallar reflejo en una realidad social más resistente al cambio. Pero, esto no puede sorprender sabiendo que las leyes no se materializan automáticamente y menos aún cuando proscriben costumbres muy arraigadas.

 

Históricamente la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres ha tenido a las primeras como protagonistas casi exclusivas, generando el fenómeno conocido como “revolución feminista” que se ha hecho notar de manera más importante e incesante desde los años setenta del pasado siglo. Ha sido un período de grandes transformaciones en la realidad social y personal de las mujeres, y forzosamente en las relaciones de género. Hoy, a pesar de los avances, ya no basta con el esfuerzo femenino y se reclaman cada vez con mayor fuerza cambios en los hombres. Se trata, en última instancia, de modificaciones que afectan al modelo tradicional de masculinidad, un modelo asentado en valores principales como la fuerza, la agresividad, la valentía y la ambición de poder, a la vez que un rechazo sistemático a cualquier atributo o comportamiento considerado femenino.

 

Los medios de comunicación y la política no han sido ciegos a estos cambios sociales, introduciendo con mayor frecuencia en su agenda temas y conceptos relacionados con la igualdad -o la desigualdad- de género. Pocas serán las personas que no hayan oído hablar de conceptos como “igualdad de género”, “violencia de género”, “conciliación de la vida familiar y laboral” o “paridad política”. Pueden ser asuntos nuevos para el gran público, pero no así en el ámbito del movimiento feminista donde tienen siempre su raíz, bien como denuncias o como reivindicaciones. ¿Qué ha ocurrido, entonces, para que estas cuestiones dieran el salto al espacio del debate social? Una explicación puede encontrarse en la teoría marxista, según la cual ciertos cambios en las condiciones materiales de existencia provocarán también cambios en la conciencia social. Las mujeres se han incorporado masiva y decididamente al espacio público -sobre todo al laboral, económico y político-, y la conciencia social ha despertado de un largo sueño para advertir que estaban discriminadas. Ellas han cambiado y lo siguen haciendo, aunque son muchas las reacciones sociales contrarias a estos cambios, pero también es creciente el empuje de quien representa la mitad de la población y no reclama privilegios, sino justicia.

 

Sin embargo, la conciencia social no es la de todas las personas, ni todo el que la tiene sobre un determinado problema actúa conforme a ella. En el caso de los hombres, la toma de conciencia sobre la desigualdad de género se ve, además, refrenada por su estatus privilegiado dentro de un sistema patriarcal, haciéndose para ellos invisibles las prerrogativas que disfrutan (Kimmel, 1998: 208). Aún hoy, cuando más se traslucen y ponen de manifiesto las desigualdades entre hombres y mujeres, un 49,8 % de los hombres españoles las califican como “pequeñas” o “casi inexistentes” -la misma valoración manifiesta el 33,4% de mujeres- (Cis, 2006). La mitad restante percibe claramente la desigualdad, aunque ello no implica necesariamente un compromiso por reducirla.

 

Dentro de los hombres con mayor conciencia de la desigualdad de género existe una parte que también colabora de algún modo para reducirla a través de sus prácticas personales y cotidianas, entre las cuales ocupará un lugar destacado la corresponsabilidad doméstica y familiar.

 

El movimiento de hombres igualitarios

 

Un nivel mayor de compromiso se establece por parte de aquellos hombres que, advirtiendo claramente la discriminación social de las mujeres, se muestran dispuestos a una acción más abierta y política para erradicarla. Se trata de un colectivo minoritario de hombres que podemos designar como “activistas por la igualdad” y su principal característica es la implicación en un movimiento social orientado hacia la crítica y deconstrucción del sistema patriarcal y del modelo de masculinidad hegemónica-dominante que prefigura. Complementariamente, se plantean el desarrollo de modelos de masculinidad alternativos y coherentes con un sistema de género basado en relaciones de igualdad y no jerárquico. En estos objetivos la coincidencia es total con el movimiento feminista en el cual encuentra y reconoce sus orígenes el movimiento de hombres igualitarios, motivo por el cual se denominan también profeministas o antisexistas (Bonino, 2003b).

 

Es importante despejar, en este punto, cierta confusión que abunda entre quienes se aproximan por primera vez a este movimiento, y hace referencia a su relación con la masculinidad. Sirven aquí perfectamente las palabras de Marina Castañeda (2002: 28) señalando que “el enemigo a vencer no es la masculinidad, sino cierta definición de la masculinidad y, por ende, de la feminidad. El problema no es el hombre, sino la oposición radical entre lo masculino y lo femenino”. En definitiva, lo que se rechaza desde el movimiento de hombres igualitarios son las características que configuran el modelo hegemónico de masculinidad, proponiendo a cambio prácticas y relaciones sociales en términos de igualdad con las mujeres. Para ello se requiere un proceso simultáneo de deconstrucción de un modelo caduco y el desarrollo de otros alternativos desvinculados de la estructura patriarcal.

 

El movimiento de hombres igualitarios tuvo su origen en Estados Unidos en los años 60 y 70 inspirado por otros movimientos reivindicativos como el feminista o el de los Derechos Civiles. Desde allí se trasladó a Europa, iniciando en los años 80 su andadura en España, donde es más conocido como movimiento de “hombres por la igualdad”. En él participan tanto individuos como grupos que representan el mayor compromiso colectivo y político de los hombres para hacer realidad la igualdad de género. Desde sus orígenes ha ido ganando en número de participantes y relevancia social, lentamente, pero sin pausa, y con mayor progresión durante los últimos años. Resulta imposible cuantificar con rigor el número de hombres implicados, dado su carácter informal y elevado dinamismo, pero, a partir de los datos de la investigación realizada en 2007 y otras fuentes, podría estimarse actualmente en torno a 250 el número de activos en el total de grupos de Hombres por la Igualdad en España. A ellos habría que sumar un buen número de hombres no integrados en grupos, pero que comparten objetivos y colaboran con éstos habitualmente en actividades o campañas.

 

En breve reseña a las líneas de actividad de estos grupos, se advierten dos tendencias básicas que presentan cierta analogía con las que han marcado históricamente el movimiento feminista. La primera se correspondería con los “grupos de autoconciencia” y se enmarca en una perspectiva de corte psicoanalítico y terapéutico, con un trabajo más personal o intragrupal enfocado sobre la crisis de los varones. Otra parte de los grupos se orientan hacia actividades de mayor calado político, con participación en campañas y actos públicos e incluso con presencia en instituciones. Al igual que ocurre dentro del feminismo, ambas tendencias son complementarias, aunque existen puntos de colisión que en ocasiones generan conflictos.

 

En relación con las características de sus miembros, los grupos de Hombres por la Igualdad se integran principalmente por un tipo medio de hombre entre 40 y 50 años de edad, casado o viviendo en pareja, sin hijos/as o con uno sólo, con estudios universitarios de grado superior y empleo de jornada completa. Los sectores profesionales más representados son el educativo y académico, destacando en éste último la participación en estudios sobre varones y masculinidad. A lo largo de las tres últimas décadas, la reflexión acerca del género ha trascendido el ámbito de los Estudios de Mujeres (Women’s Studies) para incorporar también los de masculinidad, aunque aquellos siguen siendo absolutamente mayoritarios. Como resultado de esa apertura se han desarrollado diversas redes de estudio y de acción política de hombres con perspectiva de género, desde las que se plantean análisis, debates e iniciativas diversas orientadas hacia el cambio de los hombres a favor de la igualdad.

 

Entre las primeras encontramos ejemplos como Critical Research on Men in Europe (Crome) o Masculinidades y Equidad de Género (Eme). Más numerosas son las redes de debate y acción política, siendo ejemplos de éstas la Red Europea de Hombres Profeministas (EuroProfem), Heterodoxia-Red de Hombres por la Igualdad, o National Organization for Men Against Sexism (Nomas). Como ocurrió en su momento con los estudios de género, la masculinidad se incorpora cada vez más como objeto de estudio en diversos departamentos y disciplinas académicas (Carabí, 2003: 5), principalmente de humanidades y ciencias sociales: sociología, psicología, antropología, historia y filosofía.

 

Son numerosas las áreas que se prestan para el estudio de la masculinidad y sus cambios desde una perspectiva de género, y se extienden desde el ámbito macrosocial (representación política, violencia, salud, etc.) hasta el más personal y cotidiano (relaciones de pareja, paternidad responsable, etc.). Inicialmente se podría pensar que los cambios hacia la igualdad serán desfavorables para los hombres, pero las reflexiones y transformaciones desarrolladas hasta el momento demuestran claramente que también ellos son potenciales beneficiarios de la igualdad de género. Entre las ventajas más evidentes se advierten todas las derivadas de abandonar patrones de comportamiento muy exigentes y rígidos que implican riesgos importantes para la salud física y psíquica de los varones, así como para otras personas.

 

La igualdad como objetivo político implica, en el estudio de los hombres igualitarios, numerosas cuestiones. La identidad y autenticidad es una de ellas, y para verificarla es necesario saber si quienes integran este movimiento responden a una caracterización o perfil identitario que los diferencie de la población general. En ese caso habremos de comprobar si dicha identificación resulta significativa y en qué medida respecto al ideal de igualdad entre mujeres y hombres. En otras palabras, se tratará de estudiar si esta población de hombres representa un modelo alternativo y real de masculinidad igualitaria.

 

Estudio sobre hombres igualitarios y Nueva Masculinidad

 

Para dar respuesta a los interrogantes apuntados en el párrafo anterior, el pasado año 2007 se planteó una investigación sociológica en la Universidad de León (España) cuyo objeto de estudio fue la población de grupos de Hombres por la Igualdad en España. El objetivo era profundizar en el conocimiento de dicho colectivo integrado por varones que se significan como precursores de un nuevo modelo de masculinidad y de un cambio al que todos sus congéneres estarán llamados a lo largo del presente siglo. Así se advierte, reiteradamente, desde el movimiento feminista planteando la “necesidad de incorporar a los hombres al proceso de cambio social y a la quiebra de la sociedad patriarcal, que no puede desaparecer sin una transformación profunda de los hombres y las masculinidades” (Alberdi y Escario, 2007: 280).

 

Un motivo adicional para orientar la investigación hacia la masculinidad igualitaria fue la marginación que ésta y otras formas alternativas han sufrido por parte de los estudios de varones –Men’s Studies–, concentrados mayoritariamente hasta hoy en el análisis crítico de la masculinidad hegemónica o dominante, contribuyendo así, involuntariamente, a mantener la invisibilidad de modelos minoritarios o emergentes. El propio movimiento de hombres igualitarios, sabiendo que el horizonte de sus objetivos es de largo plazo, asume en la actualidad su condición de minoría, pero no de anécdota, empleando esfuerzos para hacerse visible y ser reconocido en los ámbitos académico, político, mediático y social.

 

Con una perspectiva sociológica y de género, el estudio integró metodología cuantitativa y cualitativa para obtener y analizar información de una muestra de participantes en grupos de Hombres por la Igualdad en España, contrastando posteriormente su información con datos de la población general desagregados por sexo y proporcionados por el Instituto de la Mujer. En relación con la igualdad de género se analizaron inicialmente diferencias en indicadores de ideas, actitudes y prácticas sociales.

 

A continuación, se comprobó la consistencia del modelo de masculinidad representado por los hombres igualitarios, examinando posibles contradicciones entre sus indicadores. Finalmente, y a partir de toda esa información, se intuyen las perspectivas de futuro para una masculinidad igualitaria en el conjunto de la sociedad.

 

Los resultados de la investigación trazan, para los hombres igualitarios, un perfil de masculinidad definido por los siguientes parámetros:

 

Prácticas sociales

 

Uno de los indicadores más utilizado para medir la desigualdad de género en términos de comportamientos es el de los «usos del tiempo», que cifra la distribución del tiempo diario en diferentes categorías de actividades. Entre éstas son las actividades de trabajo doméstico y trabajo remunerado las que revelan diferencias más significativas entre mujeres y hombres en usos del tiempo, siendo así que merecen mayor atención. Los datos comparativos de los hombres igualitarios y la población general en usos del tiempo y para estas actividades se muestran en la tabla siguiente:

 

Usos del tiempo diario

 

Grupos de actividades                                      Hombres igualitarios*                            Población general**

                                                                                                                                              Hombres               Mujeres

Trabajo doméstico                                                             4 h 36’                                   2 h 20’                   5 h 59’

Trabajo remunerado                                                         4 h 53’                                   4 h 28’                   2 h 31’

Total (trabajo productivo)                                                9 h 29’                                   6 h 48’                   8 h 30’

* Datos de encuesta para esta investigación (2007)

**Datos de encuesta del Instituto de la Mujer (2006)

Fuente: Elaboración propia.

 

Los resultados muestran una aproximación importante de los hombres igualitarios hacia las mujeres en tiempo de trabajo doméstico. Frente a hombres de la población general el avance en corresponsabilidad doméstica es importante, pero sin alcanzar aún la igualdad con las mujeres. Sin embargo, es importante observar que en el total de trabajo productivo (doméstico y remunerado) son los hombres igualitarios quienes dedican, en promedio, el mayor tiempo diario y muestran mayor equilibrio entre trabajo doméstico y remunerado. Este dato resulta fundamental porque expresa la ruptura de estos hombres con la norma de división sexual del trabajo dominante en todas las sociedades, un factor tantas veces señalado como clave para el mantenimiento de la estructura jerárquica de los sexos y, por tanto, para su transformación.

 

Otros datos relacionados con el uso del tiempo amplían matices en términos de igualdad de género, destacándose dos en los resultados de este estudio. En primer lugar, la distribución interna del tiempo en diferentes actividades domésticas revela una gran semejanza entre hombres igualitarios y mujeres, en los que alcanzan gran peso relativo las actividades vinculadas a roles domésticos femeninos, como son las de cocina o limpieza, y menor dedicación en tareas de mantenimiento (reparaciones, bricolaje, etc.) asociadas tradicionalmente al papel masculino. De nuevo se confirma el alejamiento de los hombres igualitarios respecto al reparto de tareas excluyente en función del sexo y también de uno de los mandatos más firmes de la masculinidad hegemónica: el rechazo de todo lo que se pueda considerar femenino. Algunos comentarios de los hombres igualitarios entrevistados ratifican este cambio de comportamientos:

 

Es cuestión de congeniar o de complicidad; ella hace unas cosas y yo hago otras. A veces también las hacemos a medias. […] De las tareas domésticas a mí me gusta mucho cocinar, por ejemplo, y fregar (E1).

 

Yo he ido aprendiendo a hacer todo lo de la casa, y eso si no lo has hecho no sabes lo que es. Yo, en general, tengo bastante organizado todo lo que tengo que hacer de la casa y cuándo me toca hacer cada tarea (E3).

 

Por otro lado, todos los hombres igualitarios entrevistados y que mantenían convivencia en pareja manifestaron encontrar cierto freno por parte de ésta a la igualdad en el espacio doméstico. Es conocida la tendencia de muchas mujeres a ocultar situaciones de desigualdad real, especialmente en el ámbito de las tareas reproductivas, por efecto de una socialización sexista que mantiene muy vigentes mecanismos inconscientes de resistencia al cambio. Sin embargo, para un hombre comprometido con la igualdad, esta explicación no puede justificar su pasividad ante una situación de inequidad que le afecta directamente, porque sería injusto e incoherente. Bien es cierto que los hombres igualitarios no son ajenos al mismo sistema de socialización, manifestando en las entrevistas la dificultad para deshacerse de estos mitos:

 

El trabajo doméstico que realiza mi mujer es mucho mayor que el mío. Yo intento hacer más, pero el problema es que mi mujer no me deja. Porque ella también tiene asumido que le gusta eso. Yo pienso que si no hago más es porque no me lo permiten, porque yo estoy dispuesto cuando es necesario, y cuando surge lo hago (E2).

 

Tengo que prestar atención para no caer en discriminaciones. No me considero un gran machista o maltratador, pero tengo que cuidar multitud de detalles contrarios a mi manera de pensar y que se me escapan a veces porque están muy grabados (E3).

 

Desde un parámetro más práctico y cuantificable como los usos del tiempo, el estudio se desplaza ahora hacia otros más subjetivos: creencias estereotípicas y actitudes.

 

Estereotipos sexuales

 

El análisis de los estereotipos se centra en esta investigación sobre los rasgos y valores que se atribuyen de modo diferenciado y significativo a hombres y a mujeres. La comparación entre datos de poblaciones dio como resultado que los hombres igualitarios mantienen estereotipos sexuales muy análogos a los detectados en la población de mujeres y más diferenciados de la población general de hombres. Los estereotipos incluyen características tanto positivas (veraz, honesto/a, comprensivo/a, etc.) como negativas (egoísta, agresivo/a, sumiso/a, etc.), manifestando mujeres y hombres igualitarios un esquema de asignaciones más positivas hacia la feminidad y más negativas hacia la masculinidad. El resultado se puede considerar ambivalente para los hombres igualitarios, manteniendo muy vivas creencias discriminantes en función del sexo, aunque éstas se desvían del modelo de hombre dominante para identificarse más con los estereotipos que mantienen las mujeres, incluyendo una visión más positiva de éstas. Es muy revelador el comentario superlativo de un entrevistado:

 

Yo siempre había percibido que la mujer era un ser injustamente desconsiderado, que tiene una cantidad de valores que el hombre no tiene, y hoy día he llegado a la conclusión de que, si tuviera que arriesgarme en una afirmación, diría que la mujer es superior al hombre (E2).

 

Con carácter general, es importante advertir que en todas las muestras de población se observa estereotipia sexual, confirmando el trabajo social pendiente para romper con supuestos –en muchas ocasiones prejuicios– muy presentes en el imaginario social sobre las personas en función del sexo, como ocurre igualmente en relación con otras variables socioculturales como la raza, la clase social o la religión. En el contexto de la igualdad de género, la presencia de estereotipos como elemento obstructor de cambios apoya la tesis de que “la superación de la sociedad patriarcal depende de un cambio cultural que permite transformar los estereotipos genéricos favoreciendo una relación equilibrada entre los sexos” (Montesinos, 2002: 111).

 

Actitudes igualitarias

 

El análisis se detiene ahora en las actitudes, un parámetro que podemos situar entre las ideas y los comportamientos a los que predispone. La medida de actitud igualitaria se ha realizado mediante una escala de puntuación con valores de entre 1 y 7, arrojando la comparación los resultados siguientes:

Actitud hacia la igualdad de género

 

Población                                             Puntuación de actitud*

 

Hombres igualitarios                                         6,34

Hombres de población general                       4,64

Mujeres de población general                         4,92

* Escala de puntuación: De 1 (mínimo) a 7 (máximo)

Fuente: Elaboración propia.

 

La puntuación es muy favorable para los hombres igualitarios, tanto en términos relativos (superior a la puntuación de mujeres y hombres de la población general), como en valor absoluto, por proximidad al máximo de la escala, lo que implica actitudes muy favorables hacia la igualdad de género. Por su presencia en la muestra de hombres igualitarios, dos variables se postulan con mayor poder explicativo sobre esta ventaja de actitudes: la mayor conciencia sobre la desigualdad de género, muy lógica en este colectivo, y un nivel cultural o de estudios muy superior al promedio de la población general.

 

Varios fueron los comentarios recogidos en las entrevistas que corroboran la actitud tan positiva de los hombres igualitarios:

 

Puedo imaginarme una sociedad en la que, como consecuencia de la evolución y de la conciencia del ser humano, el hombre y la mujer, hayan alcanzado la armonía. Cuando desaparezca la desigualdad que hay entre hombre y mujer eso va a cambiar la vida total de la humanidad (E2).

 

La desigualdad de género es un problema social absolutamente, y de los más graves, porque afecta a todo ser humano. Las personas, y aún más los hombres, se tienen que ir convenciendo de que esto no puede seguir así y que tenemos que cambiar. Costará mucho, pero no puede ser de otra manera (E1).

 

Conclusiones

 

Los resultados de la investigación presentan a los hombres igualitarios como un colectivo con alta predisposición para el cambio personal hacia la igualdad de género, como revelan principalmente sus actitudes y la ruptura con una división del trabajo por sexos muy arraigada. A pesar de estos importantes cambios, en el imaginario del colectivo permanecen estereotipos sexuales que, aun reflejando una imagen más positiva de las mujeres, no dejan de ser generalizaciones con potencial para preservar prácticas y relaciones sociales ancladas en la desigualdad. Será necesario un trabajo importante en toda la sociedad, y aún para los hombres más concienciados, que permita interiorizar la igualdad como valor ético, requisito sin el cual los varones pueden cambiar algunos comportamientos, pero no el ideal tradicional que seguirá impulsando la desigualdad (Bonino, 2003a: 131).

 

Frente al patrón de masculinidad representado por la población general de hombres en España en términos de ideas, actitudes y usos prácticos del tiempo, los hombres igualitarios configuran un modelo de masculinidad diferenciado y en el que cobra mayor peso la igualdad con las mujeres. El avance es positivo e importante, pero tiene aún recorrido que hacer para alcanzar una situación de igualdad real. De este modo, si la caracterización de este colectivo de hombres se sitúa ante el horizonte de una masculinidad igualitaria, se trataría de un modelo social inacabado o en proceso, pero con buenas perspectivas.

 

Si reparamos en la condición minoritaria de los hombres igualitarios sería fácil inferir el alcance social muy limitado de ese modelo de masculinidad. Para un cambio social efectivo y más extenso por parte de los varones en dirección hacia la igualdad con las mujeres, sería necesaria una estrategia política en la que el movimiento de “hombres por la igualdad” podría jugar un papel muy importante al proporcionar un modelo real de masculinidad que pudiera servir de referencia para otros hombres. Una vez que ya se han hecho evidentes fisuras en los mitos de la masculinidad hegemónica y algunos de sus atributos fundamentales, como la agresividad o la misoginia, han perdido utilidad e incluso chocan con valores democráticos en ascenso, es el momento de apostar políticamente por una transformación verdadera del significado social de “ser hombre”. Existen para ello modelos alternativos que emergen asumiendo la igualdad como un valor propio. El movimiento feminista ha impulsado el cambio de las mujeres y con ellas se han transformado también las relaciones de género. Falta ahora que los hombres se sumen al cambio y el movimiento de hombres igualitarios puede servir de motor como antes lo hizo el feminismo. Queda por ver si esto ocurre.

 

Bibliografía

 

Alberdi, Inés y Pilar Escario (2007). Los hombres jóvenes y la paternidad. Bilbao: Fundación Bbva.

Kimmel, Michael S. (1998). “El desarrollo (de género) del subdesarrollo (de género)”. En: T. Valdés y J. Olavaria (eds.), Masculinidades y equidad de género en América latina (: 207-217). Santiago, Chile: Flacso–Chile.

Cis (2006). “Estudio núm. 2636”. Barómetro de marzo de 2006. En: http://www.cis.es/cis/opencms/-Archivos/Marginales/2620_2639/2636/Cru263600GENERO.html.

Bonino, Luis (2003a). Los hombres y la igualdad con las mujeres. En: C. Lomas (comp.), ¿Todos los hombres son iguales? Identidades masculinas y cambios sociales (: 105-143). Barcelona: Paidós.

Bonino, Luis (2003b). Movimiento de hombres profeministas, antisexistas o igualitarios. En:       http://www.hombresigualdad.com/hprofe-anti-lbonino.htm.

Castañeda, Marina (2002). El machismo invisible. México: Grijalbo.

Montesinos, Rafael. (2002). Las rutas de la masculinidad. Ensayos sobre el cambio cultural y el mundo moderno. Barcelona: Gedisa.

 

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1 Enrique Javier Díez Gutiérrez, Profesor Titular del Dpto. de Didáctica General de la Universidad de León. dfcedg@unileon.es

2 Hermógenes Domingo Tascón, Licenciado en Sociología y Dea en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad de León. hdomingo@terra.es

VER: http://www.lazoblanco.org/wp-content/uploads/2013/08manual/bibliog/material_masculinidades_0356.doc

 

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