El Feminismo y la Nueva Masculinidad: Las actuales formas que adquiere la construcción ontológica del Prójimo
El Feminismo y la Nueva Masculinidad: Las actuales formas que adquiere la construcción ontológica del Prójimo
Santiago, Chile, viernes 6 de abril de 2018, por Luis Alberto Gallegos, Boletín GAL.- La coexistencia entre los géneros que la humanidad y la naturaleza han creado para nosotros –y donde somos sujetos y actores privilegiados-, incluye una vasta, variada y compleja red de interconexiones y transversalidades entre ellos en todas las dimensiones inimaginables y que, hasta el momento actual, incluso, no todas han sido develadas o suficientemente comprendidas por la ciencia y la cultura.
No solo se trata de simple coexistencia. En este Planeta todos los seres vivos coexistimos con menor o mayor grado de integración y complementariedad. Se trata de una convivencia común que los géneros compartimos y que, por ello mismo, exhibe y está sometida a una infinita red de rasgos propios y compartidos de aristas, lecturas y proyectos.
Convivencia común entre los géneros que, irremediablemente, nos conduce a espacios y plataformas compartidas en los sistemas algorítmicos de nuestras respectivas existencias. Como decíamos en otra ocasión, “un algoritmo es todo proceso o secuencia de pasos que deben realizarse para obtener un resultado, producto o meta de cualquier actividad humana” (1).
De todas las interpretaciones o algoritmos sociales, económicos, históricos, culturales, ambientales, políticos y prosaicos que compartimos los géneros en el día a día, hay uno que no ha sido abordado con la suficiente energía y visión estratégica. Se trata de la lectura y el quehacer filosófico. O, para ser más precisos, del componente ontológico de esta convivencia de género. Entendiendo por ontología como la disciplina que “se ocupa del estudio de todo aquello que es, cómo es, qué es lo que lo ha hecho posible, ocupándose de la definición de lo que es ser y lo que no es y del establecimiento de aquellas categorías fundamentales o modos generales de ser que tienen las cosas partiendo del estudio profundo de sus propiedades, estructuras y sistemas” (2).
En esta ocasión trataremos de ensayar y presentarles algunas pinceladas de algunas y algunos autores acerca de este sustancial asunto.
La interdependencia ontológica entre los seres humanos se manifiesta en la construcción del prójimo
La española Claudia Márquez Pemartin, en su Tesis Doctoral presentada en la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra, titulada “La Ontología del Hombre en Eduardo Nicol”, señala:
“Estamos conscientes de que cada ser humano es, en efecto, un individuo, independiente, único. Pero quizá no sea tan independiente como aparenta. Obviamente es único, y por ello mismo diferente. Pero ¿cómo percibimos su singularidad? Su singularidad se muestra por el simple hecho de que expresa. Esto es lo primero que percibimos cuando vemos a otro hombre; esto es lo que nos permite decir que es un hombre. «Puede sugerirse que la expresión tiene que ser considerada dialógica y dialéctica. Esto muestra la inequívoca identidad del sujeto que se está expresando a sí mismo y, al mismo tiempo, revela su interdependencia ontológica con ese otro ser, aparentemente ajeno, que es su prójimo. El alter ego es ciertamente alter; pero su 'otredad' no disminuye su ser un ego: un yo que no es sólo como yo, sino algo que me pertenece. Si el otro fuera realmente un extraño en sentido ontológico, nunca podría alcanzarlo por medio de la expresión. De este modo, como la expresión afirma mi propio ser, desconectaría a un sujeto de otro. La palabra griega simbolon, que me ha sido útil para trabajar sobre una «metafísica de la razón simbólica», ilustra este tipo de relación que debe ser entendida como una complementariedad ontológica”. (“La Ontología del Hombre en Eduardo Nicol”, por Claudia Márquez Pemartin, Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra, Pamplona 1994, https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/9509/1/CDF_IV_01.pdf) (Sub. de Ed.)
Lo que Márquez nos propone es que la interdependencia ontológica entre los seres humanos se manifiesta en la construcción del prójimo. Por tanto, se trata de un proceso en donde lo dialogante y lo dialéctico son sustanciales, y se pone de manifiesto en nuestra mutua capacidad expresiva, es decir, a través de la palabra y el gesto. Así, sin capacidad expresiva o comunicativa no hay conexión ontológica, no hay interdependencia, no existe posibilidad alguna de construirnos como prójimos. Seguiremos siendo extraños el uno para el otro, aun conviviendo bajo el mismo techo, bajo el mismo barrio, trabajo o país.
La capacidad expresiva es lo que nos permite acceder y conocer la esencia del “otro”, convirtiéndolo en nuestro “prójimo” y, a su vez, hacer lo propio con nosotros mismos. Es por ello que la interdependencia ontológica es “dialogante”. Pero también es “dialéctica”, vale decir, no es sencilla ni fácil, sino que puede ser contrastante, conflictiva e interpelante.
No obstante, este proceso de construcción de nuestro prójimo depende de un gesto clave: la decisión y voluntad de los sujetos. Sin este paso preliminar no sería posible establecer conexión alguna. El prójimo seguiría siendo un “extraño ontológico”.
¿Qué es lo que nos convierte en prójimos o en seres ontológicamente complementarios?
Un caso:
“Una mujer cayó de un noveno piso desde un edificio en Santiago y un ciudadano haitiano le salvó la vida. El hombre extendió sus brazos al ver que ella caía desde gran altura y no dudó en hacer algo (…) Teníamos que practicar un evento con la Organización Buena Onda por la independencia de Haití y cuando llegué vi a dos personas que miraban hacia arriba y escuchaba gritos de 'no te tires'. Por curiosidad entré a mirar y vi a la señora”, dijo. Aunque la mujer luchó por sostenerse de los barrotes, cayó al vacío. “Yo iba a sacar mi celular para grabar como es la moda, pero dije este es el momento para ayudar a esa señora, no de grabar. Si nadie la puede ayudar desde arriba, entonces abajo la podemos parar”, sostuvo. “No pensé que era peligroso para mí. Me concentré y cuando ella llegó a mis brazos me doblé el tobillo y la rodilla y nos caímos al piso. Cuando la miré pensé que no había logrado nada, porque le salía sangre de su boca y no respiraba, pero a los tres minutos ella recuperó el aliento”. (3)
Ponerse en la piel del Otro, es un dicho fácil de decir, pero difícil de hacer. Eso es lo que hizo este ciudadano haitiano en el instante de tomar su decisión de ayudar a la señora que caía. Eso es lo que lo convierte en el prójimo que cada uno desearía tener en el momento y el lugar preciso.
Desde la perspectiva de la interdependencia del prójimo, este conmovedor e inconmensurable testimonio de desapego del ego, no necesariamente deja de ser un episódico gesto de generosidad humana. En efecto, la complementariedad del prójimo dispone de componentes valóricos como la empatía, solidaridad, misericordia y compasión, entre otros, con particular énfasis en su proyección en el tiempo y el espacio y en la estructuración de un sistema ontológico coherente y armónico entre los seres. No se agota en sí mismo. Se proyecta, dialoga y se expresa nítidamente en palabras.
Es exactamente lo que Rafael Echeverría trata de explicarnos en sus escritos:
“La última declaración de la que queremos hablar en esta sección es aquella en la que un individuo le dice a otro «Te amo» o «Te quiero». Sin entrar a examinar en esta ocasión lo que es el amor desde un punto de vista lingüístico, es importante señalar que éste remite a un vínculo particular, un tipo de relación, entre dos personas. Dada la ya aludida capacidad recursiva del lenguaje podemos también hablar de amor a sí mismo, refiriéndonos precisamente al tipo de relación que mantenemos con nosotros mismos. Un supuesto común es que el amor existe y que decir «Te amo» no hace más que describir lo que está allí. Basados en tal supuesto, a veces escuchamos a quienes dicen «¿Qué sentido tiene decirte que te quiero? Ello no cambia nada». Es posible que ello no cambie la emoción que uno siente por el otro, pero decirlo o no decirlo no es indiferente a la relación que construimos con el otro, particularmente cuando este otro es también un ser humano. El declarar «Te amo» o «Te quiero» participa en la construcción de mí relación con el otro y forma parte de la creación de un mundo compartido. Es importante examinar nuestras relaciones personales fundadas en vínculos de afecto —como lo son, por ejemplo, nuestra relación de pareja, con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestros amigos, etcétera— y preguntarnos cuan a menudo solemos declararnos mutuamente el afecto que nos tenemos. Preguntarnos también qué diferencia le significaría al otro el escuchar esta declaración. Es importante no olvidar cómo el hablar — y, por lo tanto, también el callar— genera nuestro mundo-. Mientras escribo, recuerdo la película inglesa «Remains of the Day», que viera unos días atrás. El tema central de la película es precisamente la ausencia de la declaración de amor. En ella vemos lo que sucede con dos personas que fueron incapaces de decirse el uno al otro «Te amo»”. (“Ontología del Lenguaje”, por Rafael Echeverría, Santiago de Chile, 2003, http://www.uchile.cl/documentos/ontologia-del-lenguaje-echeverria-pdf_90752_0_5938.pdf) (Sub. de Ed.)
La ontología del Ser nos recuerda siempre nuestra común convivencia bajo una Ética y una misma Comunidad
La interdependencia ontológica del Ser nos convoca no solo a una complementariedad histórico-episódica de nuestras existencias, sino fundamentalmente a un compartir fines, metas, proyectos, sueños y esperanzas. En otras palabras, a compartir una ética de la existencia humana y un sentido de la Vida. Ética, donde lo sustancial es la “primacía de la realidad histórica y la praxis histórica liberadora” o la actividad humana transformadora del mundo (4).
Es más, Humberto Maturana nos aterriza conceptualmente estableciendo las coordenadas histórico-políticas de este proceso de construcción de la interdependencia del prójimo:
“Bernhard Pörksen: Usted aboga por un nuevo pensar, una nueva forma de convivencia, pero al mismo tiempo intenta respetar absolutamente a aquellas personas que no quieren este cambio.
Humberto Maturana: Lo decisivo es que el cambio de conciencia de ninguna manera puede ser forzado. Tiene que resultar de la comprensión del ser humano individual. Por supuesto que deseo un mundo distinto, no voy a negarlo, aunque la sola idea de un cambio que afecte no sólo a la propia persona sino también a otros seres humanos, confronta inevitablemente con la tentación de la tiranía. Por supuesto que deseo un mundo de comunidades democráticas, un mundo en que vivan individuos cooperadores que se respeten así mismos y a los demás. Me gustaría aportar a esta forma de convivencia que sólo puede surgir sin presión ni coerción; y solo puedo hacerlo actuando desde ya como una persona de mentalidad democrática, tratando con eso de mantener viva la democracia. Vale decir: se hace camino al andar. Los medios de que dispongo son expresión directa del fin que persigo. Nadie puede ser forzado a la democracia, nadie”. (“Del Ser al Hacer”, por Humberto Maturana y Bernhard Pörksen, LOM Ediciones, Santiago de Chile, noviembre 2004, http://matriztica.cl/wp-content/uploads/Cap-I-Del-ser-al-hacer.pdf) (Sub. de Ed.) (FIN)
VER:
Notas
(1) Boletín GAL 10/01/2018, http://luisalbertogmz.blogia.com/
(2) https://www.definicionabc.com/general/ontologia.php
(3) Soy Chile, 19/11/2017, http://www.soychile.cl/Santiago/Sociedad/2017/11/19/500041/Haitiano-recibio-en-sus-brazos-a-mujer-que-cayo-de-noveno-piso-en-Independenciala-salvo.aspx
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